La música en televisión lleva años, lustros, (¿décadas?) importando bien poco como género artístico. Los programas que han funcionado o por los que se ha apostado con decisión ya sabemos cuáles fueron… Operación Triunfo, Factor X, Los Números Uno… Todos en formato concurso y poco más. Sólo los conciertos de Radio 3 (recordemos: en La 2, entre semana y entre la una y dos de la madrugada) han mantenido el tipo con el paso de los años y ahí siguen. Un buen formato que, de exiguo, se hace hasta corto. El nuevo programa ‘musical’ de la temporada se llama ‘La Voz’ y ha empezado como un tiro. Los melómanos tenemos un problema. Sabemos lo que es, pero no podemos evitar verlo, por mera curiosidad musical. Al menos en esta fase, ‘la bonita’.

Porque sí. Eso de escuchar a ciegas y que solo sea ‘la voz’ lo que determine que sean seleccionados o no, tiene su gracia. Se la juegan en dos minutos con el riesgo y la injusticia que ese puede suponer en algunos casos, pero hasta ahí bien. Otra cosa es que Telecinco te cuente la vida personal de todos, regocijándose en detalles, por ejemplo, de un chico que hace todo por la muerte de su padre y luego no lo seleccionan. ¿Es necesario esos datos de vida personal previos? ¿No es un concurso musical? Lo de siempre.  La siguiente fase parece igual de cruel, con eso de ‘las batallas’. Demasiado circo. Es lo que hay, sí.

Pero el principal motivo por el que traigo este tema al blog es todo el debate generado en torno a la participación de Rafa Blas Martínez Carpena, vocalista de Nocturnia. Uno de esos grupos heavys sobrados de calidad (como Ópera Magna, Dunedain o Zenobia), que no han podido ponerse al frente del relevo generacional por la situación de crisis en la que vive el mercado discográfico desde hace varios años. Serían los nuevos Mago de Oz, Saratoga y Warcry. Pero ese es otro tema. Elobiable la actitud de la banda, que lejos de cualquier crítica se ha volcado en apoyar a Rafa.

Sin lugar a dudas su actuación fue bestial. Cualquiera que haya escuchado un disco de Nocturnia sabe que está sobrado en todos los registros. De una escuela muy cercana a Leo Jiménez. Incluso su nombre se barajó para sustituir a José Andrea en Mago de Oz, que al final optó por su propio casting… Los cuatro ‘coaches’, véase Melendi, Malú, Rosario y Bisbal, se giraron, como no podía ser de otra forma y entonces llegó el “yo también soy heavy” de Rosario y Malú que tantas risas despertó en redes sociales y barras de bar.

Al grano, ¿qué tiene que ver el estilo musical en el que trabaje una persona para que le puedan gustar otras o más cosas? Sin irnos muy lejos al citado Leo Jiménez, la mejor voz del heavy estatal, le gusta Camilo Sesto, Mónica Naranjo y… ¡Chimo Bayo! A Molly de Hamlet, Savage Garden. A Brigi de Koma, Umberto Tozzi y Julio Iglesias. A Uoho, Álex y Christina. A Juan de Soziedad Alkohólika, Los Panchos. A Txus, Tino Casal, Laura Pausini o La Oreja de Van Gogh. A Juankar de Boikot, Keane. A Fortu de Obús, el gospel. A Rulo, Leona Lewis. A Óscar Sancho de Lujuria, Los Pecos. Bode de Los Porretas, Manzanita. A Fernando Madina de Reincidentes, Abba.

¿Son menos heavys, rockeros y punkis todos esos por tener ‘otros gustos’ más allá de lo suyo?

Bastante mal está ya la música para andarnos con fundamentalismos. La música con cierto afán de trascendencia no deja de ser una vehículo para expresar sentimientos y sensaciones. Cada cual las percibe de su forma y no tiene porque circunscribirse a un solo estilo ni género ni tópico. ¿Cómo si no se explica entonces la colección anterior? En mi reproductor puede sonar una canción de Marilyn Manson y a continuación otra de Leonard Cohen con total normalidad. Una de Iron Maiden y otra de Elefantes. Una de Camarón y una de los Sex Pistols. Y después de más de 500 conciertos de rock a mi espalda no creo ser menos rockero por eso.

“Muchas veces las apariencias engañan y que cada uno trabaje un género musical no significa que no nos encante el heavy. Y lo que nos gusta realmente es la música (…) Sea heavy, rock, flamenco. Cuando la música es de calidad la llevamos dentro sea el género que sea”. Malú. (A la que he visto dos veces en directo –una de ellas con tres guitarras eléctricas en el escenario-, camino de una tercera).

Salud y Rock.