Elefantes – Nueve Canciones de Amor y una de Esperanza

ElefantesPocos grupos hay en nuestro país que puedan despachar un disco monográfico sobre el amor en diferentes estadios y estados, y que no muramos de sobredosis en la escucha. Elefantes siempre se ha caracterizado por la capacidad de generar emociones a base de hermosas melodías vocales y musicales. Por una lado, con la dulce fragilidad de la tesitura de la voz de Shuarma, por otro, con una banda solvente y sensible que, como una esponja mojada en pintura, diluye las emociones con la justa traslación de intenciones a los instrumentos. Hugo Toscano (guitarra y coros), Julio Cascán (bajo) y Jordi Ramiro (batería). Después de ocho años de secano, Elefantes volvieron en 2013 con un disco que, sin quererlo, compendió lo que era el grupo en el pasado, en el presente y en el futuro. Canciones abiertas en muchos casos y otras rotundas y certeras. Tras una merecida y extensa gira acorde a la necesidad que había de ellos, Nueve Canciones de Amor y una de Esperanza, de título Nerudiano, se compone de carretera y de corazón, siempre corazón, porque ellos no entienden nada sin ello.

Partamos de la base de que Elefantes es musicalmente inclasificable. La emoción y paz interior del orientalismo de Shuarma trasfiere a los textos una pureza cristaliza, como su voz. Lo mejor de Elefantes y lo que les diferencia de otros grupos de pop al uso que intentan narrar emociones es eso, la sinceridad y credibilidad. Con el rock les hermana la capacidad de generar bellos arropes de guitarra que, sin necesidad de atronar, sí que evocan en punteos, continuaciones y algún arreglo, la querencia del cancionero rockero de autor. Es tan sutil que es casi imperceptible. Quizá por eso ‘los del oído de palo’ no se paran a encontrarlo. Me voy en devaneos…

Nueve Canciones de Amor y una de Esperanza ha sido producido, como El Rinoceronte, por Santos & Fluren, amigos de la banda que nuevamente han sabido obtener un sonido orgánico y hasta más limpio que su antecesor. Además de ese catálogo de momentos del amor (todos ellos sin sexo, por cierto), el viaje parece proponer un cierto tributo a los géneros más intensos que le han cantado a esas cuatro letras. Ranchera, canción melódica española, intensidad poprockera, rock andaluz y hasta cierto influjo coplero.

Se abre con ‘Que Todo El Mundo Sepa Que…’. Solo ellos podrían cantar de manera repetida una frase tan llena de ingenuidad enamorada como la que se completa con las dos palabras que faltan del título. Un buen corte de presentación, aprehensible desde la primera escucha. El amor correspondido continúa en ‘Lo Más Pequeño’, con una letra que vuelve a plasmar la entrega, mostrando el amor en pequeños detalles. Filosofía zen de montaña grano a grano o la diferencia entre las grandes intenciones y lo que realmente podemos hacer.

Con ‘Duele’ y ‘Te Quiero’ llegan dos de las peritas en dulce del disco. La primera es un tema soberbio, magnífico, cada vez más vibrante. Es aquí donde se aprecia cierta injerencia coplera a la que hacía referencia, concretamente al José Luis Perales de ‘Marinero de Luces’. Un tema que además nos devuelve al mejor Enrique Bunbury en años, sentándole como un guante el crescendo vocal y el canto al dolor y no tanto como gurú mesiánico de Palosanto. La devoción al letrista conquense se hace carne en ‘Te Quiero’, versión en la que echan mano de gente como Love Of Lesbian y Sidonie, dos referentes indies. ¿Cuestión de buscar otros públicos?

Hoy’ es un canto de superación propia. Ya se sabe, para poder querer a los demás hay que saber quererse a uno mismo. El piano, sutil, es el que arropa el susurro inicial que se dejará llevar con una suave batería con aires de nana. ‘No Me Amenaces’ es el homenaje explícito a la ranchera cantinera mejicana, firmada por José Alfredo Jiménez. (Imposible no acordarse del título ‘No Me Grites’ de La Forma De Mover Tus Manos). ‘Oigo Tus Pasos’ es un tema extenso, cercano a los siete minutos, que entra con base rítmica de saeta y que con el paso del metraje presenta el desarrollo progresivo del rock andaluz capitaneado en su día por Triana. Le falta hondura para llegar a esos registros, pero el resultado es solvente.

El último tercio comienza con la enérgica ‘Volvió La Luz’, musicalmente (y casi que también por texto, la más optimista de la decena. La más Somos Nubes Blancas por buscar un referente pretérito. La predominancia de la línea de bajo, más juguetona, le da un toque más compacto. Por su parte, ‘Creo En Ti’ tiene una de las mejores melodías del álbum y es, a la postre, mi segundo corte favorito. Además del coqueteo logrado de guitarras y teclas, la paleta se completa con cuerdas de melodía cíclica, unos coros épicos y una gran melodía vocal en fraseo y estribillo. Para cerrar, ‘Te Echo De Menos’ es, junto a ‘Duele’, el texto más doloroso. Historia de ausencia y futuros no concretados. Ausencia deseada, esperada o anhelada. Interpretaciones de despedida.

En cualquier caso, un bello cierre para un álbum rico en matices, que puede hacerse algo corto y que reafirma el regreso de una banda que, sin pretender inventar nada, se ha convertido en única.

PD: Sigo debiendo para la crítica remember de los viernes el Azul. Llegará cuando me lo dicte el motor, otra manera sería traicionar sus valores.

 

Entrevista a Shuarma.

Crónica concierto de Elefantes en Cabo de Gata (2014)

 

En Spotify.

Tracklist:

  1. Que Todo El Mundo Sepa Que…
  2. Lo Más Pequeño
  3. Duele (con Enrique Bunbury)
  4. Te Quiero (con Love of Lesbian y Sidonie)
  5. Hoy
  6. No Me Amenaces
  7. Oigo Tus Pasos
  8. Volvió La Luz
  9. Creo En Ti
  10. Te Echo De Menos

 

 

 

Publicado el febrero 3, 2016 en Críticas Discos y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

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