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Bunbury – Greta Garbo
Posiblemente Bunbury sea, junto a Robe en su dualidad como solista y con Extremoduro, el artista del que más he escrito en esta casa. Recuerdo aquella introducción en la que apuntaba que en los ya más de once años de vida la web haya escrito una veintena de artículos y críticas sobre la figura, discos, documentales, directos, giras o selección de temas de Enrique, tanto en solitario como con Héroes del Silencio, como en sus proyectos con Bushido, Carlos Ann y Panero o con Calamaro, dice mucho de la notoriedad, de la relevancia y de la importancia del músico. Es un hecho irrefutable, como es plausible su afán por demostrar y compartir su constante movimiento en el trapecio en la búsqueda de algo nuevo que ofrecer a su público. Me gusta el empecinamiento y el compromiso que tiene con la creación, que con independencia de que se pueda ajustar más o menos a nuestras apetencias musicales de determinado momento, sí que se mueven en las más estricta coherencia de sus necesidades expresivas. Así ha sido a lo largo de toda su carrera y, aunque para muchos ya no sea el mismo, como ironiza en uno de los ‘bonus track’ para los compradores del vinilo, eso sí que no ha cambiado desde el principio de los tiempos. Como la transgresión de Robe, presente siempre en los cerriles primeros discos o en la preciosista manera de entender los desarrollos instrumentales posteriores, Bunbury no ha dudado nunca en cambiar de dirección cuando ha visto que el camino por el que andaba ya no le satisfacía. Desde el pop gótico inicial y al punto casi heavy del final de Héroes, pasando por la electrónica, el minimalismo mediterráneo, el punto cantinero mariachi, el rock árido, la canción de autor más americana o el regreso, esta vez revestido de estilo, densidad oscura y aires jazzy, a los sintes y programaciones del último lustro. Tras ‘el susto’ que provocó su retiro de los escenarios y las giras se dedicó a escribir, una vez más, como ejercicio de exorcismo, de terapia, aunque esta vez más refinada que en Exilio Topanga o su anterior EP con Paco Loco… Esto es Greta Garbo.
Lee el resto de esta entradaHéroes. Silencio y Rock & Roll
El pasado viernes se estrenó en Netflix el esperado documental biográfico de Héroes del Silencio, más si cabe por ese ligero retraso que obligó a demorar unas cuantas semanas más su puesta de largo, ya que estaba previsto para pocas fechas después del de Rompan Todo. Dice el refrán que la espera merece la pena y, ya que no siempre es cierto, en este caso podemos decir que sí. Está dirigido por Alexis Morante, un habitual de la videografía de Bunbury en los últimos años, puesto que de él son hasta 13 videoclips antes de que cogiera el mando Jose Girl con estilo más personal y acorde a las nuevas tendencias sonoras de Enrique. Suyos también son, por ejemplo, el cortometraje Licenciado Cantinas de 2012 y el documental El Camino Más Largo de 2016, del que ya hablamos en esta casa. Y también documentales sobre Alejandro Sanz o Camarón de la Isla). Las opiniones que ha generado la cinta son una perfecta extrapolación de la misma división de pareceres que la banda tuvo que afrontar en su momento. Que si son el grupo más grande de la historia en España, que si eran unos intensos insoportables y muy engreídos, que si musicalmente o los textos solo buscaban un efectismo complaciente, que si inventaron la pólvora porque nadie hacía lo que ellos en nuestro país, que si era un manejo comercial, que si el triunfo fuera no era para tanto… Lo de siempre, pero ahora con redes sociales. Nadie se ha movido de su posición tras su visionado lo que indica, cuanto menos, una dificultosa capacidad de reflexión o de ver las cosas en perspectiva. Es el precio que se paga cuando llega el triunfo transversal (que penaliza, si lo haces es que eres un vendido o hay gato encerrado) porque, no les quepa duda, si Héroes no hubiese tenido un triunfo masivo, si se hubiesen quedado en la minoría rock, la inmensa mayoría de los que les sigue dando cera para creerse por encima de la corriente popular, opinarían lo contrario. La historia nos la sabemos porque la hemos visto con todos los que han salido ‘del círculo de la supuesta autenticidad’. La historia de siempre. Es uno de los muchísimos elementos arquetípicos del rock que cumple Héroes del Silencio. Pero hay muchos más y el documental da fe de ello.
Lee el resto de esta entradaPedro Andreu – En Mi Refugio Interior
“Vivencias, recuerdos, aventuras y desventuras de un Héroe del Silencio”. Con este subtítulo se completa la portada del libro editado por Efe Eme, dentro de su colección Biblioteca, en el que el baterista de la formación aragonesa compila una serie de textos escritos durante la fase más dura del confinamiento de la primavera de 2020. De hecho, la introducción está datada en el viernes, 13 de marzo, y su último capítulo, el quincuagésimo segundo, el 26 de abril. Y es normal. Todavía lo vemos cercano, quizá con la ausencia de perspectiva que da el temor a que vuelva a suceder algo similar en esta incipiente y temida tercera ola (de ahí que nosotros nos aferremos al título del último disco de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, Ninguna Ola) pero ese ‘apagón’ de la vorágine diaria fue un golpe brusco que cada uno somatizó a su manera. Y sí, empleo de manera consciente el verbo. Los más extrovertidos y ‘tecnoadictos’ se lanzaron a la sucesión de streamings, los que son capaces de sacar cuatro estrofas de cualquier hecho se marcaron canciones de ánimo (con mayor –Robe, Fito, Coque Malla, El Kanka, Vanesa Martín, Funambulista, Rozalén, Vetusta Morla– o menor acierto –guardo silencio decoroso, no hay necesidad-), otros les dio por iniciar, culminar o perfeccionar trabajos que poco a poco van viendo la luz con algo más de enjundia (La MODA, de nuevo), a otros nos dio por hacer una base de datos y ordenar miles de discos y cientos de libros que aparecían detrás de cualquier lugar, estante, cajón, armario o bolsa (por cierto, tarea inconclusa), y otros, como Óscar Sancho, de quien escribía hace unas semanas, o Pedro Andreu, que nos ocupa, optaron por desfogar emociones internas a través de las palabras en forma de diario desordenado. Esto es, En Mi Refugio Interior. El respiro liberador y una colección de hechos esbozados que han ido regando y llenando los días del baterista de un grupo que qué les voy a decir que no sepan. ¿El resultado merece la pena? Vamos a dar nuestra versión y algunas hipótesis.
Lee el resto de esta entradaBunbury – Posible
Costumbre para los seguidores, necesidad para el artista, lleva Enrique Bunbury reinventándose en cada uno de sus trabajos discográficos de estudio desde que decidiera poner fin al camino del exceso de Héroes. Sobran los motivos, que diría el autor de su última versión (Donde Habita El Olvido en el Tributo a Sabina), para reconocerle méritos pero, sin duda, el hacer que una legión de seguidores en todo el mundo siga con la atención de siempre cada uno de sus pasos pese a la amplia gama de registros alcanzados es un caso casi único en la escena musical. Por eso, también porque siempre se ha caracterizado por una visión adelantada a su tiempo, sumen su inquietud constante y, por último, porque de conformista ha tenido bien poco, su actitud encomiable le ha valido cierta unanimidad en el aplauso (que no es nada fácil en estos tiempos): te puede gustar más o menos su nueva propuesta, pero siempre se cimenta en la búsqueda, el conocimiento, la experimentación testada y mucho seso detrás. A ello, hay que añadir que a Enrique le ha sentado bien el cambio de decena. No le gusta que comparemos sus discos en términos de mejor o peor pero, considero que es algo objetivo, la curva vuelve a dibujar una trayectoria ascendente, superando incluso la emoción contenida de un Expectativas de por sí sobresaliente. Con Posible ‘se saca’ de alguna manera la espina de los sintetizadores y la electrónica, refuerza la mirada circunspecta de su predecesor y aumenta la oscuridad propia de quien ve la vida con cierto desencanto romántico que impone el paso de los años, pero siempre manteniendo el halo de luz que da la bondad.
Carlos Ann, Bunbury… – Leopoldo María Panero (2004)
En una semana en la que he escrito del poderoso y encantador disco de Quique González a partir de textos creados ex profeso por el escritor y poeta granadino Luis García Montero; en la que he abordado el regreso de 091 después de 25 años sin nuevas canciones, con la pluma siempre voraz y certera de José Ignacio Lapido; y en la que nos zambullimos en el quíntuple disco de El Drogas, donde se inspira en uno de ellos en el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro y donde hay referencias veladas a Eduardo Galeano, además del elevado tono propio, estaba claro que la crítica remember de este viernes tenía que tener un fuerte componente literario. Precisamente, al tomar consciencia de que el disco de Enrique Villarreal muta un verso de Leopoldo María Panero (Solo quiero musas en esta noche sin compañía) recordé que le tenía ganas a este proyecto liderado por Carlos Ann (artista candidato a aparecer por esta sección cualquier semana), al que se sumó sin pensarlo demasiado Enrique Bunbury (recordemos que eran 2 de los 4 de Bushido), y que contó con las cavernosas voces de del productor, director y guionista del porno José María y el escritor Bruno Galindo, que reforzó desde entonces su vinculación con el mundo de la música. Pusieron delirio electrónico a más de una treintena de poemas, casi los más peligrosos, tóxicos y enfermizos de Leopoldo, que ya de por sí merece también mención aparte.
#Mis10de Bunbury
Es un problema que se puede aplicar a casi cualquier grupo o solista a la hora de hacer una selección. ¿Nos quedamos con la alegría del golpeo melódico de canciones animosas o con su lado más circunspecto y reflexivo? Esta dicotomía se hace más palpable si cabe en, precisamente, cantautores. Pasará con Calamaro, con Quique González… y también pasa con Enrique Bunbury. Hay un lado muy rockero y festivo donde temas como ‘Bujías Para El Dolor’, ‘Lady Blue’, ‘Anidando Liendres’, ‘La Actitud Correcta’, ‘Hermosos y Malditos’, ‘Lo Que Queda Por Vivir’, ‘La Señorita Hermafrodita’ y otras muchas más pelearían por entrar en el top. El caso es que al ponerme a hacer la selección, me ha salido más bien del otro lado. Un tono reposado y visceral, derrotista, quizá. Lo que haría justificable más que nunca el hacer dos listas. (De hecho, os confieso que hace años me hice dos recopilatorios para el coche, uno titulado A y otro B, con ese espíritu). Pero como esto hay que tomarlo como un juego que nos permita aprender y comparar, las reglas son las que son y la lista es la que es. Un Bunbury al que, por más haters que le señalen, pasa por ser uno de los artistas más grandes que ha dado la música en nuestro país. Y lo que todavía le queda por dar.
Bunbury – Expectativas
La carrera del aragonés errante es tan magna y extensa que para enjuiciar cada uno de sus lanzamientos hay que hacer un doble ejercicio de análisis. Por un lado, qué representa el álbum en el contexto cronológico de su obra, pero también tomarlo como un hecho aislado, correspondiente a una necesidad expresiva vital en cada uno de los momentos concretos. Como en ‘La Soledad del Corredor de Fondo’, Bunbury maneja a su antojo los textos y sus influencias sonoras, añadiendo según considera dosis en porcentajes diversos. Así, si en Palosanto encontrábamos un mensaje mesiánico de esperanza post-redención, en Expectativas nos llega el reverso perverso del desencanto post-rendición. Con un mensaje duro, sin imposturas, guardando siempre la esperanza en el propio yo, como se reflejará (esta vez sí más clara la división) en la segunda parte de la lista de canciones. Y el ropaje sonoro responde al envite con rotundidad, con unos Los Santos Inocentes sobrios y con un toque titilante gracias al impecable añadido del saxo de Santi del Campo, que acaricia y abrasa en la misma medida. El álbum las cumple.
Bunbury – MTV Unplugged. El Libro de las Mutaciones
El disco en directo es una piedra de toque fundamental en la carrera y evolución de un grupo solista. Los hay quienes prefieren grabarlo con motivo de una gran y redonda fecha conmemorativa, los hay quienes tiran de grandes invitados en una noche especial, hay quienes hacen un collage de diferentes actuaciones… Hay quien no lo tiene pese a ‘que les toca’… En definitiva, es un elemento indispensable que en cierta manera se ha convertido en una especie de termómetro para medir el estado de forma del artista o grupo en cuestión. Y luego está Bunbury. Muy pocos discos de estudio del maño no tienen su testimonio sonoro o visual. Ahí quedan Pequeño Cabaret Ambulante, Una Cita En Flamingos, Freak Show (aquí podríamos encuadrar El Viaje a Ninguna Parte), Liceo con Nacho Vegas, Gran Rex, Licenciado Cantinas, Hijos del Pueblo (con Calamaro) o Madrid, Área 51. Ahora llega, con subtítulo de ascendencia china, este MTV Unplugged. Un trabajo que para Bunbury más que un disco en directo es una grabación con público.
Bunbury & Calamaro – Hijos Del Pueblo
Casi por sorpresa la temporada de otoño vino con el anuncio de una gira conjunta de Enrique Bunbury y Andrés Calamaro. Demasiado circunscrita en el tiempo y en el espacio, para mal de quienes hemos deseado algo así desde hace años. Nueve fechas en 23 días y todas ellas en México. Suertudos ellos, vieron la concreción de un sueño o idea que rondó hace aproximadamente una década las cabezas de estos dos artistas internacionales. Aquel esbozo también incluía a Jaime Urrutia y a Loquillo. Dicen que los egos fueron los que echaron al traste el proyecto… Visto lo visto con el paso del tiempo, podemos hacernos una idea de por dónde fueron los tiros. El caso es que Hijos Del Pueblo, este disco en directo que reúne las canciones que interpretaban los dos sobre el escenario en la gira, viene a disminuir las ganas de quienes no disfrutaron del espectáculo en situ. Corto, diez temas, y sin DVD. Un álbum de audio de la vieja escuela, pero que refleja la grandeza de dos intérpretes en su mejor estado “cantor”, que diría el propio Andrés.
M-Clan – Dos Noches En El Price
Que después de 20 años de carrera sólida en el rock, la banda de Carlos Tarque, considerada por unanimidad una de las mejores voces del rock en castellano, y Ricardo Ruipérez no tuviera un álbum en directo eléctrico completo era algo inconcebible (que diría hasta la saciedad el buen amigo Vizzini de ‘La Princesa Prometida’). El único escarceo que tuvieron con el formato en directo fue aquel ‘Sin Enchufe’ de 2001. Un álbum acústico que se convirtió en superventas y con el que M-Clan multiplicó la popularidad creciente de ‘Usar y Tirar’, mientras algunos ‘rockeros de la primera época’ decidieron bajarse del barco por la supuesta afronta comercial y la marcha de Santiago Campillo y el directo cortado (solo 11 temas) que se incluía -casi parece que para hacer más bulto que otra cosa- en ‘Retrospección‘. Dos Noches En El Price viene a cubrir esa necesidad y recoge los dos conciertos que la banda ofreció en el recinto madrileño los pasados 6 y 7 de junio, con numerosos invitados de gala para la ocasión. ¿El resultado? Lee el resto de esta entrada