Buen título para el nuevo disco de los remozados Whisky Caravan puesto que desde los comienzos conectan con ese público amante que imagina un presente como lo era el pasado, musicalmente hablando. Es una banda que en su insultante juventud de ocho años de vida ha despachado ya cuatro trabajos discográficos de estudio, uno de ellos doble y, en el caso de este último, con un metraje que casi llega a la hora de duración en sus catorce canciones. Discos a la vieja usanza, nada de consumo por píldoras o singles con colaboraciones para enganchar a otra gente, ni fórmulas fáciles. No. Y ese sigue su principal encanto incluso aunque la apuesta por la producción en esta ocasión haya buscado un cierto aperturismo sonoro para dotarlo de una capa más modernista con un productor como José Caballero (Izal, Shinova, Second, Miss Caffeina, La Maravillosa Orquesta del Alcohol…, muy vinculado al movimiento Sonorama, puesto que los estudios Neo Music Box se encuentran en Aranda de Duero, y al bodeguero Javier Ajenjo) más cercano al indie que al rock de trinchera. Pero que los viejos seguidores no se asusten, que todos los elementos de rock de tesitura oscura y tormentosa sigue estando presentas con una voz ampulosa, que equilibra densidad y melodía, y unas guitarras que nunca rehúyen la pelea. Catorce nuevos temas que esbozan un leve hilo conceptual y que, en los viejos tiempos  antaño que citábamos al comienzo se hincharían a vender discos. El pecado no doloso de haber nacido en un tiempo equivocado pero refugio para sus seguidores, que debería ser cada vez más.

Whisky Caravan viene en formato de quinteto con Danny Caravan en la voz, letras y algunas guitarras, Alberto Martínez en guitarras, Víctor Fraile (que por cierto también ha empezado sus pinitos en solitario) en guitarra, teclados y coros, Marcos Martínez en la batería y Josete Blanco al bajo, última incorporación.

Y para más conexiones retro, el inicio con surco de vinilo con el que arranca el álbum. ‘Algo En Que Creer’ sale a morder con un riff de contagiosa plasticidad y un armazón de base rítmica potente pero grácil en los giros (aquí es donde entra la influencia de la nueva producción, así como en algunos sintes y teclas esparcidas de otra manera), como ya de por sí la voz oscura y grave de Danny, que hace de la dicción una virtud. A los viejos seguidores que ‘chirríe’ ese ligero cambio de arreglos, ‘Enemigos’ es un golpe en la garganta a la vieja usanza, con un fraseo afilado, también las guitarras en los puentes, y un estribillo cantado en un tono más elevado, buscando la furia a primeras de cambio. La tripleta de entrada se completa con el toque épico y pesado de ‘Larga Carretera’, en una cruenta historia de sinsentidos.

Con teclados de querencia sinfónica nos recibe la bombástica ‘Gigantes’. Un balada que devendrá en medio tiempo grandilocuente desde la sencillez narrativa inicial y que acabará desembocando en un solo final de descarado rock ochentero. Un redoble feroz nos recibe en el tema que da título al álbum, ‘Imaginaciones’, para retrasar la entrada de uno de los mejores riffs del disco, si bien el corte no se limita a eso sino que cambiará la melodía en el último fraseo y sorprenderá con un estribillo sobresaliente. ‘Mi Ingravidez’ parece moverse de inicio en los mismos terrenos, aunque la presencia más notoria del bajo presagia un desarrollo que se hará más virulento en la coda es un estruendo coral. En ‘La Última Luz’, ahora sí, encontramos la balada más canónica de la lista, con un buen trabajo en las segundas voces y un desarrollo que emociona en su naturalidad y en la belleza del texto. El desarrollo final, con solo a lo ‘guitar hero’ lo acerca al concepto de ‘power ballad’ propio del heavy.

La segunda parte del álbum se abre con ‘Somos Más’. Un corte con el que intentan recobrar el optimismo y que presenta un fraseo musical, ahora sí, sin ambages, de fuerte querencia melódica al estilo Shinova o Izal. En ‘No Dejes Que Me Lleven’ el riff de entrada conecta con el rock alternativo noventero aunque en la entrada del fraseo volverá a bajar el pistón y con coros y melodías de nuevo muy accesibles tras cada estrofa. Para completar esta tripleta, ‘Kintsugi’ (la belleza de las cicatrices) hace honor a su nombre asiático para desentrañar una historia frágil de reconstrucción interior con sonoridad acústica y más desnuda, sin batería.

Para el póker final, ‘A Cada Paso’ se mueve en terrenos de canción efectista, en un crescendo previsible pero solvente para un estribillo muy abierto y aguerrido en su ampliación progresiva. ‘Tan Lejos Como Puedas’ presenta una naturaleza similar, pero con un punto más de velocidad y agilidad en los giros y arreglos. En el penúltimo paso, ‘Satélites’ nos acerca al final de la historia intrincando guitarras y tempos para un rudo tema de línea melódica de nuevo épica y excitante. El cierre llegará con ‘Los Últimos En Pie’. Un tema que aglutina y remata la historia triunfal de la batalla del amor mientras todo al derredor se derrumba. Sin duda uno de los mejores temas del álbum y que nos hace sentir que Whisky Caravan sigue siendo una banda a la que tener mucho cariño y el mayor de los respetos.

Lo de la (buena) vieja usanza es tal que el disco sale con gira de presentación más que significativa bajo el brazo. Empezarán el 5 de noviembre en la sala Mon de Madrid, para continuar por Vigo, A Coruña, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Segovia, Valladolid, Valencia y Murcia… Por el momento.

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Lista de canciones – tracklist:

1. Algo En Que Creer
2. Enemigos
3. Larga Carretera
4. Gigantes
5. Imaginaciones
6. Mi Ingravidez
7. La Última Luz
8. Somos Más
9. No Dejes Que Me Lleven
10. Kintsugi
11. A Cada Paso
12. Tan Lejos Como Puedas
13. Satélites
14. Los Últimos En Pie