Carlos Ann, Bunbury… – Leopoldo María Panero (2004)

En una semana en la que he escrito del poderoso y encantador disco de Quique González a partir de textos creados ex profeso por el escritor y poeta granadino Luis García Montero; en la que he abordado el regreso de 091 después de 25 años sin nuevas canciones, con la pluma siempre voraz y certera de José Ignacio Lapido; y en la que nos zambullimos en el quíntuple disco de El Drogas, donde se inspira en uno de ellos en el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro y donde hay referencias veladas a Eduardo Galeano, además del elevado tono propio, estaba claro que la crítica remember de este viernes tenía que tener un fuerte componente literario. Precisamente, al tomar consciencia de que el disco de Enrique Villarreal muta un verso de Leopoldo María Panero (Solo quiero musas en esta noche sin compañía) recordé que le tenía ganas a este proyecto liderado por Carlos Ann (artista candidato a aparecer por esta sección cualquier semana), al que se sumó sin pensarlo demasiado Enrique Bunbury (recordemos que eran 2 de los 4 de Bushido), y que contó con las cavernosas voces de del productor, director y guionista del porno José María y el escritor Bruno Galindo, que reforzó desde entonces su vinculación con el mundo de la música. Pusieron delirio electrónico a más de una treintena de poemas, casi los más peligrosos, tóxicos y enfermizos de Leopoldo, que ya de por sí merece también mención aparte.

Puntualicemos varías cosas, para ponernos en situación. Leopoldo María Panero nació en una familia de lo más particular, en la que las letras y los egos, los miedos y la frustración estaban a la orden del día. Padre poeta, tío poeta, hermano poeta, otro hermano viva la vida (al que le canta Nacho Vegas), familia acomodada, drogas, alcohol, bisexualidad… Locura. Los Panero han generado una fascinación extraña en quienes conocen de su existencia. Como prueba esa cinta antológica que fue El Desencanto, de Jaime Chávarri, que refleja todos los males del clan, fuertemente condicionado por la figura del padre, referente de la poesía arraigada, vinculada a los territorios formalistas del exhumado Francisco Franco. Era 1976. Por cierto, que su tío, Juan, murió en accidente de tráfico defendiendo al bando sublevado. Años más tarde, con su madre ya fallecida, habría ‘una segunda parte’ denominada Después De Tantos Años, dirigida por Ricardo… Franco, en 1994.

Sea por la sana y primitiva costumbre que tienen los hijos de contrariar a sus padres, Leopoldo María se hizo rojo y ‘desviado’. Quizá demasiado protegido por su madre, que le fue permitiendo los desbarres hasta que propició su internamiento en un psiquiátrico, ya que desarrolló la esquizofrenia en sus años en la cárcel por el activismo antifranquista. El caso es que, posiblemente, esa locura agravada a finales de los 80 y que le llevaría a su ‘retiro voluntario’ en Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XXI, donde murió en 2014, fomenta el halo maldito y quizá sus visiones al extremo que lleva en sus poemas.

Con estos mimbres, el siempre excesivo Carlos Ann abordó un proyecto cuyo resultado final no es que sea una obra maestra, pero tampoco es para darle la cera que le dio en su momento Juan José Santos en La Fonoteca. Estamos de acuerdo en que hay mucho de previsible y de impostado en algunas interpretaciones, especialmente las recitas, pero creo (siempre he creído) en la bondad de la intención de Bunbury (que no lo incluye en su página web oficial dentro de su discografía, sino en la sección de colaboraciones) y de Carlos Ann.

Tenemos que partir de la base de que musicar poemas nunca ha sido una tarea sencilla. Sobre todo también cuando no hay rima de por medio, como ocurre en este caso. Considero que la poesía de Panero, que nos puede parecer brillante en ocasiones, despreciable en otras, turbadora siempre, no podría tener mejor banda sonora que, justamente, el tratamiento electrónico-guitarrero que le da Carlos Ann. A veces cercano incluso a territorios de Prodigy, como en ‘Heroína’, otras veces ambiental, pero siempre sórdido. ‘Canción Para Una Discoteca’ fue el único tema que salvo la honra de la popularidad y podemos decir que fue el único single que se extrajo del disco.

Los pizzicatos de cuerda de ‘La Vida’ también se salvan de la quema de manera sobrada, como la caja de música de piano y acordeón de ‘Spiritual 1’. ‘El Lamento del Vampiro’ también tiene su aquel con su épica y percusión. Tiene su aquel el funk de ‘Lectura En Diagonal’ de Bruno Galindo, que en general lo hace bastante mejor que su compañero en el ‘spoken word’, pero cuyos cortes son los más desquiciantes de la lista.

Pero, ¿estamos seguros que no era desquiciar la intención original? Por eso, más que el palo lo que hay que hacer es reconocerles el mérito de haberlo conseguido…

…Y dejar la escucha de este álbum en los momentos en los que necesitemos buscar comprensión a nuestras paranoias. A mí me funciona como speedball de locura y reflexión.

Lista de canciones – tracklist:

CD 1:

  1. La Llegada Del Impostor Fingiéndose Leopoldo María Panero / Himno a Satán
  2. La Monja Atea
  3. Le Bon Pasteur
  4. Canción Para Una Discoteca
  5. Heroína
  6. The End
  7. Brillo En La Mano
  8. En El Obscuro Jardín Del Manicomio (poemas del manicomio de Mondragón) / A Quien Me Leyere
  9. Ars Magna
  10. Peter Punk
  11. Un Ángel Pasó Por Brooklyn
  12. Mataratos / Doceavo
  13. La Vida

CD 2:

  1. Spiritual 1
  2. Bataille
  3. Dedicatoria
  4. Lectura En Diagonal
  5. Diario De Un Seductor / Bello En El Incesto
  6. The End
  7. No Se Trata De Rencor, Sino De Odio
  8. Necrofilia
  9. Marqués De Sade
  10. Noveno Poema De La Vieja
  11. El Lamento De Un Vampiro
  12. Asesinato
  13. La Alucinación De Una Mano O…
  14. Homenaje a Dashiell Hammet / Elegía / La Matanza Del Día De San Valentín
  15. Brillo En La Mano
  16. Los Pasos Del Callejón Sin Salida
  17. Me Celebro y Me Odio

Publicado el octubre 25, 2019 en Críticas Remember y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.

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