Leiva – Monstruos
Rompe Leiva con la tipografía de la carpeta de portada en su tercera entrega en solitario desde que las andanzas de Pereza decidieran bifurcarse en caminos diferentes. Al menos en la del título del disco, no en la de su nombre que, como un martillo pilón, busca refrendarse como un referente indiscutible del rock masivo, aunque se nos presente más delicado. Sin duda lo es, tal y como se demuestra con las expectativas que rodean cada uno de sus lanzamientos. Tras un desnaturalizado Diciembre y un notabilísimo y atinado Pólvora, el tercer trabajo del madrileño viene a cerrar lo que denomina como una trilogía, si bien las similitudes propiamente dichas son escasas. En esta ocasión se aleja de los mandos para dárselos en su totalidad a Carlos Raya (que coprodujo el anterior), que tira de Joe Blaney para la ingeniería. Dos nombres propios intachables, pero de una personalidad y ‘modus operandi’ tan marcados (sobre todo en la interpretación guitarrera de Raya) que el peso es muy alto en el resultado final. Hay menos sobresaltos sonoros en el álbum que tira de minimalismo seco en guitarras y arreglos. Poquitos, los justos, mucho hammond y naturalidad en la forma de cantar. No es un paso atrás, pero es un paso más corto.
Consciente de que las composiciones en giras largas suelen dar como resultado discos nerviosos, urgentes, Leiva decidió de alguna forma espaciar la cuantiosa gira de Pólvora (más de 120 fechas reza en su propia página web) del remate de algunos textos recopilados en la misma y la posterior composición. Esta voluntariedad en reposar, cual tequila, la materia prima, ha dado como resultado un total con una cierta linealidad inesperada. Es cierto que algunos temas nos sorprenden ligeramente en su desarrollo pero no es la principal virtud del álbum. Los medios tiempos de melodías continuadas capitalizan un álbum que nos trae a un Leiva, eso sí, muy fino a la hora de cantar. Apenas hay afección ni pose. Esa llaneza compensa la ausencia de algo de brillantez en las letras, que no son malas, pero son planas. La asunción de la derrota puede afrontarse de muchas maneras y mientras que en Pólvora había víscera aquí hay regocijo del perdedor.
‘El Último Incendio’ es una entrada apropiada a lo que le sucederá en los siguientes tres cuartos de hora. Un tema de contemporaneidad evidente, de estructura creciente y abierta, pero con esa contemporización tan manida ya por el cliché extendido. ‘Guerra Mundial’ será uno de los temas más trascendentes del conjunto. Otra entrada de nervio minimalista que apunta alto en el puente y estribillo pero que, musicalmente, nunca termina de explotar, quizá lo más en un solo conciso y rudo y con los ligeros (escasos todo el disco) vientos finales. La triada de inicio la completa ‘Sincericidio’, sin lugar a dudas la canción más cercana al universo de Pólvora. Tan rotunda en su odioamor tan Malla. Un magnífico single, pegadizo y pegajoso.
‘Breaking Bad’ es un ejemplo claro de la linealidad apuntada más arriba, que solo parece desperezarse en las segundas partes. Las estrofas de los fraseos vuelven a ser tratadas con sencillez, con espacio para que brillen los aderezos de teclas y cada uno de los acordes que se suceden con calma. Un silbido preside ‘Dejándose Caer’, una de mis favoritas del disco porque creo que aquí sí que se recoge la principal intención del álbum, que es demostrar que no hay sujeción a corsé ni norma alguna. La libertad compositiva que emana el tema, junto a los sutiles cambios le confiere una sensación de directo muy acusada. ‘La Lluvia En Los Zapatos’ es la más directa de la docena y la más rockera (en su término más convencional). Tanto… que casi parece descontextualizada.
‘Hoy Tus Ojos’ le da continuidad al tempo y despacha una melodía principal con tintes calamarianos. El tema que da título al disco, ‘Monstruos’, es otro de los que destacan. Un medio tiempo con una guitarra acústica constante, omnipresente, un recurso poco explotado en el disco y que, al oído me remito, le sienta a su nueva tesitura mejor si cabe que en tiempos pretéritos. El dueto ‘Electricidad’ y ‘Medicina’ es uno de los más vigorosos. Y eso que la primera juega al despiste. Si bien la crudeza de la letra anticipa la tormenta de un duro arreón en el estribillo. En esos términos, si bien más agresiva (algo de corte stoniano en el break instrumental), se despacha la segunda.
La movilidad geográfica determina los dos cortes que cierran el disco. (Los viajes, esa fuente de inspiración constante para los músicos, para bien o para mal). ‘San Sebastián – Madrid’ es otro de esos ejemplos en los que la sencillez con la que ha querido tratarse los temas más tranquilos deja la sensación de canción no rematada. Por último, ‘Palermo No Es Hollywood’ evidencia la querencia argentina (“Andrés, Pappo, Fito y Charly”) que tienen algunos temas y brilla por la limpieza de su piano. Un ejercicio transparente que concuerda con el propósito general.
Al final a uno le queda la sensación de que el disco pretende aspirar a ser el Bohemio particular de Leiva, pero se queda a medio camino. Es sin duda un álbum muy trabajado y pensado, pero quizá no era lo esperado. En cualquier caso, a veces es necesario que los músicos no sean previsibles.
Tracklist. Lista de canciones:
- El Último Incendio
- Guerra Mundial
- Sincericidio
- Breaking Bad
- Dejándose Caer
- La Lluvia En Los Zapatos
- Hoy Tus Ojos
- Monstruos
- Electricidad
- Medicina
- San Sebastián – Madrid
- Palermo No Es Hollywood
Publicado el septiembre 13, 2016 en Críticas Discos y etiquetado en Andrés Calamaro, Bohemio, Críticas Discos, Diciembre, Leiva, Monstruos, Polvora. Guarda el enlace permanente. 7 comentarios.
Coincido. Para mi gusto esta muy a medias de llegar a ser tan completo como sus anteriores dos discos. Me esperaba «mas» al escucharlo por primera vez, quiza lo esperaba con demasiada ansia…
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