Bushido – Bushido (2004)

BushidoAlgún día tenía que llegar y ha sido hoy. Bushido es uno de esos desvíos momentáneos en la carrera de Enrique Bunbury que, como denominador común de amistad con el resto del componentes de este proyecto, reúne a otras tres fuertes personalidades para crear un disco único (porque no iba a tener vocación de continuidad). Una suerte de trabajo experimental (en el concepto, no en las formas, pues la producción es impecable) en los que reúne a Shuarma (al que ya conocía y que ya había producido y colaborado en Elefantes), a Carlos Ann (personaje del underground barcelonés con quien compartía una devoción absoluta por Leopoldo María Panero) y Morti (el vocalista que había despachado tres discos sobresalientes con El Fantástico Hombre Bala). Son cuatro caracteres muy marcados y casi inamovibles, como se puede ver antes de este disco y por cómo han seguido su camino los más de diez años que han transcurrido. Bushido quedará como una rareza de lo que un día se inventaron. Es un disco venenoso que no siempre entra, pero que nunca conviene dejar de lado.

La capacidad de generar atención sobre un artista que tiene Bunbury es un #FF en toda regla. El universo Bunbury/Héroes y todo el fenómeno fan que se mueve en torno a él hace que el artista que cite se convierta en un querido más por buena parte de su legión de seguidores. Ojo, que la mayoría de ellos ya eran artistas a los que prestar atención, pero es cierto que su ayuda ha servido para relanzar muchos nombre o, si no, les ha aportado un plus extra. Véase Quique González, Iván Ferreiro en solitario, los tres de esta lista, Nacho Vegas, Amaral, Chus Rebel, Zoé, Carla Morrison, Lila Downs… Y ni qué decir del relanzamiento de la carrera de Jaime Urrutia (con el que luego hubo desavenencias en torno a la publicación de un disco y una posible gira en Latinoamérica), Loquillo o el mismísimo Calamaro. El cuarteto de la gira imposible.

Hay que situar a Bushido entre el final de la gira de Flamingos y la grabación de El Viaje a Ninguna parte. Quizá el momento de mayor repercusión mediática de la carrera en solitario del Enrique. Flamingos, un disco oscuro y musculoso, cayó en gracia al gran público gracias a varios singles soberbios (‘Lady Blue’, ‘Sí’ (Adría Puntí), ‘Enganchado a Ti’, ‘El Club de los Imposibles’) pero que tenía otros temas que eran confesión y catarsis (‘Sácame De Aquí’, ‘San Cosme y San Damián’, ‘One, Two, Three’, ‘Hoy No Estoy Para Nadie’…). Terminando de cicatrizar heridas recientes, Bunbury se encierra dos semanas con Morti, Shuarma y Carlos Ann en una masía de Tarragona y de ahí sale este álbum, como digo, menos experimental y descocado de lo que se podría presumir a priori.

Bunbury pone el carisma, la versatilidad vocal y las canciones de tempo lento, reposado, como las oscuras de Flamingos. Un exorcismo final antes de meterse en el sonido latino nómada de El Viaje a Ninguna Parte. Shuarma, con quien rompería relaciones en la producción de este álbum (reconciliados para bien hace unos años) aporta su afección interpretativa y ese aura drama-queen de sensibilidad desbordante. Carlos Ann añade la locura electrónica y el crapulismo, nocturnidad y alevosía. Las pasiones más bajas, pero siempre estilosas. Por su parte, Morti es ‘la sombra negra’ de porte incorruptible. Un gigantón de voz grave y maneras metálicas, como después desarrollaría en Skizoo e Inmune. Curiosamente es el que menos participa de manera activa en las canciones (hasta en ocho está ausente y, sin embargo, suyas son dos de las canciones más significativas).

Con estos mimbres, las combinaciones entre los cuatro son múltiples en el desarrollo de las quince canciones. Se nota a la legua la buena conexión de Ann y Bunbury (se marcan tres temas entre los dos), como también el poderío armónico que Shuarma confiere a la mayoría de las canciones y cómo conecta y contrasta con su yan, Morti.

‘La Felicidad’ es la canción más luminosa del metraje. Una buena apertura que rezuma frescura con ese universo glam donde aparece el Shuarma más accesible, palmeos, una buena cadencia rítmica de toque cabaretero. ‘Infectado De Tu Amor’ nos llega como una serpiente venenosa. Base subrepticia y sutil de electrónica y una guitarra principal muy presente, muy Flamingos. La cavernosa voz de Morti se deja engatusar por la línea de graves. ‘Desmejorado’ se presenta aquí demasiado electrónica para la emotividad que sí tienen las versiones de Enrique en directo posteriores o la que también hizo Raphael. ‘España’ es un corte difícil, de rimas prescindibles en momentos. Es más un juego de atmósferas que una canción a la que tomar demasiado en serio, aunque la intención sea la de apuntar con cínica ironía a los aspectos costumbristas más desagradables.

‘Rusa Rumana’ tiene el sello inconfundible de Ann. Enamoramiento sexual al borde de la obsesión fetichista hacia la belleza extranjera, lleno de florituras líricas que bien aprobaría el gran Tino Casal. En ‘As De Copas’ nos viene el mundo circense-caja de música tan bunburiano (recordemos que menos de dos años después vendría el Freak Show, donde colaboró Carlos Ann). ‘Golpe En La Sien’ refuerza la sensación de que Carlos Ann es el gran vencedor de este álbum (y todavía falta otra gigante). La sobreinterpretación vocal del fraseo, unida a la intensidad progresiva del estribillo se complementa con un estribillo cantinero cantado a coro por todos… menos Morti, claro. La coda final, con percusión más fuerte y el añadido de metales es el cierre perfecto a una sobresaliente canción.

‘Sex Food’ suena mucho, por base y maneras, a los cortes lentos de Flamingos, así que casi es inevitable pensar en posible descarte aprovechado. En ‘Pulso Firme’ se apunta pero no se termina de disparar. La ausencia de la electrónica de Ann le da un toque mucho más rudo, incluso el texto (“ahora mi pulso es más firme que ayer”) y lo apuntado en el desarrollo de la música dan pie a imaginar una canción mucho más extenso, que haría de este apunte de tres minutos algo mucho más gigante. Parece más un ‘reprise’. ‘L’Amour’ es la suntuosidad más voluptuosa del metraje. Es una canción vampírica y decadente donde Carlos Ann rutila con una pomposidad soberbia. Toda la canción es para enmarcar. Y, tras ella, aparece el reverso de magnificencia. Si allí eran Ann y Bunbury, aquí es Morti y Shuarma, equilibrio perfecto. ¿Premeditado? ‘Magenta’ pone en valor a un Morti discreto en su papel, pero certero cuando toca.

En el último tramo, ‘Te Esperaré’ pone un raro sonido de standard jazz para una gran melodía vocal. Es una muy notable canción que esboza un camino que da pie a imaginar más posibilidades para ese registro. Algo así pasa con ‘Entra Conmigo’, el corte donde la batería suena más natural y despojada de artificios y donde el protagonismo de Shuarma con su absorbente voz fagocita el conjunto. En ‘Aleteo’ es Carlos Ann el que da rienda suelta a su afán por los poemas musicados. Eso lo hace el ‘más radical’ de la lista, pero siempre dentro de unos límites que después se romperían con el disco Panero. ‘La Felicidad II’ nos trae a Shuarma afectado con mezcla rudimentaria de acústica salerosa. Puro Elefantes, al fin y al cabo.

Más allá de que nos pueda convencer más unas canciones que otras o si el resultado final podría haber sido más explosivo, el verdadero mérito de Bushido es su concepción de reunir cuatro talentos individuales para ver qué sale. El rock español, tan propenso a las colaboraciones para los directos o para canciones en estudio, tiene mucho que aprender del anglosajón (¿os imagináis un Crosby, Stills, Nash & Young en España?) y en eso Bunbury (con sus discos con Vegas, Calamaro o este Bushido) sí que ha puesto su grano de arena.

 

¡Absenta!

 

En Spotify.

Tracklist:

  1. La Felicidad
  2. Infectado De Tu Amor
  3. Desmejorado
  4. España
  5. Rusa Rumana
  6. As De Copas
  7. Golpe En La Sien
  8. Sex Food
  9. Pulso Firme
  10. L’Amour
  11. Magenta
  12. Te Esperaré
  13. Entra Conmigo
  14. Aleteo
  15. La Felicidad II

 

Publicado el junio 3, 2016 en Críticas Remember y etiquetado en , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 11 comentarios.

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