Tarque – Vol. 2

Publicado por elchayi

Hablo un tanto de memoria cuando afirmo que puede que Tarque sea uno de los muy poquitos casos en los que cuando un frontman, vocalista, cabeza visible, cara reconocible, cantante (llámenlo como quieran) emprende una trayectoria como solista al margen de su banda nodriza para hacer una propuesta mucho más dura y contundente. Si hacemos un repaso por encima, por todo género, época y distinción… Tenemos el caso de Robe con Extremoduro, de Fito con Fitipaldis con respecto a Platero y Tú, de Rulo y La Fuga, de Mikel Erentxun con Duncan Dhu, Lülu con Forraje, Kutxi Romero con Marea, Quini con Benito Kamelas, Jevo Jevardo con El Reno Renardo, Pablo Carbonell con Los Toreros Muertos, Jose Andrea en su día cuando estaba en Mägo de Oz, Tete Novoa con Saratoga, Enrique Bunbury con Héroes del Silencio… Y así podemos estar un buen rato, pero creo que el concepto se da por presentado: todas y cada una de esas propuestas ‘solistas’ son siempre bajando un tanto la intensidad y sin embargo con el bueno de Carlos Tarque pasa todo lo contrario, si nos atenemos a los últimos tiempos de M-Clan. Tiene por tanto algo de libertad furiosa esta plausible salida de guion. Se notaba en el Vol. 1 publicado en 2018, pero es que se nota todavía más si cabe en esta rutilante y contundente segunda entrega que es todo un tratado de genuino rock empacadísimo, fuerte y con tintes de blues y a veces más hard. Disfrutable de principio a fin… Efectivamente, estamos ante uno de los mejores discos del año.

Ha contado Tarque para este nuevo asalto con todo el equipo de confianza ‘B’ que ya le acompañó gustoso en el estreno. Esto es: Carlos Raya a la concepción, guitarras, arreglos y producción y mano derecha (no es para menos, de hecho firman a medias todas y cada una de las doce canciones, incluida la adaptación de tema de Willie Dixon “Evil Is Going On”, convertido en “Maldigo”), Iván ‘Chapo’ González al bajo y Coki Giménez a la batería. El trío se autodenomina como La Asociación del Riff.

Además, han contado con la colaboración especial de David Schulthess (Morgan, Quique González…) el hammond. Como técnico de grabación ha echado una mano Héctor Katz, la mezcla es del propio Carlos, mientras que la masterización es obra de Howie Weinberg.

Estruendosa, divertida, afilada hasta el punto Purpleliano nos recibe, en toda una manifiesta declaración de intenciones “He Vuelto Para Veros Arder”. Flanger en la guitarra, una batería que va de menos a más y una modulación vocal en el fraseo que va jugando en diálogo con el riff entrecortado nos van preparando para un estribillo pegadizo a rabiar. Premonitorio título el de “Bombas En Son De Paz”, que arranca con sirenas al estilo Sabbath y cierto marchamo marcial en la base rítmica y lo circular del riff. Es un tema algo más oscuro y encarado, con mucho de vívido texto resabiado y desencantado, de naturaleza hard y ligeramente stoner en algún puente.

Entre el chamanismo y la evidente plegaria “Credo” juega en los mismo terrenos muy pautados de la base rítmica, que a veces parece explotar casi en un “Another One Bites the Dust” de Queen. Eso sí, la guitarra que recoge tras el estribillo es puro destello efectista, dejando una estela de clasicismo setentero encantador. Es imposible no imaginarse a los hermanos Young como la influencia más clara de “Escapa Del Amor”. El desarrollo, directo y sin pocas contemplaciones de cara a la galería, nos desemboca a quizá uno de los estribillos más melódicos y blandos del conjunto.

Nos desquitamos pronto cuando llegamos a “Maldigo” que, como apuntaba, es una versión de un tema de Willie Dixon y popularizado por Howlin’ Wolf que, como tal, rebosa y rezuma de un notable grosor de guitarras y un bien de renegror blues, vampirizado por una banda que se mueve descaradamente disfrutona entre los compases y las improvisaciones. Metidos en faena, no es extraño que su sucesora sea un blues lento y genuino con el nombre de “Mar De Whisky”, que cierra con calma tensa la primera parte del álbum.

De nuevo con pesadez de corte Sabbath y un rugido vocal cortante y brutal nos llega “Piel De Toro”, visión crítica para un nuevo tema muy cortante en su sonoridad y adusto en su desarrollo. “Tan Grande Como Tú” roza casi el ragtime en su melodía principal, aunque lo que prima ante todo en esta ocasión es una querencia Stones en el fraseo, con un estribillo igualmente fresco y dinámico. Por su parte, de “Flores Del Acantilado” me quedo con la combinación entre el punto vocal casi doliente del estribillo y su progresión musical, que ya de por sí ofrece distintas ambientaciones a lo largo del metraje, siendo una de las más ricas en dinámica.

En el tercio final, los extremodurianos se acordarán de “¡Qué Borde Era Mi Valle!” cuando arranque “Pacto”, que regalará un velado guiño a “Donde El Río Hierve” en la segunda estrofa de la canción. El soniquete de la canción también tiene mucho de locomotora, recurso habitual del puto rocanrol. Tarque y su manera de descerrajar el estribillo y el solo cruzado de guitarra terminan de incendiar el asunto. “Días Extraños” vuelve a desempeñar un tratado de hard rock cimentado en la efectividad del riff y, sobre todo, una deliciosa combinación cuando en la coda se acompaña con coros.

El cierre llegará con la balada del álbum, “Lluvia De Abril”, que en la voz de Tarque (¡así cualquiera!) acaba sonando igual de animosa que el rock más duro y, por cierto, con una de las mejores letras del disco.

Si ya su debut como solista era muy notable, libre de pasado para, precisamente, jugar con el pasado Tarque (con un dream team como banda) firma un álbum que no es que vaya a cambiar el status y la consideración que todos ya le habíamos dado, pero sí que nos regala doce nuevas canciones con las que recordar que, por más que insistan o que se dispare en el pie, el rock no está muerto.

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