Calamaro – Bohemio
Los adjetivos para Andrés Calamaro después de 35 años de carrera, sea con distintas formaciones o en solitario, se acabaron hace mucho tiempo. Prolífico, excesivo, incontinente, rockero o tanguero, aguerrido o conquistador, lija o terciopelo… lo ha sido todo (y lo sigue siendo). Bohemio es su nueva entrega, un paso más en un camino extenso, que esta vez se presenta en formato ‘convencional’, un álbum de diez canciones que contrasta con esa verborrea musical ofrecida en soundclound en el pasado año o en internet hace más de una década, mucho antes de que se pusiera de moda o que la exigencia del mercado musical lo exigiera. Como ya hiciera en La Lengua Popular, Andrés ha contado de nuevo con Cachorro López (compañero en Los Abuelos De La Nada) a la producción, pero esta vez ahondando más en el sentimiento que en el colorista sonido obtenido en aquella entrega. “Bohemio es un disco venenoso”, dijo en la presentación a medios. Nada hay más cierto.
Porque Bohemio se nos presenta a la primera escucha como un disco amable. Una producción muy cuidada, repleta de pequeños detalles pese a su sencillez. Ligeros slides, guitarras de baja distorsión, portes muy discretos de teclas, pequeños redobles casi imperceptibles… Todo es mucho más de lo que parece en primera instancia. Ahí reside uno de sus principales atractivos y una de las fuentes principales del veneno. La banda se compone para los directos por Julián Kanevsky y Baltasar Comotto en las guitarras, Mariano Domínguez en el bajo, Sergio Verdinelli en batería y Germán Wiedemer en los teclados. Aunque en estudio ha estado muy presente el habitual Sebastián Schon.
La apertura del disco con ‘Belgrano’, acústica y con la voz limpia de Andrés, que firma en su nitidez uno de los discos mejor cantados de su carrera (sin impostaciones, sin ronqueras, sin acentos), deja claro que el mundo ofrecido en Bohemio está en una dimensión distinta a entregas anteriores. Un tema que suena a desfile de despedida, a agradecimientos sin dramatismo, con una armónica final que refuerza ese aire fronterizo que se desprende desde la portada. ‘Cuando No Estás’ es el single que sirvió de anticipo que, aunque se le eche en falta alguna estrofa más, está repleta de frases que ya habrán marcado para siempre a los corazones malheridos. Un medio tiempo en el que destaca la intensidad del golpeo de batería, así como el crescendo vocal de Calamaro. Un ejercicio sano de amor ausente.
En la misma línea emocional, de amores rotos pero sin dramatismo, continúa ‘Tantas Veces’, que ofrece alguno de los versos más brillantes, con poso, “dicen que para escribir es indispensable sufrir y no puedo quitarle razón a tantos poetas”. Una balada muy delicada, orgánica con unas teclas en el puente hacia el estribillo casi minimalistas, pero que ofrecen como resultado una de esas grandes canciones, que suenan igual de bien en una sala con quinientas personas que en un gran estadio con miles de asistentes. Como si fuera fácil. El pulso se acelera ligeramente con ‘Rehenes’, uno de los temas más dinámicos y rítmicos del álbum con unas guitarras que adquieren mayor presencia en el estribillo, que nos presenta a un Calamaro muy inspirado, cantando con actitud elevada, con el “vayamos pintados con sangre de los dos”. Destaca el parafraseo a sí mismo de ‘5 Minutos Más’, algo que se repite a lo largo del disco (en plena consciencia y voluntariedad) con referencias a que el corazón es un músculo que necesita acción, cántaros que se rompen, pájaros cantores o con otras de otros artistas como la titulada ‘Nacidos Para Correr’ o ‘Plástico Fino’. Una intencionalidad que explicará en cierta forma en el noveno corte, ‘Dentro De Una Canción’. Nada es casual con Andrés.
La citada ‘Nacimos Para Correr’ es un nuevo tempo intermedio con aires de gran canción americana, que se tamiza un tanto por el solo de nuevo con slide y con uno de los textos más realistas que ha escrito un músico sobre su profesión. Porque mientras se pueda, queda mucho por hacer, porque “nacimos para correr (…) Cada vez que suene mi canción voy a volver a nacer otra vez”.
El homónimo ‘Bohemio’ es otro de los temas de golpeo directo y que conquistan desde la primera escucha. Un tema con aroma a bolero, que contrasta con su ritmo algo más acelerado y una interpretación cadenciosa de ascendencia tanguera. Un delicado interludio de piano termina de incendiar la canción, mientras que unos teclados sutiles acompañan con intensidad oculta el estribillo con esa guinda de caballerosidad solemne, como inclinarse ante una sombra al pasar y que culmina con ese “permite que me saque del sombrero para saludarte, libertad”. Brillante. En el tramo final encontramos ‘Plástico Fino’, posiblemente la canción que mejor refleja la influencia del sonido americano en el que se deslizan Cachorro y Andrés en este disco y que tan bien le sienta. Referencia velada a Radio Futura y su ‘Veneno En La Piel’.
‘Inexplicable’ es quizá el tema más diferente de todo el álbum. No ya por su velocidad, sino por cierto aire sutil de disco-retro, rozando el funk en la parte final, tanto en el fraseo vocal como en el musical, así como en el estribillo que suena con una familiaridad inquietante. Para terminar de redondear lo diferencial, la canción contiene el solo de guitarra ‘más puro’ de todo el álbum. Una canción rotunda y efectista que eleva el resultado global del disco.
Como comentaba antes, ‘Dentro De Una Canción’ viene a dar el sentido perfecto al parafraseo comentado. Un texto que es hermoso porque refleja la desnudez del creador ante su propia obra. Un laberinto de frases, de canciones, de vida en definitiva. La vida del que escribe y escribiendo vive. Para cerrar el decálogo de Bohemio, ‘Doce Pasos’ ofrece una sonrisa amable con un rocanrol pausado y sardónico que a muchos advenedizos recordará al soberbio Honestidad Brutal (ese “uhhh” tan reconocible), salvando las distancias por ese break con solo de guitarra sureña y acompañamiento creciente de piano.
Habrá quien prefiera un Calamaro más rápido, otros más pop, otros más oscuro… Y yo me pregunto, ¿es que hay que elegir? Aprovechemos su versatilidad y esta vez su creación ha nacido así. Andrés firma un disco cálido, de esos que, sin darte cuenta, te llevan a darle al play una y otra vez. Donde la sentimentalidad está presente pero sin llegar al melodrama, donde lo crápula convive con el respeto, donde el sonido acaricia y a la vez te reseca la boca, donde todo está en su medida justa y justa medida. Uno de los discos más compactos y cohesionados de su discografía.
Yo ya estoy brindando por ello.
PD: hoy hace justo un año publicábamos la crítica de ‘Tempest’ de Bob Dylan. Brillante casualidad.
Tracklist:
- Belgrano
- Cuando No Estás
- Tantas Veces
- Rehenes
- Nacimos Para Correr
- Bohemio
- Plástico Fino
- Inexplicable
- Dentro De Una Canción
- Doce Pasos
Publicado el septiembre 18, 2013 en Críticas Discos y etiquetado en Andrés Calamaro, Bohemio, Cachorro López, Críticas Discos, Honestidad Brutal, La Lengua Popular, Radio Futura. Guarda el enlace permanente. 12 comentarios.
He sido (¿fui?) tremendo fan de Calamaro, pero le perdí la pista y vuelvo poco a sus nuevas canciones. Debe ser una enfermedad. Ahora, Forever Calamaro…
Este es fabuloso texto. Un saludo.
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