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Leo Jiménez – La Factoría Del Contraste
A buen seguro los puristas y fundamentalistas de lo que es auténtico y lo que no estén todavía expulsando bilis por la boca después de escuchar La Factoría Del Contraste, el último trabajo en estudio del artista madrileño Leo Jiménez. Una muesca más en una gigantesca trayectoria personal apenas rondando los 37 años de edad. Este es un disco que, para bien o para mal, (es lícito que a alguien no le guste) solo esté a su alcance. En apenas doce cortes (exceptuando los bonus tracks) encontramos un catálogo variado de todas las formas que puede adoptar su talento y el registro de su prodigiosa voz. De lo más trallero y thrasher a lo más popero y accesible. Son una docena de temas que están producidos con una mano fina, aportando siempre el arreglo justo para lo que requiere cada una de las gamas. Si en Animal Solitario tocaba versionar a David Bisbal, ahora se elige a Shakira. Si hay que tirar de colaboraciones, lo mismo da tirar de Mero Mero de Cuernos de Chivo y su potencia gutural, que la bella tesitura de Merche. El disco se ha colado a la primera entre los cinco más vendidos, bienvenido sea que las guitarras y el metal hagan ruido también en las listas comerciales.
Rafa Blas – Mi Voz
Es posible que muy poca gente lea esta crítica sin tener el juicio previo en su cabeza en función de su protagonista. Tampoco es que pretenda convencer a nadie. Vivimos en un país que tiene unos males endógenos que son de sobra conocidos. Uno de ellos es la de crucificar a alguien sin oportunidad si quiera a valorarlo de forma objetiva. Con motivos varios, que si la defensa del ‘purismo’, porque es la cabeza de turco de la crítica a otra cosa (en este caso, sería la televisión), o directamente la envidia. Esta crítica posiblemente no contentará ni a sus seguidores, ni a sus detractores, ni a él, pero no estamos aquí para eso. Si no para hablar de la música que se encierra en el debut en solitario de Rafa Blas, el ganador de la primera edición española de La Voz.