El Toubab. Confiesan Que He Vivido. Documental
La vara de medir del éxito en el mundo de la música varía en función de las expectativas o necesidades que uno quiera tener u obtener de ella. Una suerte de extrapolación del refrán aquel que dice que “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. Con esos ojos se debe situar uno ante la carrera de Jaume Blanc, más conocido como El Toubab, y también debe verse el documental ‘El Toubab. Confiesan Que He Vivido’, dirigido por Agnès Olivé, en el que medio centenar de músicos, compañeros y profesionales del sector musical, además de compañeros de vida, van construyendo la forma de ser y la carrera artística del protagonista. Sin que el propio Jaume hable en todo el metraje, que se va a los casi cien minutos, los testimonios externos nos van guiando de forma cronológica desde su infancia, con presencia de sus padres, sus inicios en la música, los distintos grupos y proyectos emprendidos, y con los viajes que marcaron su cambio en la forma de ver el mundo y, por tanto, también de vivir la música. Entre los testimonios más destacados, los de Rosendo Mercado, El Drogas, Kutxi Romero o Fernando Madina… No faltará una generosa y cíclica mención a su especial relación con Toni Urbano de Leño… Pero, como apunto, nada parece aquí buscar una trascendencia que no vaya a más allá de vivir un día siguiendo el dictado que apunta su moral, su integridad y su compromiso con los que le rodean. Un documental que sirve para ver que se puede vivir más allá de la obsesión del éxito. Tan solo buscando ser coherente con uno mismo. Algo que, por desgracia, no abunda en nuestros días.
Jaume Blanc, El Toubab, es todo un trotamundos de la música. En los últimos años ha recorrido toda Europa y varios países africanos, asiáticos y americanos, tocando en la calle y bares… Y también en cárceles, a lo Johnny Cash. También escribe y graba ideas, a lo Manu Chao, en sus viajes por el mundo, como aquel tema instrumental ‘Chain Gang Train’, compuesto en plena gira de presentación de su álbum Viaje Sin Retorno, en los viajes en trenes por Canadá con el vietnamita Vi An Diep y el norteamericano Matt Hatson.
Porque otra de las cosas que caracterizan a El Toubab es la constante interrelación con compañeros de la música. Y digo compañeros, porque es así como entiende la vida alguien cuya maleta es una guitarra y poca ropa. Ya en Sonido de Monedas contó con la colaboración de dos tótems del rock nacional como Rosendo y El Drogas.
Más adelante publicaría Vivir La Vida Con La Bohemiadonde revisaba un año después todos y cada uno de los temas de su álbum Vivir La Vida, acompañándose en cada uno de ellos por un amigo. Sergio Velandia de En Vela, Juantxo Skalari, María Camargo de Real de Catorce, Jaime Asúa, Aurora Beltrán, Xavi Ciurans de Gertrudis, Fernando Madina de Reincidentes, José Arbulú de Cementerio Club, Mai Medina de Ciclonautas, Kutxi Romero de Marea…
Y sí, consigue El Toubab que su música tenga sabor a mundo. Y no porque para ello tenga que marcarse una cumbia, un corrido o unas percusiones africanas. Se nota en ‘la bondad’ de quien es capaz de escribir sin apego a lo material (pero de verdad, no por puro panfletarismo político) y de quien ve la vida con otros ojos. Con el romanticismo de quien ve en las canciones un denominador común que une personas y sentimientos.
Un rocanrol de toda la vida, limpio, honesto, a veces con tendencias poperas, otras más urbanas, otras algo mestizas, pero siempre con una transparencia de los más elogiable y, casi quizá lo más importante, sin ningún ánimo de pompa y grandilocuencia. Un hacedor de ritmos, estrofas y estribillos (textos a medias con su hermano Didac), que no se esconde en citar en sus textos numerosas referencias a otros artistas y canciones.
Alguien que decidió dejar su banda más exitosa (Presidents), que llegó a abrir conciertos para The Offspring o Bad Religion, cuando se encontraba en su momento de mayor popularidad porque un viaje a Senegal le hizo cambiar su visión de la vida. Llega entonces La Voz De Los Nadie, cambios de estilo, conciertos en Honduras, en Dakar. El grupo Té Verde y su transformación definitiva a El Toubab. Viajar a Europa sin más dinero que el que saca de sus actuaciones en la calle. Una aventura en la que más adelante participaría también Juantxo Skalari… La relativización más absoluta de lo que es el éxito y lo necesario.
Dice la sinopsis oficial con la ‘los Kikes’ (Babas y Turrón) presentan esta película, que puedes ver íntegra en el canal de Rock Estatal Records, lo siguiente: “Un valioso documento visual en el que vislumbrar la vida, obra, pensamiento y sentimiento de El Toubab a través de diversas voces que lo han tratado y saben bien la noble madera de la que está hecho. Así, a través de la vivencias, recuerdos, reflexiones y confesiones de Rosendo Mercado, El Drogas, Javi Chispes de Maniática, Kutxi Romero, Ramiro de Leño, Fernando Madina de Reincidentes, Andreu Buenafuente, sus compañeros en otros proyectos y hasta casi medio centenar de participantes, conoceremos la biografía de aquel muchacho de Reus que arrancó como bajista y militante del rock urbano en Presidents —época en la que comenzó su relación fundamental con el ya fallecido Toni Urbano de Leño— para abrir mente, corazón y sonido, aún a las cuatro cuerdas, en La Voz de los Nadie —de cuando data su primer e iniciático viaje a Senegal, con la asimilación de la música étnica y el aprendizaje de la fusión mestiza—, para desembocar en la carrera de El Toubab, el nombre artístico (que significa hombre blanco en dialecto senegalés) elegido por Jaume Blanc para continuar su viaje sin retorno al corazón del mundo y de sí mismo, recorriendo, con ese arma cargada de esperanza que puede llegar a ser una guitarra cuando se entiende a lo Woody Guthrie, las calles de Berlín y Montreal, de París y Lima, de Londres y Dakar, de Bogotá y Atlanta, de Buenos Aires y Barcelona… Un documental que nos muestra y demuestra que la locomotora Toubab sigue marcha, latiendo inasequible al desaliento, en pos de la siguiente estación, haciendo camino al andar”.
Después de esto, solo te queda darle al play y conocer y disfrutar del mundo musical de un músico trotamundos y alejado de cualquier tipo de molde que coarte su libertad. Como bien dice Kutxi, un pájaro es tan libre como grande sea su jaula. Y la jaula del Toubab no tiene frontera alguna.
Publicado el junio 6, 2022 en Actualidad y etiquetado en Actualidad, Confiesan Que He Vivido, documental, El Toubab. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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