Eso Que Tú Me Das – Pau Donés
Todo aquello que se escapa de una demostración empírica y científica entra en el terreno de las creencias y, como tal, dependen de cada persona y, más allá, de cada momento dentro de su desarrollo vital individual. Este artículo, el de hoy 22 de febrero, no es ni una crítica, ni una crónica. De hecho, encaro el folio en blanco y el cursor latiendo, cual intermitente, sin saber muy bien dónde me van a llevar las líneas y renglones. Es un desahogo, seguro. Así que perdonen desde ya la imprudencia de convertirlo en algo público. Como saben los lectores más asiduos del lugar, esta web, que casi roza ya las 1.500 entradas en sus casi 9 años de vida, está regada de referencias personales. La mayoría de ellas subrepticias y que muy pocos conocen ni su ubicación ni su origen. Pero también las hay, muchísimas, explícitas. Tuve la suerte de vivir en una casa muy musical y, a la vez, muy variada en géneros y estilos. Que me convirtiera en un obseso de esto, sumado a mi pasión por la escritura, era casi inevitable. Así que después de descartar las vocaciones de colegio (profesor de matemáticas) y primer curso de instituto (abogado), el Periodismo se desveló a los 14 años como la única opción posible para vivir. Por eso, al haber escrito de tantos discos, muchos de ellos con un compuesto emocional muy acusado, las referencias a mis hermanos (uno de cada), a mi madre o a mi padre son constantes. Especialmente en remembers o #Mis10de. Creencias… destino, casualidades… Esto obedece a una necesidad. Anoche, día 21 de febrero, se emitía por primera vez en abierto ‘Eso Que Tú Me Das’, el documental – entrevista solicitada por Pau Donés (Jarabe De Palo) a Jordi Évole para dar testimonio de sus últimos alientos de vida. Algo de lo que quería escribir, claro está, al día siguiente. Lo que no imaginaba hace semanas es que coincidiera con el 22 de febrero. Justo el día en el que se cumplen dos años de la muerte de mi padre. Pero hay más.
Esa casualidad no es la única que he vivido desde que no está conmigo mi gurú del flamenco. El mayor maestro que haya podido tener para conocer y apasionarme por el género (entre otras cosas que no vienen al caso). Justo el día que se cumplían seis meses de su marcha, veía después de ocho años a Marea en directo, en su última gira, cantando ‘Pájaros Viejos’. Una canción dedicada al padre de Kolibrí, su guitarrista, donde las referencias a cantaores se multiplican y que Kutxi Romero y el resto de la banda tuvo a bien, desde el mismo escenario, ofrecerla también a su memoria en uno de los gestos que me llevaré conmigo hasta el final de los días. El mismo escenario donde, justo un año después, vería a El Kanka cantar ‘Zamba Para Mi Padre’. Qué es la vida sin música, ¿verdad? Y por si quieren una casualidad más, más personal, mi padre falleció justo el día antes del cumpleaños de mi abuelo. Por eso yo siempre bromeo (con mucho de cenizo) que, siguendo esa regla, tengan cuidado conmigo los 29 de enero, que si paso ese día, es que me queda otro año más, al menos, puesto que el 30 de enero es su cumpleaños y me gustaría llegar a su lado ese día, como él hizo con el suyo.
Es posible que más de una persona haya abandonado la lectura ya. Por esta intro tan larga y porque no estamos acostumbrados a hablar de la muerte. A escribir de ella. A incorporarla a nuestro día a día como algo normal. En un mundo que se consume en videocreaciones de 9 segundos de dudoso gusto y cero trascendencia y donde prima más la estética que el contenido, la muerte es un tabú. Y, cuando se habla de ello, es para que ‘unos’ arrojen cifras a ‘otros’. Un sinsentido espurio que denota una falta de moralidad y de valores que congela el corazón. Pero ese es otro tema.
Ante todo ello, el principal valor de ‘Eso Que Tú Me Das’ (y por fin entro en materia, disculpad, de nuevo) es la normalización de un trance que están consustancial a nuestra existencia como la vida misma. En términos objetivos, no es que se aprenda nada nuevo viendo la entrevista. El concepto de carpe diem ya existe desde Horacio, relanzado en el Renacimiento, intensificado en el Barroco y ensoñado con epicidad lastimosa desde el Romanticismo. Pero ver la naturalidad con la que Pau Donés afronta su propia realidad, consciente de que le quedan pocos días para fallecer es sobrecogedor. Sin dramas. La ausencia de rencor, las ganas de presentar normalidad lejos de cualquier fatalismo. Eso es lo que marca de su visionado. Y todos tenemos historias increíbles cerca, de superación, de lucha, pero él, en un ejercicio ejemplarizante, decide usar el altavoz que posee su notoriedad pública para dar testimonio a un trance por el que, mejor o peor, todos pasaremos.
Tendentes a divinizar enseguida a los mártires, hoy sus frases inspiradoras se multiplican en twitter o artículos varios, pero no creo que tengan más valor porque las haga una persona que está cerca de la muerte (fallecería dos semanas después de la grabación, un 9 de junio). Lo que sí que conmueve es la pasión y la fortaleza con la que sostiene afirmaciones como que “el miedo es peor que la muerte y es lo bloquea y corta la libertad” o que “la pareja es el cementerio del amor”. Esa entereza es lo verdaderamente inspirador de todo esto. Alguien que no teme hablar del suicidio de su madre, de cómo quiere que sea el final, de mostrar su decepción por no poder ofrecer cinco últimos conciertos, que reconoce habérselo pasado bien y no tener queja pese a que la función se acabe. Alguien que asegura que lo que es un síntoma de debilidad es no llorar o que es necesario decir más te quieros. Por suerte, de eso me di cuenta hace tantos años que no sé vivir de otra forma que no sea así. (Mi padre ya me decía, «que ya lo sé, ¡hombre!», entenderán lo feliz que me hace saber eso). Te llueven palos por todas partes, pero solo tenemos esta vida como para tirarla a la basura.
Por el camino, bromas y referencias musicales a Antonio Vega, de quien entonará ‘El Sitio De Mi Recreo’ en la despedida final, Celia Cruz, Carlos Tarque, Ketama, Raimundo Amador… Y unas eternas gracias y perdón, sinceros. Del lado técnico, fue una decisión inteligente dejar las preguntas más crudas al aire libre, con el Valle de Arán en todo su esplendor primaveral, como ilustra la portada. Una despedida a cielo abierto. Esplendorosa.
Como periodista no puedo evitar fijarme en el papel de Jordi Évole. Vivo completamente alejado de la polarización existente en torno a las estrellas mediáticas de la televisión y la prensa (me vale para todo el espectro, piensen el nombre que piensen). No me interesa. Aburre y cansa ver que unos son los buenos si son de los míos y otros son los malos porque dicen cosas contrarias a las que yo pienso. También el uso tendencioso de unos y otros. No soy sospechoso de ser un hater suyo, ni tampoco ser un devocionario. Desde ese punto de vista, considero que su trabajo es impecable. Desde la sinceridad con la que arranca reconociendo “es que no sé qué preguntarte” (por mucho que las críticas expertas digan que eso es un arranque frío y tal, a mí me parece un ejemplo de humanidad y transparencia necesaria para un documental como este), hasta la quita de hierro y la alternancia natural entre preguntas profesionales y otras personales, emergentes ante lo inminente. Pura empatía y sinceridad.
Si es elemental vivir con dignidad, también lo es morir. Y creo que al final también he logrado mantener la compostura. O lo espero.
“… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando”. (Juan Ramón Jiménez)
Publicado el febrero 22, 2021 en Actualidad y etiquetado en Actualidad, Eso Que Tú Me Das, Jarabe De Palo, Jordi Évole, Pau Donés. Guarda el enlace permanente. 10 comentarios.
Brillante, amigo, como siempre. Suscribo todo lo que comentas acerca del programa y me encanta aún más la introducción que has hecho. Tuve mis dudas sobre verlo o no, pero no me arrepiento, es uno de los trabajos televisivos que más me ha impactado. Al mismo tiempo también me produjo una sensación agradable de esperanza porque la honestidad de Pau, su valentía y los mensajes que nos dejó me hacen ver el futuro de una sociedad enferma con algo más optimismo.
Muchas gracias, Ángel. Aprecio muchísimo que hayas compartido tu opinón, ya lo sabes.
Buenas:
La verdad es que ver el documental te quita muchas tonterías de golpe. Nada más ver a Pau en pantalla se me saltaron las lágrimas y pensé en dejarlo para otro momento, pero en cuanto empezó a hablar no veías su rostro, sólo escuchabas sus palabras. Qué cabeza tan bien amueblada y qué entereza para decir todo lo que dijo.
Me ha encantado tu entrada, Javi
Un abrazo!
Muchas gracias, Gema. Un placer leerte por aquí.
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