Loquillo. Paseo de gracia
Cubrir desde dentro la programación cultural de una capital de provincia ‘mediana’ te permite compartir espacios de trabajo con todo tipo de músicos, bandas, actrices y actores… En ese marco, la Feria del Libro siempre suele tener algún protagonista relacionado con el mundo musical y en la edición de este año celebré la presencia de Loquillo con motivo de su última creación literaria: Paseo de gracia. Un libro que salía a la venta el 3 de abril y que tuvo en Almería su primer acto de presentación. No solo eso, sino que mi rabiosa conjuntivitis de ojo derecho y yo (esa mañana visité urgencias por primera vez, con resultado nulo; todavía tuve que hacer una visita el jueves siguiente, hoy todavía sigo sin estar recuperado del todo) tuvimos el placer de ser el primer ejemplar firmado por Loquillo, en los minutos previos compartidos en privado antes de que el salón noble de la delegación autonómica se llenara hasta más allá de lo razonable. Cortés en el trato y comedido y cabal en el discurso, en aquella presentación Loquillo me pareció mucho más apaciguado, sereno y reflexivo que lo que suele trascender de las declaraciones astracanadas que suelen agitarse como elemento mamporrero, olvidando que no es necesario estar siempre de acuerdo al cien por cien con lo que dice una persona para valorar su trabajo. Esta Semana Santa me bebí en un día, entre sorbos de vino blanco, gotas para los ojos, mi libreta de poesías y la meditación, este nuevo libro en el que el Loco invita a hacer un viaje físico a Barcelona y mental a la memoria de una ciudad que ya no existe y a una colección de personajes en los que se detiene con la perspectiva del tiempo, que no nostalgia. Adelante.
Loquillo no es solo uno de los cantantes y artistas más inconfundibles de la historia de nuestro Rock, sino que también ha sido siempre un inquieto cultural, con experiencias varias, como actor en un par de cintas, productor del documental Mujeres En Pie De Guerra, y, cómo no, también en la literatura.
Una literatura que ha trabajado desde una triple vertiente. En primer lugar, musicando a algunos de los mejores poetas contemporáneos: Luis Alberto de Cuenca, Octavio Paz, Bernardo Atxaga, Jaime Gil de Biedma, Mario Benedetti, Antonio Gamoneda, Jorge Luis Borges, Carlos Zenón o, el más reciente, en el disco Europa, con poemas de Julio Martínez Mesanza.
En segundo lugar, también protagonizando varios libros de conversaciones, como el realizado con Juan Puchades en 2001 o con Luis Hidalgo en 2013; también de fotografías, como Loquillo Rock & Roll Star en 2012 o Cuando Fuimos Los Mejores en 2014, se han hecho monográficos como el que hizo Javier Escorzo de su disco Balmoral en 2020, y hace dos-tres años veía la luz su biografía oficial, firmada por Felipe Cabrerizo.
Y, como tercer modo, escribiendo con esa mirada de arte y ensayo cinematográfico, con el traje del personaje que le ha hecho grande, que le caracteriza desde su primer libro, El chico de la bomba (2002), éxito de ventas y crítica, al que siguieron Barcelona ciudad (2010), En las calles de Madrid (2018) y Chanel, cocaína y Dom Perignon (2019), obras de carácter autobiográfico.
Paseo de gracia, dice su sinopsis, «más allá de una autobiografía, es un recorrido por la ciudad de Barcelona, por sus calles y su esencia. Por todos los cambios y evoluciones que ha vivido la Ciudad Condal y quienes viven en ella. La Barcelona actual, a través de los cinematográficos ojos de Loquillo. La propia historia, pasada y presente, de Loquillo es parte intrínseca de esa ciudad y la influencia en su arte es palpable. Paseo de gracia también rescata aquellos artistas, de diversos ámbitos, que ayudaron a conformar al Loquillo actual. Todo ello es narrado con un estilo muy lírico y que se dirige al lector para hacerle partícipe de toda esta historia. Además de un testimonio de su evolución y crecimiento como artista, es un homenaje a su ciudad y a sus raíces».
Como apuntaba, ‘la historia’ del libro se desarrolla durante un solo día. Desde que Loquillo embarca en el avión rumbo a Barcelona hasta que coge el de vuelta. El autor-personaje se expresa sin cortapisas en su mirada del hecho físico de viajar (desde lamentando la pérdida del glamour de coger un avión a causa del low cost hasta su visión de los reservados de un aeropuerto o la impersonalidad del turista medio), sin escatimar en marcas, desdenes y una cierta condescendencia generalizada pero, ojo, en ese proceso de ‘apertura’ confidencial, Loquillo deja perlas de autocrítica y autodefinición que sorprenden por lo directo cuando dice que unos determinados hechos de infancia reconocen una falta de empatía con el resto de la raza humana o, en otro momento, cuando asocia su egoísmo a la forma de contar historias de su padre («Padre», a secas, emplea el autor).
Y aunque, como en las películas de desarrollo lento y paladeo largo, cuesta entrar en la narrativa, a partir del primer centenar de páginas el código empleado, con flashback, notas a página de Moleskine, y cada vez más visceralidad, acaba impregnando la lectura de un universo propio, poderoso, inexistente por lo caduco de locales, calles y esencia, pero vívida, de una ciudad con la que Loquillo se muestra brutalmente crítico. Quizá más bien contra los gobernantes de todo partido y época. Dispara sentencias contra el mercadeo turístico, el independentismo (real o interesado al ascua que más calienta), a izquierda y derecha.
Loquillo en esa primera presentación defendió la credibilidad del relato, «como escritor o como artista, has de provocar situaciones, de vivir la vida hasta las últimas consecuencias en cada momento, porque si no el relato no existe. Hay gente que ensueña, que imagina, pero a la larga se ven las costuras, o yo se las veo, al menos. A mí siempre me han gustado los creadores que hacen de su vida una obra. Y que el lector en este caso lea y se lo pase bien, que se haga preguntas y que incluso se enfade con el artista. Es entonces cuando doy el objetivo por logrado».
Misión cumplida.
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Publicado el abril 22, 2025 en Libros y etiquetado en Libros, Loquillo, Paseo de gracia. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.




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