The Juergas Rock Festival 2018. Viernes, 3 de agosto
Todos lo son (no hay rival pequeño, si extrapolamos el tópico al mundo del fútbol), pero puede que el del viernes de este año fuera una de los días más importantes de la historia de The Juergas Rock Festival. Que en apenas cinco años, de 2013 a 2018, un evento que nació como un pequeño reto entre colegas con un cartel de ocho bandas, cinco de ellas locales, haya crecido poco a poco hasta el punto de contar con Bad Religion como cabeza de cartel, es digno de elogio. Sobre todo cuando no se han traicionado los principios fundacionales del evento. Respeto, diversidad y variedad. Respeto, el que recibió Loquillo y su banda en un concierto que también forma parte del legado del Juergas. Diversidad, la que lleva a reunir a Poncho K, Hamlet y Green Valley en tres horas. Variedad, completada con Zoo, Lendakaris Muertos y O’Funk’Illo. Por el acústico, además, desfilarían El Niño del Albayzin, Rupatrupa y La Otra, los emergentes Funkiwis y, de guinda, antes de que le entrevistara, el recital poético (y humano) de Manolillo Chinato. Que no muera jamás tu actitud, Juergas. (FOTOS: Juan Jesús Sánchez, Nuria Faz y Marina Ginés).
Como vengo contando desde el primer día de crónicas, este año en el Juergas he tenido muchas más misiones que la de EntrevistARTE, por lo que mi paso por el escenario acústico en la mañana del viernes fue bastante limitada. Llegamos lo suficientemente a tiempo para escuchar bastantes temas de Rupatrupa que, salvando distancias, por la rugosidad vocal y por los aderezos de saxo, podía recordar a los primeros tiempos de Silencio Absoluto, Reincidentes o, incluso, algo de Extremoduro. Lo suficiente como para querer indagar más en la formación. Aunque lo bastante tarde para no llegar a tiempo del adictivo y pegadizo ‘Foh Mi Graná’ de El Niño del Albayzin que, a tenor de las fotos, parece que convenció con su rap de sintes bailables. Ya nos veremos en otra ocasión. La terna la cerraba La Otra, que se confirma como un valor de autor al alza, con un punto revolucionario y feminista que satisfizo a los asistentes. Otra deuda que me apunto.
A quienes sí vi arrasar el escenario, con bastante retraso acumulado, eso sí, fue a Funkiwis. Reconozco que los discos de bandas de este corte se me hacen previsibles y lineales pero su directo me convenció desde el lateral del escenario. Sobre todo por la eficiencia de su base rítmica y una manera cuidada de establecer distintas dinámicas en las canciones. Una evolución muy favorable, si bien el género en sí tampoco es que permita muchas más sorpresas o mejoras. Así, temas como ‘La Trampa’, ‘Demencial, Irracional’ o ‘Vuela’ cumplieron su misión.
Por la hora de conclusión de Funkiwis, mirando los relojes ante la más que previsible coincidencia, los juerguistas pronto intuyeron que el recital y la entrevista a Chinato se iban a solapar en el tiempo con el concierto de Poncho K. Fue el único fallo en este sentido en todo el festival, además con la funesta coincidencia de tener ambos un público bastante común, el del aprecio a la sensibilidad de los versos. Manolillo Chinato empezó con dudas su recital pero al final se comió la mesa, el mantel, la cerveza, su libreto y todo lo que se puso por delante. Poesías sentidas que llegan a otra dimensión en su voz, expresiva, honesta y confidente. De entrañas y sin patrañas. Así fue también la entrevista, en la que confesó después haberse sentido muy cómodo y de la que alabó la preparación. Habrá que saber lo que ha soportado el bueno de Manolo de aquellos que le han preguntado más por sus amigos que por su obra. Los ratos pasados fuera de ‘escenario’ con él, es de las cosas que me guardo para el recuerdo de esta edición. Espero que disfrutéis de la entrevista cuando se cuelgue.
Cuando por fin conseguí llegar al escenario principal del recinto, Poncho K y los suyos enfilaban ya la recta final de su actuación. Un concierto que se antojó complicado por el tremendo calor, pero en el que se percibía la buena conexión que viene haciendo el sevillano gracias a una gira y un disco muy directo y compendioso de todo lo que es capaz. Emociones, descaro, delicadeza y también movimiento. Desde la vacilona ‘Manolito’ a la frágil ‘Verborrea’, de la punki ‘Mentiras de Sal’ a la poesía de ‘Al Marchar’ o ‘Al Trote’. Antes (setlist mediante) sonarían varias de mis preferidas, como ‘Borracho de la Madrugá’, ‘Punki Gitano’, ‘El Bicho’ o ‘El Último Sol’. Apurados también en el tiempo, el respetable se quedó sin la divertida despedida de ‘De Sereno’, por más que insistió Poncho. En cualquier caso, buena actuación para el estreno de la banda en el escenario grande, después del paso por el acústico hace un par de años.
Con la profesionalidad que les caracteriza, Hamlet se comió uno de los escenarios que les faltaba en el circuito festivalero de nuestro rock. El quinteto, con Kenzo, el más reciente de los titulares incluido, es una de las bandas más infalibles que uno puede echarse a la cara, porque ellos se la dejan cada vez que tocan. Calidad en la ejecución, seriedad y una energía desbordante para un repertorio clásico que va contentando allá donde va mientras esperamos, ávidos, la salida de su nuevo trabajo ‘Berlín’. Desde ‘El Mejor Amigo de Nadie’ y la imprescindible ‘Vivir Es Una Ilusión’ (que lleva adornando mis sistemas de mensajería desde tiempos remotos), pasando por ‘Denuncio a Dios’ y ‘Muérdesela’ y esas oscuras ‘Limítate’ y ‘Antes y Después’. Paso previo a una escalada final que se hace tan corta… ‘Tortura-Visión’, ‘Tu Medicina’, ‘Irracional’, ‘J.F.’ y ‘Habitación 106’. En Hamlet uno siempre encuentra respuesta y eso les hace ser casi únicos.
Siguiendo con la variedad de sonidos, el rollo reggae y positivista de Green Valley llevaría otras sonoridades a la tarde, tal y como hiciera justo a la misma hora The Skatalites el día anterior o Rozalén al día siguiente. Su entrada en el cartel es el reconocimiento merecido a un grupo que ha hecho del dancehall y reggae algo más que un ritmo divertido y entretenido. En sus canciones conviven letras reivindicativas, sin perder la cara a un trasfondo más intelectual y mensajes positivos para el día a día. Eso sí, la llegada de Loquillo y su gente hizo que tuviera que estar pendiente debajo del escenario de los numerosos medios acreditados al festival, así que no les pude ver con la misma atención que a otras bandas.
Y es que Loquillo es un nombre propio que levanta pasiones allá donde se le cita. De lo más acaloradas, para lo bueno y para lo malo. Su inclusión en el cartel del Juergas levantó ampollas en aquellos que piden libertad de expresión, pero para todo aquel que diga algo con lo que esté de acuerdo. Se hablaba de boicot, de recibimiento hostil… Por suerte, la cordura imperó, la música habló y no pasó nada. Con una puesta en escena tan descarada como enchufada, Loquillo y su banda ejercieron de rocanrol stars de principio a fin. Desde los principios de ‘RnR Actitud’ pasando por el baile casi demodé de ‘Pégate a Mí’. El primer cuarto de actuación fue el que incluyó pequeñas concesiones a la época más reciente, como ‘A Tono Bravo’ o ‘La Ciudad de las Mujeres’, pero el repertorio del 40 aniversario del Loco se antojaba antológico y, como quien da la palabra en un apretón de manos, así fue. Por ‘Territorios Libres’ (debilidad personal) fuimos ‘Cruzando El Paraíso’ hasta llegar al ‘Rompeolas’ con ‘La Nave de los Locos’.
Con Josu García, Mario Cobo e Igor Paskual haciendo de los suyas a las seis cuerdas, ‘Besos Robados’, ‘Carne Para Linda’ o ‘Ritmo De Garaje’ sonaron con el porte que sustenta su propia leyenda, convirtiendo el Juergas en un auténtico karaoke. Con el triunfo en el bolsillo, todavía llegarían momentos de catarsis colectiva, tras la revisada ‘El Rey del Glam’, con ‘Hombre De Negro’ o ‘Quiero Un Camión’. En la triada final, Loquillo combinaría la defensa de que ‘La Mataré’ fue “la primera canción sobre malos tratos que se hizo en el rock español” con la discreción de no pronunciar el verbo en ninguna de las estrofas… ‘Feo, Fuerte y Formal’ y ‘Cadillac Solitario’ pondrían el cierre a un concierto calorífico y pasional.
Y de cabeza de cartel nacional a otro internacional. Bad Religion y su archiconocido logotipo tomaron Adra con su punk y hardcore melódico en una puesta en escena que tira más de carisma que de derroche, pero que sonó a gloria. Greg Graffin, particular vocalista con sus particulares manías, demostró su capacidad vocal, escoltado con esos legendarios Gurewitz y Bentley en las seis y cuatro cuerdas. Más de 30 temas para una actuación que sus acólitos jamás podrán olvidar. Y es que no faltó ni uno solo de los temas más esperados: ‘Generator’, ‘Fuck You’, ‘No Control’, ‘God Song’, ‘You’, ‘Fuck Armageddon’… hasta llegar al excepcional cierre de ‘Sorrow’, ‘Infected’ y ‘American Jesus’. Cerca de cuarenta años de historia musical en un festival que cumplió así sueños de juventud de sus organizadores. Seguro que ninguno de ellos podría haber soñado con algo así.
Continuando por la línea de punk, pero alejados de la contención, la sobriedad y la ejecución fría y calculada… Lendakaris Muertos. Los del oso panda tuvieron una de esas noches desgarbadas en las que no siempre todo entra cuando tiene que entrar ni sale cuando tiene que salir, pero al final lo que nos ha hecho quererles es precisamente esa sensación alocada que tan bien sabe ejemplificar Aitor. Con un repertorio que, parece que no, pero a lo tonto se va renovando, la actuación sigue teniendo como puntos álgidos clásicos como ‘El Último Txakurra’, ‘Detector de Gilipolleces’, ‘Fuimos Ikastoleros’ o ‘Veteranos de la Kale Borroka’. Relucientes galones para ‘Húngara Chúngara’ y su base discotequera y locura enlazada de tres temas en un minuto con ‘Poción Mágica’, ‘El Anillo En El Dedo Gordo’ y ‘No Ez No’. Larga vida a Lendakaris.
El cierre a la noche vendría con el funky embrutecido de O’Funk’Illo, que ha ganado una nueva vida con la reunión de la formación más combativa de la banda. Esto es, Andreas Lutz, Pepe Bao y Javi Marssiano, lo que le dio a su actuación un matiz mucho más nostálgico y con plus de cariño por parte de los presentes. Y de la experiencia a la pujante juventud, el rap electrónico de Zoo repetía en el Juergas (a la misma hora ‘desalojo’, como lo llamaba un antiguo amigo) evidenciando un buen momento de forma que ha de traducirse, después del notable ‘Raval’, en un álbum de estudio que termine de romper cualquier tipo de duda, quizá con matices algo más rockeros. Veremos, había que descansar para el cuarto asalto, antes de cargar en la mochila con tropecientos clips de vídeo y fotos para enviar por we transfer…
Fotos:
Nuria Faz: El Niño del Albaycín, Rupatrupa, La Otra, Funkiwis, Green Valley.
Juan Jesús Sánchez: Manolo Chinato, EntrevistARTE con Chinato, Poncho K, Hamlet.
Marina Ginés: Loquillo, Bad Religion, Lendakaris Muertos, O’Funk’Illo, Zoo.
Publicado el agosto 9, 2018 en Crónicas Conciertos y etiquetado en Bad Religion, Crónicas Conciertos, El Niño del Albaycín, Funkiwi's, Green Valley, Hamlet, La Otra, Lendakaris Muertos, Loquillo, Manolo Chinato, O'Funk'Illo, Poncho K, Rupatrupa, The Juergas Rock, Zoo. Guarda el enlace permanente. 12 comentarios.
“Empezó con dudas su recital pero al final se comió la mesa, el mantel, la cerveza, su libreto y todo lo que se puso por delante…”
Qué bueno Manolillo Chinato!! Espero con ansias ver esta entrevista! 😍
Espero que tarden menos que el año pasado!
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