Andrés Calamaro – Romaphonic Sessions
Del todo imprevisible e impredecible. Desde que rompiera con cualquier tipo de convencionalidad con aquel doble eterno llamado Honestidad Brutal y más aún con su mastodóntico El Salmón, Andrés Calamaro sume a su público en una constante incertidumbre sobre cuál va a ser su siguiente paso. Hay quedan su latente El Cantante, el arrebatado Tinta Roja, el preciosista El Palacio De Las Flores, el vitalista La Lengua Popular, el rugoso On The Rock o el veneno de Bohemio. También en vivo nos legó esa joya con la Bersuit Vergarabat en El Regreso, el Dos Son Multitud con Fito & Fitipaldis, el Hijos del Pueblo con Bunbury o ese doble pasional Jamón Del Medio y Pura Sangre. Ahora, Calamaro vuelve a dar un paso en su justificada megalomanía (esa de la que le acusan los que no están de acuerdos con sus opiniones personales) y retoma aquello de Grabaciones Encontradas, dándonos un nuevo volumen, el tercero, 20 años después de su segunda entrega. Romaphonic Sessions es un disco de crooner a-corazonado, grabado en pocas horas al calor del piano de su confidente Germán Wiedemer. Quizá un álbum para paladares exquisitos o oídos selectos, para salmones del bienvivir.
Y no se arruga el cantor en la nueva aventura, ni en el calor que tiene que ponerle a los arreones de una dinámica imponente en los dedos de Wiedemer, ni en la selección de temas elegidos para la decena que componen el álbum. Temas propios, desde Los Rodríguez a las grandes cotas de su carrera en solitario, pasando por clásicos del tango y piezas no tan conocidas, algunas con más de 80 años de antigüedad.
Ahí queda esa despechada canción de amor a los orígenes ‘Nueva Zamba Para Mi Tierra’ de su adorado Litto Nebbia, la ‘Garúa’ añeja de Roberto Goyeneche, la difícil y soberbia ‘Biromes y Servilletas’ que toma de Leo Masliah, la popular ‘Milonga del Trovador’ que Piazzolla y Horario Ferrer escribirían para Jairo o ‘El Día Que Me Quieras’. Y ese orgullo apesadumbrado de ‘Absurdo’ de los Expósito, Virgilio y Homero, y la ‘Soledad’ de Gardel, octogenaria. A estas incontestables piezas se les suma ‘Mi Enfermedad’ y ‘Siete Segundos’ de Los Rodríguez, del todo inimaginables en una selección así y que evidencian que, pese a la celeridad del proceso de grabación, ha habido un trabajo sesudo previo, y dos joyas de Honestidad Brutal: ‘Los Aviones’ y, sobre todo, la gigante ‘Paloma’, que revive con nueva piel con la misma muesca sobresaliente que su original.
Si el tanguero Tinta Roja se hacía cuesta arriba por una pulsión monocorde, a Andrés Calamaro le ha sentado como un guante el concepto este disco descarnado. Hace mucho la edad, imagino, y la serenidad. Camino de los 55 años, Andrés no solo siente y vive también el poso de temas menos urgentes, sino que además es capaz de comunicar, relatar y dar voz con un aura confidente, de gran figura, como un Sinatra latino, como un Dylan porteño. Con aire de jazzie que recuerda en ligeras gotas de vino al genio de Bebo Valdés.
Los que queremos su música sabemos que no es un disco fácilmente digerible, pero su calidad y nivel es indiscutible. Que una gran figura se permita este tipo de ‘lujos’ no hacen más que agrandar su leyenda y aumentar el legado y la paleta de registros sonoros para el día que nos falte. Que ojalá queden muchas décadas para eso.
Tracklist:
- Nueva Zamba Para Mi Tierra
- Garúa
- Mi Enfermedad
- Biromes y Servilletas
- Los Aviones
- Milonga Del Trovador
- Siete Segundos / El Día Que Me Quieras
- Absurdo
- Soledad
- Paloma
Publicado el abril 4, 2016 en Críticas Discos y etiquetado en Andrés Calamaro, Bohemio, Calamaro, Hijos Del Pueblo, Honestidad Brutal, Jamón Del Medio, Pura Sangre, Romaphonic Sessions. Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.
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