Café Tacvba – Re (1994)

En un mes de julio como este, pero hace 23 años, los mexicanos Café Tacvba hacían saltar la banda del rock latinoamericano con un descomunal disco, de tan magnas y espectaculares proporciones que de hecho en una primera instancia su variedad y explosividad sorprendieron a quienes esperaban en su segunda entrega una continuación de su divertido y descocado debut homónimo. Aquel folk punk sin demasiadas pretensiones fue evolucionado y de qué manera en un trabajo tan rotundo como casi inabarcable. 20 temas, una decena de referencias literarias, folclore de todos los puntos del país (que conocieron realmente en la gira del anterior disco), grunge, rock, metal industrial, boleros, bossanova, mambo, ska, ragga en una mezcla tan variopinta como certera. Todo ello guiados por el gurú de las producciones de éxito mundial (especialmente en los años noventa y principios de milenio), el argentino Gustavo Santaolla (Bersuit, Molotov, La Vela Puerca, Maldita Vecindad, Julieta Venegas, Juanes…). Re como leit motiv en todo el metraje de la vuelta a empezar, la vida circular, el ciclo eterno… Tanto como la música que contiene. Considerado como el mejor disco de rock latinoamericano de todos los tiempos y una suerte de White Album de The Beatles.

Efectivamente, tras hablar esta semana de los argentinos La Beriso y de los colombianos En Vela, me pedía el cuerpo seguir con el avión por Latinoamericana y entre los uruguayos No Te Va Gustar y Café Tacvba, me decidí por los segundos reservando a los otros para otro calentón viajero.

Café Tacvba (cambiaron la u por la v para evitar problemas legales) está compuesto desde prácticamente sus orígenes por Rubén Albarrán a la voz y guitarra rítmica, Emmanuel del Real en los teclados, José Alfredo Rangel en el bajo y coros y Enrique Rangel la guitarra principal. Un equipo que se ha mantenido constante desde el primer disco y que es ya una especie de dream team indisoluble bajo esa cabecera (todos tienen proyectos en solitario con el paso de los años) que incluso han sacado este año un nuevo álbum, Jei Beibi.

Re, como podéis imaginar una vez leída la introducción, es un disco difícil de abarcar si nos acercamos a él con poca atención. Lo es porque la amalgama de sonidos nos puede descolocar como una especie de locura, pero nada más lejos de la realidad. La ironía y la riqueza lírica, musical, expresiva y literaria de este álbum es tan grande que parece impropio para un grupo que cayó en primera instancia en el cajón del punk hedonista y nada pretencioso.

El denominado realismo mágico de Elena Garro, Arthur C. Clarke, ‘Haciendo El Amor Con Música’ de D.H. Lawrence, citas del antropólogo Guillermo Bonfil, referencias a Billy Preston y homenaje a Chavela Vargas, referencias al náhuatl, a la música sinaloense o llaneras, quebraditas, norteñas… Todo ello fue madurando hasta descerrajar una hora sobresaliente de música sin fronteras.

Sonidos de jarana (el instrumento) para ‘El Aparato’, una presentación que juega con la tradición y la experimentación electrónica de manera psicodélica, nos pone sobre aviso con unos coros que son pura raíz. ‘La Ingrata’ es una divertida polka arrancherada que pasa por ser una de las canciones más populares de toda su discografía. Años más tarde El Hombre Gancho haría su particular homenaje dedicando un tema parecido al mundo de la música. ‘El Ciclón’ es una lección de funk tanto en la escala del bajo, como en el especial timbre vocal y ese clavinet. En cuanto al texto, es la piedra roseta del disco con aquello de “quiero hacerla un cuadrado, deformarla en un triángulo, pero la vida siempre vuelve a su forma circular” y el “nopiltze” de la macrolengua yuto-nahua.

El delirio se hace carne en ‘El Borrego’. Un disparo de metal industrial, transgresión maquinal y de acidez irónica sobre la filiación a decenas de corrientes ideológicas, a veces contradictorias. La mezcla de la voz nos puede recordar por momentos a lo que haría Molotov varios años más tarde. En un contrapunto perfecto a este feísmo, llegará la arrebatadora ‘Esa Noche’, dedicada a doña Chavela. Es un bolero tan delicado y sutil en el crescendo progreso de percusiones, voces y coros que uno acaba rendido a su belleza. ’24 Horas’ es un obsesivo canto al amor en sus inicios, tan urgente como, de nuevo, sardónico.

Ixtepec’ es la canción basada en novela de Garro, donde los sintetizadores y bases comparten el derroche imaginativo con arreglos de cuerdas clásicos. ‘Trópico de Cáncer’ elige el formato diálogo para reflexionar sobre ‘El Progreso’, como Roberto Carlos, y las bondades inocentes de las petroleras. También usan, con más ahínco si cabe, el contrapunto de ritmo ligero pero letra dura en ‘El Metro’. Musicalmente una divertida composición llena de frescura pero que encierra, nunca mejor dicho, la historia de un personaje que, cual Sísifo, nunca logra escapar de su tarea que es… salir del subterráneo. Escuchar el futurismo de Clarke por la batidora de charanga pachanguera de ‘El Fin De La Infancia’ es toda una experiencia hedonista y casi ritual (¿les recuerda a La Pulquería?).

Si no conoces el disco, lo estás escuchando por primera vez con esta lectura y aún no has salido corriendo, estás preparado para el tramo más bizarro. ‘Madrugal’ es un boleraso de un minuto donde “Catedral desaparece entre smog y caca de paloma”.Pez’ y ‘Verde’ son dos cortes enlazados, el primero con un desconcertante canto folclórico, el segundo con una oscuridad psicodélica acusada, hasta llegar a ‘La Negrita’. Una fábula narrada con delicadeza en el canto, muy similar a los registros que conocemos de otro experto en este pseudo género como Dr. Sapo.

Un funk vacilón y rapeado llega en ‘El Tlatoani Del Barrio’ para contar la historia sobre cómo se conocieron los padres de Rubén Albarrán (¡!). Inicio llanero derivado a un ska psicodélico en ‘Las Flores’ y rock duro con claras influencias grunge para ‘La Pinta’, tan cargada de mala hostia que abruma, como puede ocurrir con la ‘Florecita Rockera’ de Aterciopelados, por buscar otro ejemplo latino de un año más tarde. Cualquier grupo indie con aspiraciones a ser molón y bailongo mataría por una canción como ‘El Baile y El Salón’.

El trallazo final nos llegará con la pasional ‘El Puñal y El Corazón’ con esa intensidad amatoria tan propia del cancionero latino en una combinación de bossa y mambo con metales incendiarios, hasta culminar en una final acelerado casi diabólico. Puro baile sobre el alambre. Como propina final y haciendo un guiño a los clubs de jazz y a sus primeras grabaciones cierra ‘El Balcón’, lleno de estilo, para terminar de descolocar al más pintado.

Re logra su objetivo de su concepción circular y es que no es difícil querer volver a darle al play.

Pura vida.

 

En Spotify.

Lista de canciones – tracklist:

  1. El Aparato
  2. La Ingrata
  3. El Ciclón
  4. El Borrego
  5. Esa Noche
  6. 24 Horas
  7. Ixtepec
  8. Trópico de Cáncer
  9. El Metro
  10. El Fin De La Infancia
  11. Madrugal
  12. Pez
  13. Verde
  14. La Negrita
  15. El Tlatoani Del Barrio
  16. Las Flores
  17. La Pinta
  18. El Baile y El Salón
  19. El Puñal y El Corazón
  20. El Balcón

 

Publicado el julio 7, 2017 en Críticas Remember y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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