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Rozalén – Matriz

Que Caín y Abel debían ser españoles lo sabemos desde los tiempos en los que Barón Rojo, mucho antes de que su letrista y bajista perdiera los papeles, los convirtió en una de las canciones más simbólicas y generacionales de los ochenta con aquel “Hijos de Caín”. Vivimos en un país en el que por hacer daño al gobierno de turno se vota en contra de percibir ayudas europeas, se critica a un seleccionador de fútbol hasta el punto de querer que nos eliminen cuanto antes en cualquier competición (véase ese mundial recién inaugurado que tendría que haberse evitado hace años, no ahora, con las prisas) o, también, echando por tierra la incuestionable variedad y riqueza cultural que tiene, como si el hecho de tener una naturaleza heterogénea fuese una rémora en lugar de algo de lo que presumir. Rozalén, en su valiente manera de ver la vida y la música, ha hecho el disco más anticomercial que podría haberse planteado, por una cuestión de necesidad personal y emocional. Ha cogido muchos de los folclores de nuestro país sin aderezos ni concesiones a sonidos de moda, canta en euskera, en catalán, en gallego, en asturiano y en español (como a su manera ya hiciera Def Con Dos en aquel hedonista ejercicio de reivindicación de las cuatro lenguas que fue “De Poca Madre”), rodeándose de colaboraciones a la altura, recupera coplas como guiño a sus familiares perdidos en los últimos tiempos, canta a su tierra y además ahonda un poco más en su vertiente republicana, como ya dejara claro con “Justo”. Imagino que el jefe de producto de Sony se llevaría las manos a la cabeza cuando se le pusiera la idea encima de la mesa, pero lo cierto es que, en tiempos de medianías, es un gesto de amor inmenso a las propias convicciones y, claro que sí, a nuestras raíces.

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Los Hermanos Cubero – Errantes Telúricos / Proyecto Toribio

Una guitarra, una mandolina y dos cabezas llenas de cosas. Esa es la autodefinición que realizan los hermanos Roberto y Enrique Ruiz Cubero de su propuesta artística, reconocida bajo esa cabecera desde 2010. Si bien sus inicios musicales se remontan a 1998, cuando, junto a con su hermano Ernesto, dieron vida a un grupo de bluegrass llamada RC Brothers. Desde la Alcarria de Guadalajara para el mundo, su universo musical se mueve en esos terrenos de folk, tradición, desnudez y árida propuesta sonora para, sin cerrarse en un purismo estéril, abrirse a sonoridades de pop y esencia rock como han hecho en su última entrega. O, al menos, en uno de los dos capítulos de este disco doble, en el que se han rodeado, al más puro estilo C Tangana (es ironía) de una decena de colaboraciones que demuestran una riqueza musical y estilística inusual y, en su medida, valiente. Christina Rosenvinge, Grupo De Expertos Sol y Nieve, Amaia, Rodrigo Cuevas, Carmen París, Rocío Márquez, Hendrik Röver y Los Míticos Gt’s, Ara Malikian, Nacho Vegas y Josele Santiago es la selecta nómina invitada en Errantes Telúricos. Un disco que, de alguna manera, viene a terminar de sacudir ese corazón frágil y abierto que supuso Quique Dibuja La Tristeza. Un álbum el que Enrique cantaba a su mujer ausente, fallecida, a modo de desahogo de la aflicción y catarsis. Un disco terriblemente difícil que les hizo trascender los círculos de los amantes del ‘tradicionalismo’ (sin por ello variar su estilo) para conquistar a un público que cayó rendido ante tan brutal ejercicio de honestidad y humanidad. Por eso, después de aquello y a modo de fiesta colectiva, Errantes Telúricos se presenta como la vida plena. La luz tras el trance del duelo. Un disco esplendoroso donde los cameos han puesto todo de su parte para sumergirse y engrandecer el universo Cubero.

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