Sobre Ochéntame Rock, el criterio de selección y el enfoque
Publicado por elchayi
Los amantes del rock estamos tan escasos de espacios televisivos sobre el tema que, en cuanto se emite algo relacionado, la mecha corre como la pólvora y disfrutamos de ese reducido tiempo (56 minutos en este caso) como si fuera un vergel en un oasis. Somos así de agradecidos, sirva todo el sentido del término de la canción de Rosendo. Hoy se cumple justo una semana de la emisión del monográfico en el espacio ‘Ochéntame Otra Vez’ (que sucede a la interminable serie ‘Cuentame’, que a este paso será de ciencia ficción), subtitulado como ‘Mi Rollo Es El Rock’ (parafraseando a Barón Rojo). Esta es una reflexión crítica sobre distintos aspectos del documental.
Las sensaciones al ver el documental ‘en directo’, el día de su emisión, fueron casi de euforia (como se pudo comprobar en twitter), sencillamente por esa falta de espacio que tiene el Rock en particular y la música en general en la televisión. Claro que emociona ver contar anécdotas a protagonistas (no ‘los’, porque se han dejado muchísimo fuera)… Todo aderezado con las canciones clásicas de los grupos referentes e imágenes que no por ya vistas dejan de hacerte sonreír. Bien. Pasado ‘el viaje’, ‘subidón’, ‘colocón’ del directo, una lectura reposada o una segunda y tercera visión nos traen otras sensaciones.
Empecemos al menos por lo más positivo. Aunque el tiempo dedicado quizá es algo descompensado, se pone en valor la figura de Miguel Ríos como verdadero pionero de la popularización del rock en castellano, además de ser el primer artista español en hacer giras ‘a lo extranjero’, con hologramas, rayos láser, el mejor sonido y grandes estadios. Lo dice muy claro en un total del documental: “a un tío que sacas de su casa, que te hace una cola, que te paga una entrada (…) tienes que ponerte a sus pies y darle todo lo que puedas. Ese es un poco el espíritu del rocanrol”. Amén. El punto álgido es el enfrentamiento en el escenario, ante miles de personas, con Luis del Olmo en Barcelona.
Deja una sensación de gran porte y clase Johnny Cifuentes. Hablando con una serenidad y sabiduría prácticamente abrumadora, da una lección de actitud y de cordura descomunal. Tanto hablando del pasado (la anécdota de cómo compró púas para Keith Richards pero no pudo dárselas es oro), como del presente, como del futuro (“Chicos, no hay nada gratis”). Para quitarse el sombrero. Muy buenas sensaciones las que se dejan Paco Laguna y Fortu de Obús. Sus comentarios están llenos de sentido del humor, de complicidad entre ellos, de bromear y disfrutar con las pequeñas cosas. No lo esperaba y es otra de las conclusiones gratificantes del documental.
También en la balanza positiva podemos situar las experiencias relatadas por el gran promotor de la época, Gay Mercader, responsable de traer a gente como los citados Stones, que se llevan otro importante minutaje con el famoso concierto del 82, Lou Reed o Guns N’Roses a España. Incluso ver imágenes de Mariscal Romero haciendo su programa de radio de pie como los presentadores norteamericanos tiene su punto, casi nostágico, que te lleva a desear querer algo así en nuestros días. Todo lo contrario que escucharlo hablar del presente, en el que el yomismismo empieza a ser algo enfermizo. No se le discute su mérito, le discuto el discurso.
Avanzando en el repaso, metido con calzador Alejo Stivel de Tequila, que sin embargo aporta con sus testimonios la visión del arribista. Bastante criticable la selección de declaraciones de Sherpa, con un Hermes casi de comparsa, puesto que vuelve a haber un disparo para los hermanos. Eso sí, lo mejor cómo cuenta que la compañía de discos no les quiso pagar los pasajes para tocar en el legendario Budokan de Japón en su época dorada.
Ramoncín por lo general está bastante atinado, explica la anécdota de ‘rey del pollo frito’ con naturalidad, pero se cae con esa manido maniqueísmo de ‘nosotros los rockeros de barrio nos comprábamos los instrumentos nosotros, los de La Movida se lo compraban sus papás’. También echa algo de mierda Sherpa al asunto. (Aunque Sherpa también se la echa a los Stones, a los hermanos de Castro -¿por qué no están en el documental?- e, incluso, cuenta una anécdota sobre ir al baño precisamente).
Miren señores, no. La historia de los bandos empieza a ser bastante cansina, sobre todo cuando se generaliza, como es el caso. No todos eran del mismo corte en movida/rock-heavy y, de hecho, es que los límites no están ni claros. La Movida no es solo el tecno-punk, el maquillaje, Almodóvar y McNamara. Fue un caldo de cultivo en el que se inició gente que con el paso de los años, de los discos y con la adquisición de cierta madurez personal y de su público, que envejeció con ellos, han dado grandes discos al pop y rock. Véase Radio Futura, Mamá, Gabinete Caligari, Nacha Pop, Mermelada, Los Secretos, Parálisis Permanente (gran influencia para el rock radical vasco, por cierto)… Por no hablar de los grupos de otras provincias que al llegar a Madrid se movieron más por ese ambiente que por el del heavy-rock, como Siniestro Total desde Galicia o Loquillo (gran olvidado del documental) desde Barcelona, provincia de la que solo se cita a La Banda Trapera Del Río.
Fue precisamente este sectarismo y esta falta de unión la que hastió a un público que, por lo general, no veía tantas diferencias entre la necesidad expresiva de un lado y otro. Es cierto que en las formas sí, pero al final de lo que se trataba era de hacer ruido, cantar en libertad y romper con lo establecido. ¿Mi forma de romper era mejor que la tuya? Yomismismo. ¿Niños de papá con el apoyo de los medios y los sellos? Los que estaban en multinacionales y llenaban estadios con grandes apoyos eran otros. Esta continua alineación (y alienación) acabó cansando a un público que no entendía tanta confrontación estéril.
También se habla de rock periférico (Madrid, centro del mundo). Y con ello se cita ligeramente a Kortatu (suena ‘Sarri, Sarri’), La Polla y se cita de pasada a Barricada. Menos de un minuto. De Barcelona otro medio para La Banda Trapera del Río. Y de Andalucía solo se menciona a Triana (lo merece, sin duda, aunque las declaraciones de Dario Manrique son muy desafortunadas, no se puede simplificar la grandeza de Triana a ser música para enrollarse), pero nada más. Ni Guadalquivir, Alameda, Smash, Medina Azahara… Nada.
Entre las ausencias más sangrantes, declaraciones de Rosendo y de los hermanos De Castro, José Carlos Molina de Ñu, el citado Loquillo, Salvador Domínguez, Banzai, Bloque, Asfalto, Topo… Y un largo etcétera.
Al final la euforia primigenia no es que mute en cabreo, pero sí en cierta sensación de vacuidad.
Puedes verlo aquí:
Publicado el enero 30, 2014 en Actualidad y etiquetado en Actualidad, Alameda, Alejo Stivel, Armando de Castro, Asfalto, Banzai, Barón Rojo, Barricada, Bloque, Burning, Carlos de Castro, Fortu Sánchez, Gabinete Caligari, Guadalquivir, Hermes, Johnny Cifuentes, Kortatu, La Banda Trapera del Río, La Polla, Leño, Loquillo, Los Secretos, Mamá, Medina Azahara, Mermelada, Miguel Ríos, Nacha Pop, Obús, Ochentame Rock, Paco Laguna, Parálisis Permanente, Radio Futura, Ramoncín, Rosendo, Salvador Domínguez, Sherpa, Siniestro Total, Smash, Tequila, Topo, Triana. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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