Rozalén – El Abrazo
Apenas un mes después de que se haya cumplido el undécimo aniversario del lanzamiento de su debut, Con Derecho A…, Rozalén publicaba hace diez días su sexto trabajo discográfico de estudio. Su novena referencia si contamos también su disco y deuvedé en directo y el doble recopilatorio que coincidió con la salida de su primer libro. Si a toda esa inmensidad de trabajo que se agrupa en cuatro líneas sumamos el casi medio centenar de colaboraciones, la edición de singles individuales, las giras kilométricas y enlazando salas con festivales, teatros con aforos al aire libre y una ya nutrida colección de premios podemos concluir ‘al peso’ que estamos ante una de las artistas más importantes y destacadas de la última década. Pero lo más importante no son ni todos esos guarismos, ni los streamings, ni ‘las views’, ni nada que pueda ser medido a través de un patrón acotado. Lo verdaderamente significativo con Rozalén es cómo ha hecho todo ese camino. Con una humanidad que trasciende ‘el disfraz’ de artista para tener siempre la persona por delante. Emociones, sentimientos, la sabiduría de saber parar cuando toca sanar, de gritar alto cuando la mordaza intenta silenciar, la de no perder nunca la capacidad para discernir entre lo que se quiere y no se quiere hacer. El tomar decisiones ‘contra mercado’ como hizo con su anterior Matriz (quizá incomprendido por una parte de su público). Saber pedir Un Abrazo cuando hace falta y distancia cuando toca. Por eso esta nueva colección de trece canciones, donde hay más familia que nunca (que ya la había siempre), sigue sonando creíble, hermosa, sincera. Que nos pueda gustar más o menos que otros discos no importa, cuando uno escucha y celebra que la transparencia sigue siendo la brújula.
Rozalén vuelve a vestir de distintos arropes musicales las distintas canciones del álbum, consiguiendo de forma meritoria que la variedad no se convierta en una colección de piezas individuales, sino que las teselas forman un mosaico que dibuja en esta ocasión una querencia por un folclore latinoamericano más de raíz, canción de autor al uso (incluso de una crudeza hasta ahora no frecuentada en demasía), la dosis canalla y juerguista, una rave y hasta un rapeo como desahogo.
“Lo Tengo Claro”, que el primero de los adelantos, es la encargada de abrir la lista. La sonoridad de eléctrica, muy sutil, el crescendo de percusión al que se añadirán las programaciones y los melismas que van y vienen en fraseo y estribillo dan como resultado una canción dulce, alegre, chamánica casi, que coincide con la invocación de diosas de “Sácame La Pena”. Otro caramelo aún más almibarado en las melodías (pese a la sensación agridulce que es marca de la casa junto a esa arena en la garganta) con aires de chacarera y bien elevada en su coda con la entrada de los coros.
“En Una Noche Cualquiera” es uno de esos temas ‘gamberros’ que siempre se encuentran en sus discos (incluso en Matriz con ese “Pichi”). Aquí tiene el arranque algo deudor de la rumba por la escuela de Sabina (aunque más abajo llegaremos a otra aún más patente), quizá por lo noctívago improvisado, aunque el desarrollo no entrará en la sangre sino que se quedará en esta vez en la celebración de la pulsión vital. Así las cosas, “Llévame” es un tema que, por contraste, se antoja mucho más sobrio en su dinámica y que tiene una muralla de guitarras, programación y base rítmica más cercana al rock con brillo pop, en la línea de “Será Mejor” o “Este Tren”, por situarnos.
Aunque las vivencias personales son casi siempre el leitmotiv de sus textos, es “La Cara Amable Del Mundo” donde encontramos una de esas primeras saetas del corazón. Un medio tiempo creciente, a modo de oración de deseos, dedicado a su sobrino y, por extensión, a todo recién nacido y niños y niñas del mundo. Ahora que, bien entrado el siglo XXI, se siguen repitiendo escenas que pensábamos superadas. Destaca el ‘spoken word’ del final, extenso y certero. “Tres Días En Cartagena” es una canción de esas ‘de libro de viajes’, inspirada en un reciente viaje a Colombia y donde colabora Carlos Vives, al que le sienta bien la identidad de sus propios orígenes. (Aquí es donde confieso que su Clásicos De La Provincia -1994-, La Tierra Del Olvido -1995- y El Amor De Mi Tierra -1999- lucen en mis estanterías). Eso sí, la canción incluirá por sorpresa una jota integrada en la coda.
Como apuntaba más arriba, es en “Entonces” donde hay algo de Sabina en la manera de narrar, incluso en las formas musicales, a voz, guitarra y hammond. Un hermosísimo retrato de infancia cantado con belleza y la voz crecida del adulto que celebra la nostalgia de la niñez, con versos majestuosos como cierre del estribillo: «Yo quiero volver al cuándo, / no quiero volver al dónde. / Yo no quiero volver aquí, yo quiero volver a entonces». En un registro pausado, pero opuesto, llega “Tuya”, que se inicia como un boleraso clásico, güiro rascador incluido, pero que torna en el puente y estribillo a algo más sintético y contemporáneo. La segunda parte repetirá estructura, incluso con unos arreglos de cuerda que aumentan la intensidad de la declaración.
“Ceniza” es la canción dedicada a su abuela y que llegue unos años después de su pérdida le otorga una visión reconstituyente, repleta de asunción, asimilación y, ante todo, enseñanza de vida, orgullo de origen. Programaciones y arreglos se mueven en una nebulosa menos definida mientras que, por el contrario, una ruda base marca el tempo. En “Mis Infiernos” llega la colaboración de Kase.O y R de Rumba. La ambientación es ligeramente funky y, como avanzamos, es aquí donde se despacha con la letra más crítica y ‘liberadora’ de la lista. Los rapeados de uno y otro no sacrifican la melodía como suele ocurrir en los cameos de este tipo y ese es su gran baluarte diferencial.
En el tercio final, “Te Cuidaré De Lejos” es un medio tiempo de percusión orgánica que, más por el fondo que por la forma, me conecta sin remisión con “Lo Difícil” de Arco. Otra bella historia de gratitud por estar cuando más falta hace y de finales bien resueltos. Por su parte, “Todo Sigue Igual” es otra de las hedonistas. Base electrónica bailable y un tema en honor a su cuadrilla ravera y viñarockera.
El cierre llegará con “Todo Lo Que Amaste”, que Rozalén dedica a su padre y en la que cuenta con la colaboración de la Euskadiko Orkestra dirigida por Fernando Velázquez. Una canción compuesta tras encerrarse cuatro días vestida con ropa de su padre en una terapia de choque muy entendible. En otro plano, me emociona pensar que algún día me canten eso de «eras la persona que más decía «te quiero»». Por motivos evidentes, es imposible no llorar con muchas de sus estrofas y no sentirse identificado en tantos y tantos versos… «Cuánto se te echa de menos»…
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Lista de canciones – tracklist:
- Lo Tengo Claro
- Sácame La Pena
- En Una Noche Cualquiera
- Llévame
- La Cara Amable Del Mundo
- Tres Días En Cartagena (con Carlos Vives)
- Entonces
- Tuya
- Ceniza
- Mis Infiernos (con Kase.O y R de Rumba)
- Te Cuidaré De Lejos
- Todo Sigue Igual
- Todo Lo Que Amaste (con Fernando Velázquez y la Euskadiko Orkestra)
Publicado el mayo 6, 2024 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, El Abrazo, Rozalén. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.




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