Maika Makovski. Alamar 2018. 6 de julio
A todos los que vivimos con cierto interés compulsivo esto de ir descubriendo música, géneros, subgéneros, artistas similares y demás, podemos identificar fases de nuestro pasado presididas por sonidos y discos en los que se va descubriendo grupos, músicos y artistas (todo esto antes de la famosa pestaña de Spotify, que le da algo de mérito arcaico, por no decir viejuno). Recuerdo perfectamente las primeras veces que escuché Kradiaw y Kraj So Koferot, los dos primeros discos de Maika Makovski, hace algo más de diez años. Su elegancia turbia, su entronque con el universo de PJ Harvey. Su pulsión rockera pero poco convencional. Después llegaría el disco epónimo y, claro, llegó mi redención total a la causa. El caso es que en todos estos años, nunca pasó por mis cercanías y, poco a poco, fue cayendo sepultada por la labor de escucha y crítica de otros discos. Una acertada decisión la ha llevado a ser incluida en el cartel del festival de músicas del mundo, Alamar, que cada año se desarrolla en Almería y, por fin, me encontré con Maika Makovski. (Fotos: Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería).
Os comparto, mi crítica para la agencia.
“Gracias por atreveros a traernos”. Con estas palabras aprehendía Maika Makovski la sensación generalizada de todos aquellos que llevaban tiempo esperando que la mallorquina, de padre macedonio y madre andaluza, actuara en Almería, trece años después de su debut en Kradiaw, allá por 2005. También para aquellos que, fieles a la atractiva propuesta cultural del festival de músicas del mundo, Alamar, se desplazaron anoche a escucharla hasta la explanada del Mesón Gitano, en esta cita gratuita del Almería Summer Festival del Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería.
Acompañada por el cuarteto de cuerda que llevó a terrenos inexplorados su último disco, el séptimo, Chinook Wind (Aleix Puig y Pere Bartolomé a los violines, Imma Lluch a la viola y Quico Pugès al violoncelo) y con su banda de directo habitual, Miquel Sospedra al bajo, Pep Mula en la batería y Pau Vals en la trompa, Maika Makovski ofreció un concierto en el que la intensidad fue la denominadora común de las emociones, obtenida a través de distintos arropes musicales, tan versátiles y variados como trabajados, cuidados y, por tanto, creíbles.
Con una exquisitez a la hora de interpretar y moverse sobre el escenario, Makovski arrancó con dos de las canciones más líricas de su último trabajo, en el que descerraja y libera cuatro años de idas y venidas personales. ‘Canadá’ y ‘Blonde Poetry’. Un inicio delicado que iría animándose progresivamente con el punto retro-R&B de ‘I Want To Cry’ o la country americana ‘Father’. Mención especial para la adaptación, sin piano con respecto a la versión original, de una angustiosa ‘Frozen Landscape’ que cosechó una de la grandes ovaciones de la noche.
Punto de inflexión en el repertorio porque, a partir de ese momento, la distorsión y una pequeña dosis de oscuridad rockera se cerniría en la actuación con ese ‘Body’ de compás y sonoridad destartalada, como un Tom Waits al uso. Percepción con visos de continuidad en la base rítmica de ‘Language’, el tema que iniciaba Thank You For The Boots, de desarrollo aguerrido. Su reciente interés adulto por la cultura balcánica de sus orígenes se concretó en temas como ‘Makedonija’, en la que la base programada desembocaría finalmente en un acicate rítmico similar a nuestro ‘ole’ flamenco.
El trampantojo emocional de ‘Not In Love’, con su cadencia andariega, dio paso a la sensualidad serpenteante de ‘Devil Tricks’ y el pizzicato de violín en un arreglo fantástico de Puig en ‘The Deadly Potion of Passion’, temas de la época producida por John Parish, con evidente influencia de PJ Harvey, al igual que la excelente ‘Iron Bells’ o los influjos de post-punk gótico en ‘Bulldog’, con una línea de bajo que bien podría firmar los alemanes Bauhaus.
Para los bises, quedarían ‘Song of Distance’, balada que ha trascendido el círculo de seguidores de Maika Makovski y el rock enérgico y concluyente de ‘Lava Love’, que puse en pie al público en una más que merecida ovación final a la artista y a su familia de músicos que subliman la compleja propuesta.
Repertorio – setlist:
- Canadá
- Blonde Poetry
- I Want To Cry
- Father
- Frozen Landscape
- Body
- Language
- Makedonija
- Not In Love
- Devil Tricks
- The Deadly Potion of Passion
- Iron Bells
- Bulldog
- Song of Distance
- Lava Love
Publicado el julio 7, 2018 en Crónicas Conciertos y etiquetado en Alamar, Crónicas Conciertos, Maika Makovski. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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