Héroes del Silencio – El Espíritu del Vino
Empezaré esta crítica remember reconociendo que en el momento no me gustaban. No soportaba ni el aspecto, ni la entrega incondicional de sus acólitos, ni la hiperteatralización de los directos, nada. La ignorancia es atrevida. En un momento concreto de mi vida llegó a mis manos el directo de ‘Pequeño Cabaret Ambulante’. Empecé a tirar del hilo hacia delante y hacia atrás…. Y entonces sí.
‘El Espíritu del Vino’ es el tercer disco de Héroes del Silencio. Salía a la calle en 1993 y, por muchos motivos, es un álbum especialmente significativo en la historia de la banda. Musical y extra musical. Por el endurecimiento del sonido y la experimentación, y por todo lo que empezó a germinar en su seno y que llevaría en 1996 a su posterior separación.
El disco, producido de nuevo por Phil Manzanera de Roxy Music, se gesta como un desafío para los egos de la banda. Los éxitos de ‘El Mar No Cesa’ y ‘Senderos de Traición’ (con su entrada en el mercado europeo), excita a la banda de forma que para el tercer disco quieren todo a lo grande. Gran minutaje, gran sonido, grandes excesos, gran diseño. La ambición aumenta y con ello los primeros distanciamientos. A los cuatro maños, además, se les sumará Alan Bugoslavski a la guitarra, necesario para la progresiva complejidad de riffs y melodías.
La simbología del diseño acrecentaría el misticismo de la banda, auspiciado por el ‘trascendental’ viaje de Bunbury y Joaquín Cardiel a India y Nepal. A eso se suma el gusto aquí plasmado por la escritura maldita, las frases inconexas… Una puta locura vertiginosa sumada a la mayor velocidad de la base rítmica y más y más guitarras.
El arranque ya es obsesivo con ‘Nuestros Nombres’. El inicio despistado, el grito de Bunbury, la entrada de guitarras con el redoble de Pedro Andreu, representa, condensado, la esencia del rock and roll. Y la canción es paradigmática de lo que es el álbum. Desarrollos más largos, melodías cruzadas, bucles rítmicos de guitarras, mucho más potentes. Juan Valdivia se obsesiona con endurecer su sonido y pierde ese toque delicado de rock gótico para acercarse al hard y a veces incluso al heavy. Es precisamente Phil Molinera quién aporta y hace que pervivan esos toques de ingenuidad sonora en canciones como ‘Tesoro’ o ‘La Alacena’.
Hay canciones como ‘Flor De Loto’, ‘La Herida’, ‘La Apariencia No Es Sincera’, ‘Culpable’ o la propia ‘Sirena Varada’ que son el punto intermedio entre ambas caras. Mientras que son toda una incitación a la perdición vertiginosa. ‘Nuestros Nombres’, ‘El Camino Del Exceso’, ‘Sangre Hirviendo’, ‘Los Placeres de la Pobreza’ o la sucia ‘Tumbas de Sal’.
Un disco fundamental en la historia del rock estatal y con sobrada enjundia.
Tracklist:
- Nuestros Nombres
- Tesoro
- Los Placeres de la Pobreza
- La Herida
- La Sirena Varada
- La Apariencia No Es Sincera
- Z
- Culpable
- El Camino Del Exceso
- Flor De Loto
- El Refugio Interior
- Sangre Hirviendo
- Tumbas de Sal
- Bendecida 2
- Bendecida
- La Alacena
Publicado el abril 20, 2012 en Críticas Remember y etiquetado en Alan Bugoslavsky, Bunbury, El Espíritu del Vino, El Mar No Cesa, Héroes Del Silencio, Joaquín Cardiel, Juan Valdivia, Pedro Andreu, Phil Manzanera, Remember, Roxy Music, Senderos de Traición. Guarda el enlace permanente. 12 comentarios.
No hay duda de que fue un gran grupo. Muchos de sus fans no aceptaron la separación y eso creo que le ha pasado factura a Bunbury, sobre todo en su ciudad, Zaragoza, porque a veces hemos sido muy injustos con el.
El principio entiendo que fuese traumático. Después yo creo que ha alcanzado una sana convivencia.
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