Hora Zulú – Conciertos despedida. Sala El Tren. Granada. 15 y 16 de noviembre
Quizá tengan razón y el gran público parece que prefiere otras cosas y no le hacen tanto caso a ellos, tal y como se lo han currado. “Si no es el último no viene nadie”, dijo Aitor a Quilate el viernes tras la colaboración en ‘Misas y Cenas’. Quizá han tocado en demasiados festivales demasiadas veces. Quizá su disco más trabajado y elaborado (SSSSNNNN) ha sido demasiado incomprendido (aquí ganó la votación a mejor disco del año en 2012). Quizá… quizá tantas cosas… Pero el resultado es mismo, doloroso y cruel. Hora Zulú dice adiós, en principio, para siempre. No quería creerlo. Ni con la entrevista que hicimos aquí a Paco Luque, ni por más pena negra que le echarán encima. Pero la despedida de Aitor el sábado, tras un lacrimoso ‘A Ver Si Me Entiendes’ final, “Hasta nunca, Granada”, fue demasiado. Esta será mi última crónica, de tantas, de Hora Zulú, a los que he visto una veintena de veces y siempre me parecerán pocas. Ya los echo de menos. Así fueron los conciertos de Granada.
(Fotos: Fernando Bretones, Manuel Torres y @elchayi)
Para empezar hay que decir que la sala El Tren es la de acceso más lento que he visto a lo largo de mis más de 300 conciertos asistidos. No sé si será por el lector de entradas o por qué, el caso es que no parece normal hacer 40 minutos de cola un día y hora y media otro con las puertas ya abiertas. En cualquier caso, era lo de menos en aquellas dos trágicas noches.
Sí, trágicas, porque era inevitable. La música de Hora Zulú (y cualquiera que los conozca someramente sabe de lo que hablo) tiene un componente trágico muy marcado, una forma de narrar y sentir las cosas que casi no tiene parangón en el rock en castellano. La música ayuda, sin duda. Sea con los ritmos marciales y contundentes o con las serpenteantes melodías de guitarra que juegan entre arabescos y flamenqueras, incrementan una pasión interpretativa que trasciende disco a disco, convirtiendo todas las canciones en pequeños trozos de víscera. Con ese público ‘sentío’ creado a lo largo de trece años, no era difícil prever que su gente se viera muy afectada y así se notaba en las caras. Sobre todo el sábado. La banda también estaba mucho más agridulce el segundo día y se notó, se palpaba en el ambiente.
No sé cuánta gente repitió para las dos citas, pero el concierto del viernes fue mucho más natural. El hecho de saber que quedaba otra bala en la recámara, en el mismo escenario, aligeró mucho las cosas. Eso no impidió que hubiera sobrecarga emotiva en más de una ocasión. El concierto se abrió (a diferencia del sábado) con una mezcla de intros. Desde el ‘A Don Enrique’ a ‘Bienvenido Mr. Marshall’, para entrar con la rabiosa ‘Mis Barraqueras’, momento en el que, sin esperarlo , ya tenía los pelos de punta. Cada paso en el repertorio era una nueva sorpresa. Curiosamente ha sido en estos últimos conciertos cuando, después de mucho tiempo, hicieron un setlist muy dinámico y con ciertos elementos sorpresivos, como la inclusión de ‘En El Lugar a Estar’ tras ‘Tango’ o situar canciones que habitualmente han estado en los últimos tiempos en los tramos finales en el bloque de apertura, la pseudo punk ‘Con Mi Condena’, la siempre intensa ‘De-Que-Rer-Ser’, y la excepcional ‘Que Me Mata’.
En apenas quince minutos se vislumbraba una noche mágica. Con continuas referencias a su madre, presente, Aitor, ataviado con una camiseta de Emilio El Moro (artista que se hizo famoso en su día por versionar con tono humorístico todas las coplas clásicas, reconozco que tengo un LP), estuvo relajado, como Paco, muy comedido en las guitarras, junto a Quini que también hizo menos ‘palmera’ con las rastas esta vez, todo lo contrario que Álex, que nunca descansa, y un Javi Cordovilla al que sí que se le notaba algo de tensión en el rostro.
Sabios en la colocación de los temas, solo hay que ver el repertorio para ver que nunca juntaron demasiadas canciones trágicas juntas. Si ‘Por Los Ceniceros’ y ‘Toma y Obliga’ ponían sombras, se disipaban con la melódica e irónica ‘Lluevan Flores’. Si ‘Nuestro Entonces’ ponía la nostalgia, ‘Yonki Superstar’ contraponía su rabia. Si ‘En Tu Nada’ y ‘Tanto Que Perdí’ sonaron seguidas era porque después venía el momento alegre y sorpresivo de las colaboraciones de Sho Hai y R de Rumba de Violadores del Verso. Este truco, como dejaba entrever más arriba, les funcionó el viernes. El sábado todo era cruel y llanto ante un fin triste. “No es más dulce una patada por mucho que se la espera”, cantan ellos mismos. Pues eso.
Colaboraciones, decía. Sí, las hubo y las mismas los dos días. ChicoNar, su primer DJ a los platos, Ana María Luque, hermana de Paco, en ese cierre flamenco de ‘Volvió A Darme Por Buscar’ (nunca había escuchado la canción en directo, es uno de los grandes recuerdos que me quedarán, excepcional los dos días), Quilate en ‘Misas y Cenas’ (mejor el sábado que el viernes), y Sho Hai y R de Rumba en ‘Luego Querrán’ y ‘El Rey De Las Cantinas’ (mejor el viernes que el sábado), canción que electrificaron con Hora Zulú con ausencia de Aitor en el escenario.
Después de ese momento álgido para los más hip hoperos, llegaba la traca final de siete temas. De hecho el viernes no hicieron ni por irse. Los hicieron del tirón, sin bises. El sábado sí hicieron la despedida ficticia. Y ahí sí que entraron todas las esperadas. Cómo no, cinco de ellas del Me Duele La Boca De Decirlo, el disco que para mal o para bien les marcó para siempre porque buena parte del público lo tenía como referencia y nunca supieron entender del todo otros escarceos sonoros. Hora Zulú no era solo eso, pero hay que reconocer que ‘Andaluz de Nacimiento’, ‘Agua de Mayo’ y ‘A Ver Si Me Entiendes’ son puro fuego en directo. Siempre, inamovibles del tramo final. Y entre ellas se mezclaron dos joyas muy diferentes, la lúgubre ‘Coplas de Negra Inquietud’ (eterna) y la siempre azuzadora ‘Camarada’.
Casi dos horas de concierto que, pese a todo se hicieron cortas. Personalmente eché en falta cuatro temas ‘Reinvención’, ‘El Alma y Los Pies’, ‘Ya Que Te Pierdo’ y ‘De Vivir Sin Ti Dos Vidas’. Curiosamente, cuatro de los temas más tristes que fueron sacrificados. Había que hacer el artificio de compensar pena con alegría para que aquello no se convirtiera en una automutilación.
El sábado me acerqué con la esperanza de ver algo nuevo (como Jesús de la Rosa yendo a El Lago, vaya), ¿variación de repertorio?, ¿más canciones?, ¿arrepentimiento? Lo último era más un deseo que una remota posibilidad, claro está. El caso es que fue duro. Muy duro el concierto del sábado. Por mucho que Álex, Quini, Paco, Javi y Aitor lo intentaran y lo intentaron, mucho, como siempre, las sensaciones eran de no querer escuchar más canciones, no querer que avanzara el concierto. Pronto se percibió que el repertorio iba a ser el mismo. Y si quedaba alguna esperanza para el tramo final, se desvaneció cuando la primera canción tras la nueva colaboración de R de Rumba y Sho Hai fue, de nuevo, ‘Tientos’, el inicio de la serie de puñaladas finales. El canal abierto para un progresivo desangramiento con cada una de las presentaciones.
Sí que hubo una variación y fue de agradecer escuchar por última vez a Aitor recitar la Profecía de Rafael de León con ese “yo fui quien más te ha querío, con eso tengo bastante”, que viene a sintetizar una forma de expresión que late en Hora Zulú. También me llevo la satisfacción de que citaran los dos días lo de hacer “una banda tributo que se llame Camarada Zulú”, tal y como dijo Paco en nuestra entrevista y la referencia el sábado a ese guiño constante al ‘Innuendo’ de Queen.
Hay que elogiar que la banda en todo momento estuvo muy entera. La procesión iría por dentro, pero ni siquiera el sábado ninguno de los componentes se hizo con el micro para realizar comentario alguno. Aitor era el que ponía voz, con esa ironía ácida que le caracteriza. La que hiere cuando dice “qué canciones más tristes tenemos, ahora vamos a por las trágicas” o la que hace reír cuando dice aquello de “ese Carlos Herrera montao a caballo por la feria de Jerez” en ‘Andaluz de Nacimiento’. “Andalucía socialista siempre, pero no de la de Felipe González, socialista socialista”, recalcaba el viernes.
Una sala con suficientes claros como para estar a las anchas el viernes y una abarrotada sala el sábado le dijeron adiós en su Granada en un fin de semana que tendré (tendremos) en la memoria y que a día de hoy no sé si recordar con alegría o con pena. Se clavó y dolió ese “Hasta nunca, Granada”. Porque al final, esa forma de sentir las canciones se mete en las venas y no hay cojones de sacarla. Y ya no habrá más. A día de hoy queda otro concierto en Madrid (14 de diciembre), pero ya no habrá más.
Maldita sea. Y sigo sin creerlo.
“Me dejaste como a un crío en un columpio abandonao”.
“Me duele tanto y tanto saber que no voy a volver a verte. Que me hace falta querer creer”.
Repertorio viernes 15 y sábado 16.
- Intro
- Mis Barraqueras
- Tango (ChicoNar)
- En El Lugar A Estar
- Con Mi Condena
- De-Que-Rer-Ser
- Que Me Mata
- Gabinas de Cochero
- Por Los Ceniceros
- Toma y Obliga
- Lluevan Flores
- Volvió A Darme Por Buscar (Ana María Luque)
- Nuestro Entonces
- Yonki Superstar
- Misas y Cenas (Quilate)
- Que La Tierra Te Sea Leve
- Y No Protesto
- En Tu Nada
- Tanto Que Perdí
- Luego Querrán (Sho Hai y R de Rumba)
- El Rey De Las Cantinas (Sho Hai y R de Rumba, sin Aitor)
- Tientos
- Coplas De Negra Inquietud
- Camarada
- Golpes De Pecho
- Agua De Mayo
- Andaluz De Nacimiento
- A Ver Si Me Entiendes
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Publicado el noviembre 19, 2013 en Crónicas Conciertos y etiquetado en Aitor Velazquez, Alex Bedmar, Conciertos, despedida, Hora Zulú, Javi Cordovilla, Me Duele La Boca De Decirlo, Paco Luque, parón indefinido, Quini Valdivia, sala El Tren. Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.
Fantástico como siempre Chayi, muy bien transmitido, al final haces que se me humedezcan los ojos y todo…
Y bueno, que decir de ellos. Aunque no vuelvan su música estará siempre viva en los que los sentimos alguna vez.
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