Pedro Andreu – En Mi Refugio Interior

“Vivencias, recuerdos, aventuras y desventuras de un Héroe del Silencio”. Con este subtítulo se completa la portada del libro editado por Efe Eme, dentro de su colección Biblioteca, en el que el baterista de la formación aragonesa compila una serie de textos escritos durante la fase más dura del confinamiento de la primavera de 2020. De hecho, la introducción está datada en el viernes, 13 de marzo, y su último capítulo, el quincuagésimo segundo, el 26 de abril. Y es normal. Todavía lo vemos cercano, quizá con la ausencia de perspectiva que da el temor a que vuelva a suceder algo similar en esta incipiente y temida tercera ola (de ahí que nosotros nos aferremos al título del último disco de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, Ninguna Ola) pero ese ‘apagón’ de la vorágine diaria fue un golpe brusco que cada uno somatizó a su manera. Y sí, empleo de manera consciente el verbo. Los más extrovertidos y ‘tecnoadictos’ se lanzaron a la sucesión de streamings, los que son capaces de sacar cuatro estrofas de cualquier hecho se marcaron canciones de ánimo (con mayor –Robe, Fito, Coque Malla, El Kanka, Vanesa Martín, Funambulista, Rozalén, Vetusta Morla– o menor acierto –guardo silencio decoroso, no hay necesidad-), otros les dio por iniciar, culminar o perfeccionar trabajos que poco a poco van viendo la luz con algo más de enjundia (La MODA, de nuevo), a otros nos dio por hacer una base de datos y ordenar miles de discos y cientos de libros que aparecían detrás de cualquier lugar, estante, cajón, armario o bolsa (por cierto, tarea inconclusa), y otros, como Óscar Sancho, de quien escribía hace unas semanas, o Pedro Andreu, que nos ocupa, optaron por desfogar emociones internas a través de las palabras en forma de diario desordenado. Esto es, En Mi Refugio Interior. El respiro liberador y una colección de hechos esbozados que han ido regando y llenando los días del baterista de un grupo que qué les voy a decir que no sepan. ¿El resultado merece la pena? Vamos a dar nuestra versión y algunas hipótesis.

El lector que quiera acercarse al libro ha de tener claro que no estamos ante una biografía al uso. Ni por la ausencia de cronología ni tampoco porque se narren las cosas de manera ‘convencional’ o, siquiera, completa. Tampoco es un derroche de maestría literaria y, reconozcámoslo, en las primeras paradas el estilo se hace bastante enervante. Pero, ojo, al final el defecto se convierte en una virtud y he aquí que poco a poco, con el paso de los capítulos (cincuenta y dos) Pedro consigue contagiarnos el tono hasta parecer que nos cuenta esto en una mezcla de monólogo interior, profesor repasando en clase cosas que ya debemos conocer del estudio previo y, también, como si compartiera contigo una caña en la barra de un bar. Que para estar escrito en unas semanas en la que solo se podía salir a tirar la basura, no es poca cosa.

Aclarados los aspectos formales, diremos también que el libro se hace corto de manera casi insultante. Hay quien dice que el valor de una persona se mide más en lo que calla que en lo que cuenta (al menos, a mí me lo han dicho en múltiples ocasiones y no sé si es para que me suelte más o que hable menos, prefiero no ir más allá) y con este libro pasa precisamente eso. Pedro apunta en todas las cronologías y direcciones. De hecho, puede que la narración más ‘al uso’ sea la que tiene que ver con sus padres, su infancia, sus mudanzas y los amigos del barrio… Pero conforme el tiempo avanza y deja de ser una persona anónima para convertirse en uno de los cuatro pilares (¿cuántas veces, siendo de Zaragoza, le habrán hecho la broma?) de una de las bandas más importantes de la historia del Rock en España (no es momento de entrar en debate de cuál más) el discurso, las frases, las confesiones, se hacen más abiertas e inconclusas, apuntadas, esbozadas… Con descarados silencios intencionados que guardan dardos con nombre a lo largo de las 170 páginas.

No conozco a Pedro pero confieso que la lectura del libro (veloz, se puede despachar en poco más de una hora) nos hace pasar por todo el catálogo de emociones que uno puede sentir hacia una persona porque, precisamente, es lo que él ha vivido a lo largo de los años. De los más dulces a los más ingratos. De cómo tuvo que pelear el puesto (es una opinión estrictamente personal, creo que es el HDS que más ha tenido que ‘justificar’ su desempeño, como si cualquier pudiera haber estado en su lugar y creo con firmeza que no es así), a cómo se narran las vivencias en pequeñas salas, en lugares recónditos del otro lado del charco, también en los grandes eventos y festivales (lejos de vanagloriarse, solo hay un capítulo en el que habla de las estrellas coincidentes), las experiencias jodidas de salud, operaciones y vendajes incluidos, desengaños o de cómo se gestó y fue esa reunión de 2007.

Sí, es curioso. El libro es muy interesante más por lo que apunta que por lo que cuenta. Pero lo que dice es suficiente para descubrir tras él una persona currante, que tiene el ego necesario (que lo es) de ser consciente de dónde ha tocado y lo que fueron (¿son?), pero también la humildad para agradecer un abrazo desconocido, siempre que haya respeto de por medio, o tocar cuatro temas con bandas tributo, el día H… Por otro lado, un pequeño spoiler, me llevo la alegría (como fan, no como crítico) que tanto Loquillo como Jaime Urrutia le invitaron a unirse a sus respectivas bandas cuando Héroes paró.

Por el camino, las rutas por las carreteras (y mares) de España, aeropuertos, fronteras, esboza las tiranteces de Enrique y Juan (incluso llega a asegurar que su compañero le confesó no haber disfrutado en la gira de regreso) y cómo todo empieza a romperse de manera definitiva en una habitación de hotel allá por comienzos de 1996, sus proyectos con Puravida, Café del Mar o La Red (demasiados cambios de alineación en poco tiempo para que la cosa coja la entidad que merece). También sus placeres musicales o el gusto por la tradición a la hora de buscar el sonido de la batería. Amenazas, incendios… Y aunque hay algún viaje asistido, hay menos droga y sexo de lo que los chismosos querrían. Amigos de aquí y de allí precisan recuerdos más concretos para completar el cuadro, del todo impresionista, a veces del todo abstracto.

El resultado consigue el equilibrio perfecto de ser lo cauto y caballeroso que exige la posición, pero también la confidencialidad de quien ha vivido el sueño de ser formar parte de una banda de leyenda.

Publicado el enero 12, 2021 en Actualidad y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.

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