No. No es coña. Y si eres capaz de diferenciar un personaje de su creación, deberías seguir leyendo y descubrir un directo fundamental para el rock en castellano. La compilación y despedida, en su momento, de un creador de canciones sobresaliente. ¿Qué estaba en contra de las descargas gratuitas? Sí, como en el rock también lo han declarado Robe Iniesta de Extremoduro o Txus de Mägo de Oz. ¿Pero a ellos se les perdona y se mira para otra parte? O porque ellos no dieron la cara como la dio él. (Y es verdad, ¿qué le importaba a él, que nadie se descarga sus discos?) Otra cosa diferente es que metiera la mano en la caja como han denunciado posteriormente, dirá la Justicia, pero eso no se sabía en aquellos años de vilipendio que terminaron como colofón con el vergonzoso linchamiento de Viñarock 2006. Nunca sentí más vergüenza por nuestro público que en el aquel atentado contra la libertad de expresión.

Dejo claro que (en la mayor parte) no estoy de acuerdo con aquel discurso poco atinado en el que mezcló la chulería rockera que atesoraba con el desafío verbal exacerbado. Pero al final, como digo, era él quien daba la cara por todos los creadores que también se quejan pero ‘se les perdona’ (porque a la gente le gusta su música, la mayoría de ellos estoy convencido que ni habrá prestado la más mínma atención al lirismo de Ramoncín, pero sí que gritan aquello de “Litros de alcohol, corren por mis venas mujer”), y posiblemente se excedía y claro que no tenía razón en muchos de los argumentos. Pero la broma, el apaleo público era para Ramoncín el tonto y la casa de Miami de Alejandro Sanz. Ole.

Yendo a la música, que es de lo que se trata, Al Límite, Vivo y Salvaje es un enorme disco de rocanrol donde Ramoncín compila (manejando con maestría su voz limitada y que en ocasiones recuerda a Iñaki, de Glutamato Ye-Yé, algún día pasarán por aquí, o viceversa) todas las caras de su discografía: el amor en carne viva, la crítica social de las calles de barrio y el hedonismo más puro del rocanrol.

El álbum tiene un inicio difícil, eso sí, tras la intro de ‘Hill Street Blues’ se arranca con ‘Como Un Susurro’, una canción de amor abandonado con frases como “como la sangre que no tiene por dónde pasar, así se queda mi vida sin ti”, un largo medio tiempo un tanto descolocado al inicio de setlist. El pulso se acelera con la intro de ‘¡Déjame!’ y ese saxo tan deudor de Clarence Clemons. Un tran tran que lleva sin remisión a esa entrada de armónica brutal de ‘Estamos Desesperados’. Puesta la diversión, más amor con dos joyas de texto como ‘La Chica De La Puerta 16’ compuesta con don Pepe Risi de Burning y ‘Canciones Desnudas’, censurada en su tiempo con aquello de “estoy loco por comerte el chochito” (en estudio, “un poquito”).

La primera parte del concierto, tras la teatral ‘Por Ti Me He Vuelto Loco’, se cierra con la políticamente incorrecta ‘Marica De Terciopelo’, escrita con 17 años, que se convierte en un extenso canto desesperado, lúgubre, muy apropiado para la época (1978) cuando nadie se atrevía a decir ciertas cosas. También esa callejera ‘Reina De La Noche’, con algo de Stones, y sobre todo ‘Cheli’ demuestran esa vertiente retratadora de personajes poco recomendables de la calle y la noche, como hiciera en esos años el propio Sabina, con ese aire de cine kinki que llevaron al éxito comercial José Antonio de la Loma o Eloy De La Iglesia.

La segunda parte no da concesión al descanso. El rocanrol se hace carne en ‘Rock and Roll Duduá’ y ‘La Cita’, dos trallazos concisos y directos que abren paso al melodrama cruel de ‘Ángel De Cuero’, otro canto de muerte y decadencia, preludio de una brutal ‘Forjas y Aceros’, una canción muy comprometida con las protestas por la reconversión industrial en el cantabria y País Vasco: “balas de goma que cortan el aire, sangre en Euskadi que nadie quiere pagar. Uniformes de miedo que cortan la respiración. Forjas y Acero, guerra sin tregua”. Extractos que leídos hoy nos llevan a recordar, aunque el contexto sea distinto, el suceso Íñigo Cabacas.

En el tramo final del concierto encontramos la imprescindible ‘Putney Bridge’, escrita por Ramoncín tras ver desde la estación de metro londinense cómo recuperaban el cadáver de un punki de las aguas del río. Otra letra enorme. Tras la prescindible ‘Cold Turkey’ (lo siento, no la trago), llega el blues cabaretero de ‘¡Hola Muñeca!’, con guitarras muy pesadas, y la traca final de ‘Hormigón, Mujeres y Alcohol’ (Litros de alcohol, claro) y la salvaje ‘Al Límite’, un rocanrol redondo y salvaje que ponía colofón a un disco que sigue siendo una delicia escuchar de principio a fin.

Y no importa que el personaje se convirtiera en alguien antipático y de fácil golpeo público. La música está por encima de eso porque si no, no escucharíamos la gran parte de las canciones y discos que nos gustan pero, se me olvidaba, con otros se mira para otro lado.

Os invito. Eliminad prejuicios y dadle al play.

En Spotify.

Tracklist:

Disco 1:

1. Hill Street Blues
2. Como Un Susurro
3. ¡Déjame!
4. Estamos Desesperados
5. La Chica De La Puerta 16
6. Canciones Desnudas
7. Por Ti Me He Vuelto Loco
8. Marica De Terciopelo
9. Reina De La Noche
10. Chuli

Disco 2:

1. Rock & Roll Duduá
2. La Cita
3. Ángel De Cuero
4. Forjas Y Acero
5. Putney Bridge
6. Cold Turkey
7. ¡Hola Muñeca!
8. Hormigón, Mujeres Y Alcohol
9. Al Límite

El vídeo no es de ese directo, pero vale de ejemplo.