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Melendi – Sin Noticias De Holanda (2003)
No es grave. Pero es un síntoma. Si llega un viernes y veis que la crítica remember es de Los Planetas, entonces sí, llamad a emergencias. Después de un mes de confinamiento la cabeza, ya de por sí bastante tocada, tiene sus alteraciones y, hoy, vienen en forma de crítica remember al que fuera el primer trabajo discográfico del asturiano Ramón Melendi Espina, Melendi para el mundo de la canción. Y, va, no nos la vamos a dar de íntegros a estas alturas. Sí, este disco me gustaba en su día, hace ya 17 añitos del ala. En aquellos años la rumba vivía una nueva época dorada gracias sobre todo (y hablo de memoria, puede que haya algún otro causante más por el camino) al ’19 Días y 500 Noches’ de Joaquín Sabina, por el petardazo meteórico de Estopa. Ambos, de 1999. Al calor de aquello, como el amor al del bar, la rumba empezó a ser molona y cool. Se ponía sin miedo en los bares. Se recuperó hasta el ‘Mala’ de Marelu, se reivindicaron las figura de Bambino y Peret con sendos discos de versiones o duetos con bandas y solistas actuales. Se editaba un doble recopilatorio de Los Chichos. La Cabra Mecánica resucitó a María Jiménez, como Tarantino a Travolta. Todo se arrumbaba para el bien de la España del nuevo siglo que vivía en la algarabía plena de la felicidad lejos del castañazo inmobiliario. En ese calor festivo, Melendi, con su particular tesitura vocal, con una marginalidad medida en los textos y con unas formas de lo más familiares y aprehensibles dio en la diana con este estreno. Y el formato le duró tres discos más, antes de cambiar de tercio cuando la fórmula se agotaba. Hoy, acordándonos de los insolidarios holandeses, nos paseamos por Holanda con Melendi.
Tributo a Sabina – Ni Tan Joven, Ni Tan Viejo
Aunque vosotros no lo sabéis (algunos sí), para mi planificación se ha hecho esperar más de la cuenta mi crítica a este Tributo a Sabina, titulado Ni Tan Joven, Ni Tan Viejo, que parafrasea en mutación el título de una de mis canciones preferidas del poeta, por cierto ausente en la selección de 25 temas, y que, en mi opinión, tampoco le hace justicia del todo al conjunto por aquello de las similitudes formales con el ‘Ni Chicha, Ni Limoná’, de Víctor Jara. Entiéndase, pues, el título, como un guiño intergeneracional y, quizá, de eternidad creativa, por aquello de que gusta desde a los prepúberes como a los que andan en la plena senectud. Desde Guitarricadelafuente (21 años) a Joan Manuel Serrat (76 años). Y en medio de ellos, cantantes y autores melódicos, canallas y canallitas (que no es lo mismo), rockeros, más poetas, poperos con y sin botas de cuero… todos conversos a versos a la religión de Joaquín Sabina. Es más fácil encontrar rosas en el mar (ausencia destacada que nos robó la salud) que discutirle la imponente colección de canciones de Sabina, que da para otros dos discos como este y, para los que le apreciamos, hasta un tercero. Tampoco será cuestión de ponerse a repasar nombres que nos gustarían (cada cual tendrá los suyos) como si fuera una concreción del pasodoble de amigos ausentes (Sí recuerdo que bandas de rock como Porretas o Benito Kamelas hicieron hace años sus versiones). La crítica va, rasa y al pie, comentando impresiones individuales de cada una de las 25 canciones. Y no pido perdón porque ya no le importa.
Sobre La Voz, Nocturnia y el “Yo también soy heavy”
La música en televisión lleva años, lustros, (¿décadas?) importando bien poco como género artístico. Los programas que han funcionado o por los que se ha apostado con decisión ya sabemos cuáles fueron… Operación Triunfo, Factor X, Los Números Uno… Todos en formato concurso y poco más. Sólo los conciertos de Radio 3 (recordemos: en La 2, entre semana y entre la una y dos de la madrugada) han mantenido el tipo con el paso de los años y ahí siguen. Un buen formato que, de exiguo, se hace hasta corto. El nuevo programa ‘musical’ de la temporada se llama ‘La Voz’ y ha empezado como un tiro. Los melómanos tenemos un problema. Sabemos lo que es, pero no podemos evitar verlo, por mera curiosidad musical. Al menos en esta fase, ‘la bonita’.
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