Sôber – Elegía

Como apuntaba hace unos días, combinamos en este inicio de curso los discos de inminente salida con los que se nos quedaron pendientes antes del verano. Elegía, de Sôber, entra dentro de los del segundo tipo y, claro está, no podíamos dejar pasar echar unas líneas a una de las bandas a las que más cariño tenemos en esta casa, por aquello de todo lo que nos hicieron sentir a lo largo del tiempo. Aunque, más allá de esa condición puramente subjetiva, el álbum se lo ha ganado a pulso porque no exagero si os confieso que a mí me parece su mejor y más completo disco de las últimas dos décadas, desde Reddo, que ya ha llovido. Está claro que por el camino hay canciones excepcionales, pero la rotundez que presenta el cuarteto en esta Elegía está muy por encima de sus hermanos mayores anteriores. ¿Los motivos? Con nombras a las canciones sería más que suficiente pero sí que podemos concluir como denominador común que los arreglos orquestales suenan muy frescos y naturalizados, reforzando más que nunca su épica (entiendo que gracias a su anterior gira, que derivó en la publicación del deuvedé en directo La Sinfonía Del Paradÿsso), también que el sonido se ha ‘ensuciado’ de forma deliberada (la perfección en la producción de Sôber siempre le ha conferido una cierta textura de frialdad) y, finalmente, la búsqueda y hallazgo de fraseos contundentes, melodías atrayentes y estribillos que emocionan con historias que tocan la fibra más que nunca. Al final consiguen llegar a cotas de antaño, precisamente buscando no parecerse a lo anterior. Y confieso que me alegra sobremanera este ‘resurgimiento’ (que también es cierto que se venía apuntando de manera progresiva) porque, como decía, es una de las bandas que me ha acompañado en momentos de crecimiento personal. Y eso jamás se olvida.

Nos dicen los datos técnicos que la grabación la han vuelto a hacer en Cube Studio, encargándose de la producción el infalible tándem formado por Carlos Escobedo y Alberto Seara. Para el mastering han contado esta vez con Dave Donelly (Aerosmith, RHCP o Motley Crue) de los estudios DNA Mastering en L.A., que ha terminado de redondear el álbum. En cuanto al diseño cabe destacar que las ilustraciones son obra de la hija de Carlos, Diana Escobedo, que los retratos ilustrados son de Marta Moraga, el artwork de Yaset López y las fotografías de Javier Bragado, ‘retratista’ habitual de la banda. La edición física se completa con cedé con las demos, que viene a ofrecer versiones más desnudas de las canciones, que reflejan en cualquier caso la grandeza de las mismas, sin los arreglos y coros orquestales y sin esa capa de oscuridad y angustia que tiene el resultado final, quizá porque el álbum se culminó poco después de la fase más restrictiva del confinamiento.

La lista se abre con ‘Mi Heroína’, un tema dedicado a las madres con un enfoque bastante inusual y, por ello, de lo más plausible, especialmente con aquello de que fue “mi primer amor”. Tras la introducción instrumental, que destaca por su riff cortito y al pie y la contención del fraseo, se deja la épica y el primer arreón vocal para el estribillo. Un break poco previsible y con tintes casi progresivos nos llevan hacia un último coro. ‘Elegía’ es un medio tiempo poderoso en el que encontramos los primeros coros épicos, que tendrán también su protagonismo en la coda. Un canto a la constante sensación de nostalgia, ausencia y recuerdo a las vidas caídas.

Eclipse’ es una ‘power ballad’ (sigo lamentando la ausencia de equivalente en castellano, que vendría a ser ‘balada poderosa’) que combina la sonoridad semi acústica inicial con una de las mejores letras que ha firmado Carlos en los últimos años (especialmente atinadas estrofas del primer estribillo). Sombra y luz, sentimiento y frialdad, mar en calma y tempestad, una espiral de pasión y dolor… sol y luna condenados a eclipsar. “Y aunque nadamos en tierras movedizas, si estamos juntos nada ni nadie podrá separarnos”. El disco incluirá a su término un bonus track de versión piano y chelo junto a La Bien Querida, que potencia todas estas emociones con esa particular forma de encarar las canciones que tiene Ana y que tan bien ejemplifica en ‘Siete Días Juntos’, por citar alguna.

Oasis’ confiere al título la evocación arabesca necesaria con una melodía serpenteante y una base rítmica especialmente contundente. Visiones y realidad se dan la mano con aquello de que “no hay más necio y más ciego que el que no quiere ver”, conclusión de un estribillo del todo perfecto… hasta en su despedida con guitarras acústicas. La primera parte del álbum se cierra con un trallazo descomunal, ‘El Día De La Liberación’. La intro parece una llamada a rebato para tener continuidad con uno de esos riffs marca de la casa. En la versión final no se nota tanto como en las demos pero las guitarras tienen cierta querencia Rammstein, que es suavizada aquí por el exquisito aporte de la coral de nuevo empleado con precisión e inteligencia. El estribillo y la entonación de Carlos terminan de sublimar la canción.

El arranque de la segunda parte no se queda atrás. ‘Verona’ de nuevo juega con las melodías de ascendencia oriental, aquí para dibujarnos una revisión de la historia de Romeo y Julieta, emocionante sobre todo en las dos estrofas tras el primer estribillo. Habituados a andar siempre con personajes que se mueven al borde la depresión o los tormentos interiores, ‘La Máscara de Hierro’ juega en ese punto de la incapacidad de mostrar emociones. “Tengo heridas en el alma que aunque me duelan ya no sangran”. La canción destaca sobre todo por el aporte más nítido y limpio de teclas en el estribillo.

‘La Noche Más Larga’, ahora sí, es la balada más pura del álbum, con especial intensidad de la ambientación de teclas y coros, dándole un toque espacial e incorpóreo, en parte también por las programaciones añadidas. Recuperando la tensión y la distorsión, ‘Seda y Plomo’ nos sacude con un riff netamente hardrockero. Un corte que se antoja discreto al inicio, pero que va ganando peso y empaque con el crecimiento del estribillo y el desarrollo instrumental. El final (antes del bonus comentado) vendrá con ‘9 Musas’, el eterno enfoque de la inspiración para el artista, tomando aquí el mito griego de las nueve hijas de Mnemósine y Zeus. La canción nos sorprenderá en su break central con el solo de guitarra más metálico y afilado de todo el conjunto, completando así la paleta sonora del disco.

Así, Sôber firma un disco que es tan fresco como contundente, tan épico y contemporáneo como sensible, oscuro y de recorrido bastante más amplio de lo que han sido las entregas anteriores. Lo celebramos y mucho.

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Lista de canciones – tracklist:

  1. Mi Heroína
  2. Elegía
  3. Eclipse
  4. Oasis
  5. El Día De La Liberación
  6. Verona
  7. Máscara De Hierro
  8. La Noche Más Larga
  9. Seda y Plomo
  10. 9 Musas
  11. Eclipse (Versión piano y voz con La Bien Querida)

Publicado el octubre 5, 2021 en Críticas Discos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

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