Andrés Calamaro – Cargar La Suerte
No hace falta que regrese porque nunca se fue. Andrés Calamaro tiene nuevo disco y eso para quienes hemos recorrido mucha parte de vida con canciones de su autoría es como recibir en casa la visita de un viejo amigo. Una dosis medicinal para el alma, que alcanza un rincón olvidado en el momento que le damos al play por primera vez al nuevo material que osa toser los tótems de Alta Suciedad, Honestidad Brutal o El Salmón. Luego lo que escuchamos nos puede saciar (El Cantante, El Palacio de las Flores, Tinta Roja, Bohemio, Romaphonic Session, sobre todos, La Lengua Popular) o no (On The Rock, Volumen 11) pero siempre es un gusto comprobar que la llama sigue encendida. Aficionado a la tauromaquia y al boxeo, Andrelo (permítaseme la licencia) lidia y brega consigo mismo, con su imponente nivel alcanzado en entregas pretéritas. Lo bueno es que nunca engaña, siempre, cada uno de esos discos, incluidos los directos, han reflejado su momento vital. De los excesos llenos de insomnio al insomnio constructivo. En Cargar La Suerte encontramos a un artista sereno, seguro y en paz. No dispara ráfagas al aire ni se adorna en su porte porteño. Afina los tiros a pocas balas y se siente armado con una reclutada banda de altura. Doce temas entre los que hay poco de faena de aliño y donde refulgen nuevos destellos de maestría.
Grabado en Los Ángeles con la triple producción de Gustavo Borner, el casi ya indisoluble German Wiedemer y el propio Calamaro, el disco fue grabado en cuatro sesiones de la banda al conjunto en estudio, con alguna ligera producción vocal posterior. Además de Wiedemer a las blancas y negras de pianos y teclados, el grupo base se completa con Aaron Sterling (nada menos) en la batería y percusión, Erik Kertes en el bajo y Mark Goldenberg (nada menos, de nuevo) en las guitarras. Además se añaden a los vientos metales Lee Thornbug, Brandon Field y Joel Peskin en trompeta, saxo tenor y saxo barítono, respectivamente, y una sección de cuerda con Mark Robertson y Ellen Jung al violín y David Low al cello.
Se abre el primer asalto con ‘Verdades Afiladas’, la canción elegida por la discográfica como primer single y videoclip del álbum. Es uno de esos temas a los que las palabras rotundo y redondo le sientan como un guante. Estructura aprehensible, fuerza en el golpeo y un estribillo cuidado en sus arreglos vocales para ejercer de carta de presentación sin fisuras. Historia de desazón de amor donde destaca ese vuelve para ser “infiel conmigo”. Pura entrega.
‘Tránsito Lento’ es un medio tiempo marca de la casa, que mantiene altas las pulsaciones gracias a la primera línea de la batería, slides (presentes en todo el álbum) y la cuidada sección de metales. Calamaro, en su papel, ejerciendo maestría a la hora de alargar fonemas aumentando la expresividad de las palabras y haciendo un guiño al beso en la cicatriz del flaco de Úbeda. Así, metidos en ambiente, llegamos a (quizá) la obra magna del disco: ‘Cuarteles de Invierno’. Ya los acordes iniciales suenan ampulosos, con una querencia Zeppeliana muy acusa, pero los arreglos de cuerda y un Andrés excelso completan un tema, sin ambages, maravilloso, de los que justifican todo un álbum.
Siempre presente, ‘Diego Armando Canciones’ tiene mucho de sonido americana, por la vía cuasi country, perfecto para el aire peterpanesco del corte, con referencias cannabicas y de mate. Momento grande para ‘Las Rimas’, que recupera el punto rapeado de Calamaro, arropado con una majestuosidad épica que conecta de alguna manera con ‘Paloma’. Una confesión narrativa sincera y desnuda, -donde no falta la referencia a la lanza en el costado- declamada con intensidad en todo momento, salvo unos sutiles coros salpicados y tarareados a la manera de Nacho Vegas (qué pena de aquel disco conjunto que nunca llegó). La primera parte se cubre con ‘Siete Vidas’, rock más duro y enérgico de la lista, primo hermano del ‘Adán Rechaza’ del segundo lado, con incontables acordes y arreglos de guitarra que aconsejo escuchar con auriculares para ver los coqueteos entre uno y otro canal. Un brindis por Los Abuelos de la Nada y la lucha linyera.
De los Abuelos a Los Tigres del Norte en ‘Mi Ranchera’. Una balada melancólica (“mejor hubiese sido despedirte de mí con un balazo”), que podemos imaginarle cantar, en penumbra, en una mesa del rincón bebiendo… El tema crece con unos arreglos de metal y cuerda soberbios. Completando así (con Cuarteles y Las Rimas, el podio del álbum). ‘Falso LV’ (Louis Vuitton) recoge las maneras descaradas y lúbricas-glam de ‘Alta Suciedad’, aquí revisionado en las imitaciones de cartón piedra. El tercer cuarto se completa con la más canalizada ira contra la censura y la corrección en ‘My Mafia’, hermosa en sus guitarras acústicas y las referencias a la libertad y sus hermanos.
‘Adán Rechaza’ afila de nuevo la distorsión en un rock trazado con estrofas veloces y con referencias bíblicas sin pretenciosidad. Por su parte, del otro lado, ‘Egoístas’ recupera la liviandad pop, que mantiene la homogeneidad con, nuevamente, slides y teclados certeros. El cierre llega con ‘Voy a Volver’, tema creciente de innegables patrones dylanianos, como un gran final orquestado.
Un disco rojo, nervioso, con sangre hervida, que hermana en estética y en el retrogusto con la también última entrega de Jorge Ilegal, del que escribí hace unas semanas. Calamaro celebra 40 años en el frente de la barricada musical guiado, como casi siempre, más por la construcción que por la demolición.
Cuando le faltan escasos pasos para entrar en la sesentena y ahora que Sabina parece haber entregado el cetro, Andrelo se erige como el digno sucesor del laurel.
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Lista de canciones – tracklist:
- Verdades Afiladas
- Tránsito Lento
- Cuarteles De Invierno
- Diego Armando Canciones
- Las Rimas
- Siete Vidas
- Mi Ranchera
- Falso LV
- My Mafia
- Adán Rechaza
- Egoístas
- Voy a Volver
Publicado el noviembre 8, 2018 en Críticas Discos y etiquetado en Andrés Calamaro, Calamaro, Cargar La Suerte, Críticas Discos, Los Rodríguez. Guarda el enlace permanente. 7 comentarios.
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