Andrés Calamaro – Dios Los Cría
Recurso de sobra conocido el de marcarse un disco de grandes éxitos remozado con colaboraciones. Pero, como ante todo en la vida, las cosas pueden hacerse bien, mal o regular. Pero es que, además, Andrés Calamaro tiene tanto repertorio y tipo de canciones en su currículum que le da para hacer otros cinco discos de este corte, con artistas diferentes en cada uno de ellos. Aquí ha optado por algo así como el smoking y lo clásico, con canciones llevadas a piano y voz, principalmente, con guitarras acústicas, algunas cuerdas y tipo crooner. Algo así como sus Romaphonic Sessions pero aderezado de grandes estrellas. Por tanto, al situarnos en la escucha y crítica del disco, hay que tener en cuenta que el artista y cantor ha optado por un sentido homogéneo y conceptual que hace que por momentos se antoje previsible pero, por otro, bastante grato y apacible durante todo el metraje. Desde aquí, que nos quedamos con todas sus facetas musicales (las opiniones personales sobre otros temas, libre es todo el mundo de tener las que considere), jaleamos a Andrés para que en unos cuantos meses reúna a una corte más noctámbula y bullanguera (no olvidemos que el propio Calamaro cantó en los tributos de Barricada y Def Con Dos, por dar dos ejemplos) para que saquen lustre a las seis cuerdas electrificadas y al bombo y caja. Dicho esto, con la misma técnica que empleé para el homenaje de Ni Tan Joven Ni Tan Viejo de Joaquín Sabina, vamos con la crítica, tema a tema, de cada una de las colaboraciones y revisiones. Y en el último trago, nos vamos.
Bohemio (con Julio Iglesias): Es difícil que no se erice el vello con solo ver su nombre. Estamos en un sitio de rock, sí, pero no duelen prendas en reconocer que Julio Iglesias es uno de los grandes. El tema no le puede ir más al pelo. Es un tema de golpeo directo y que conquista desde la primera escucha. Aroma a bolero y ascendencia tanguera. Intensidad en el estribillo con esa guinda de caballerosidad solemne, como inclinarse ante una sombra al pasar, y que culmina con ese “permite que me saque del sombrero para saludarte, libertad”.
Tuyo Siempre (con Vicentico): Es una de mis canciones favoritas de Andrés, hasta el punto de que la situé en el puesto número 6 en #Mis10de. Los vientos le dan un grosor que combina bien con el tono juguesco de la base rítmica y cierto aire cumbiero. Vicentico tiro de sus registros más rotos, lo que le lleva a unos agudos a veces algo sacados de tono, pero pecata minuta para la magnificencia de la canción por sí misma. Podría haber sido mejor, sin duda. Pero es que esta canción hace daño solo por existir.
Estadio Azteca (con Lila Downs): Palabras mayores y auténtico tótem simbólico. La entrada de piano haciendo la melodía principal es excepcional y perfecta presentación para la rotunda voz de Lila Downs, que arrastra el fraseo con una belleza y porte señorial. De hecho, tiene el piano la difícil misión en toda la canción de hacernos olvidar los coros omnipresentes de la original… y lo consigue. No era fácil y la versión es notabilísima. Como coda, una derivación jazz sobre el recitado de Lila Downs, volviendo a la senda del “amor al canto” de Andrés.
Para No Olvidar (con Manolo García y Vicente Amigo): Fue la primera avanzada, cuando todavía no era oficial ni la salida del disco. Es una de las tres canciones de Los Rodríguez incluidas en la lista. Se le ha bajado el tempo de manera considerable y la rumba venenosa original se convierte el dolor lastimoso de la herida recién abierta en un recuerdo elegante gracias a un Manolo que, demonios, suena más naturalizado aquí que en sus propios discos. Lo de Vicente Amigo, claro está, es otra lección de uno de los mejores guitarristas flamencos que nos quedan junto a mis paisanos Tomatito y Niño Josele, que encontraremos más adelante.
Mi Bandera (con León Gieco): A una leyenda de la canción argentina y pacifista (‘Solo Le Pido A Dios’, ‘En El País De La Libertad’, ‘Cada Día Somos Más’) como León Gieco no le puede sentar mejor otra elección que ‘Mi Bandera’, una de las letras más internacionalistas, humanistas e hímnicas de Andrés Calamaro. Con arreglos claramente dylanianos, claro nexo en común de ambos, hace el resto, armónica incluida. El tiempo se para y lo preciosista se hace carne. Sea.
Flaca (con Alejandro Sanz): Se ha convertido en costumbre darle palos a Alejandro Sanz por el motivo que sea, especialmente en sus colaboraciones o participaciones en discos tributo. Si ya le tocó ser vapuleado por el de Sabina (nosotros lo defendimos) tampoco aquí se ha salvado de la quema. Es cierto que toque glam-rockero de la original ha quedado suprimido por los sones percusores, pero es que es el formato de todo el disco, por más que echemos en falta los metales. La canta bien y siempre es un placer unir dos trasatlánticos.
Tantas Veces (con Mon Laferte): convertida en ojito derecho desde hace unos años, lo de Mon Laferte es ya una costumbre. El bolero y la canción pasional es lo suyo, con esa mezcla de candidez e intención y aquí, sobre el piano, vuelve a enamorar. El tempo lento se hace rutilante cuando terminan de fundirse las dos voces… por más que la letra ya nos suene a un desencanto sobre la cicatriz que dejaron las numerosas puñaladas.
Algún Lugar Encontraré (con Carlos Vives): es una de las versiones que más me han decepcionado y eso que tenía un punto interesante recuperar un tema tan añejo (1995) y que, incluso, es de las pocas donde se deja querer más la guitarra eléctrica. Quizá sea por Carlos, un artista al que le tuvo muchísimo respeto desde el Clásicos de la Provincia de 1993 hasta su segunda parte en 2009, con sus otros cinco discos por el camino, pero que aquí me deja con la gota fría.
Jugar Con Fuego (con Raphael): lo dicho para Julio Iglesias me vale para Raphael… multiplicado por tres. Este tangazo impresionante suena tan genuino y auténtico que rompe el alma, también por la voz natural, envejecida, casi afónica del linarense, y por el refuerzo de redobles y percusión en las estrofas. Hay que recordar que esta canción ya la cantaron juntos en uno de esos sempiternos programas especiales que Raphael ha grabado para Televisión Española, en este caso en 2017.
En Un Hotel De Mil Estrellas (con Milton Nascimento): igual que las películas de Kubrick son un manual de estilo de los distintos géneros que tocó, este corte tiene un aire de jazz y bossa solemne y sobresaliente gracias a la leyenda brasileña Milton Nascimento. Está bien que este tipo de cosas (como la colaboración de Toquinho en el disco de C Tangana) permita a los más inquietos a conocer a nombres imprescindibles que en España no son tan conocidos. Pura delicatesen, oiga. Es de Los Rodríguez.
Engánchate Conmigo (con Juanes y Niño Josele): Tercera y última de Los Rodríguez en hacer aparición. Buen tipo Juanes que, por cierto, acaba de salir indemne de un imposible como llevarse al castellano y fuera del rock el ‘Dancing In The Dark’ de Bruce Springsteen. Aquí le meten piano y palmitas a lo ‘Ranchada de los Paraguayos’. La canción sigue siendo como un puñal mojado en sal y vinagre así que tengan pañuelo a mano y Pasemos a Otro Tema.
Pasemos a Otro Tema (con Julieta Venegas): Ya no tan popular en nuestro país como cuando llegaron sus Tequila, Sal y Limón y Bunbury la citaba en sus canciones, Julieta Venegas sigue teniendo el mismo encanto en una tesitura vocal inconfundible y una maestría absoluta en controlar la languidez. Algo que después explotarían muchas cantautoras indie de diseño cortadas por el mismo patrón. Cuando el éxito entra por la puerta, la originalidad salta por la ventana.
Gaviotas (con Saúl Hernández): Uno de los temas más sesudos de El Salmón se brinda a la figura del mexicano Saúl Hernández. Un tema en el que las voces parecen casi jugar voluntariamente a una discreción melódica contenida e incorpórea (quizá asemejando el vuelo del pájaro en cuestión) para el brillo del piano, auténtico protagonista de la versión en un derroche de armonías, arpegios y técnica. Chapó.
Horizontes (con Fernando Cabrera): Con el mismo espíritu en casi todo, de El Salmón y de un mexicano a un uruguayo del mismo perfil, Fernando Cabrera y su voz más rasgada casi parece recitar más que cantar en los fraseos, para tornarse en un agudo imposible cuando hace la segunda voz a Andrés. Es un tema profundo y esperanzador. Horizontes, mirar y olvidar todos los males, entre los días tristes y los cristales rotos. Pica.
Paloma (con Sebastián Yatra, Leiva e Iván Ferreiro): Por título y por colaboraciones, tenía todos los números para ser la gran estrella del disco. ¿Lo consigue? No, y ese es su gran éxito. Paloma sucumbe a la línea clara del disco y se impregna en la misma fórmula abolerada, de piano y percusiones cálidas. De Yatra podíamos intuirlo, pero es que Leiva y Ferreiro se adaptan perfectamente a la causa y mantienen el pulso a sus propios vicios a la hora de encarar las canciones para hacer una fusión coral de lo más bella dentro de su funcionalidad.
Un cierre perfecto para un disco de vino y rosas en las formas, atemperando el vinagre y espinas de sus textos.
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Lista de canciones – tracklist:
- Bohemio (con Julio Iglesias)
- Tuyo Siempre (con Vicentico)
- Estadio Azteca (con Lila Downs)
- Para No Olvidar (con Manolo García y Vicente Amigo)
- Mi Bandera (con León Gieco)
- Flaca (con Alejandro Sanz)
- Tantas Veces (con Mon Laferte)
- Algún Lugar Encontraré (con Carlos Vives)
- Jugar Con Fuego (con Raphael)
- En Un Hotel De Mil Estrellas (con Milton Nascimento)
- Engánchate Conmigo (con Juanes y Niño Josele)
- Pasemos a Otro Tema (con Julieta Venegas)
- Gaviotas (con Saúl Hernández)
- Horizontes (con Fernando Cabrera)
- Paloma (con Sebastián Yatra, Leiva e Iván Ferreiro)
Publicado el junio 8, 2021 en Críticas Discos. Añade a favoritos el enlace permanente. 4 comentarios.
Ya es difícil que un disco de estas características se salve en su conjunto. Pero Calamaro, el trío acústico y el productor Carlos Narea han conseguido mantener una coherencia sonora a lo largo de todo el disco que hace que funcione bastante bien de principio a fin.
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