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Los Rodríguez – En Las Ventas, 7 Septiembre 1993

Como casi todo en la vida, el mundo del rock tiene casuísticas de todo tipo que vienen a concluir que nunca hay reglas ni patrones fijos para determinar el éxito, vida y longevidad, continuidad, ascenso o caída de una banda. Tenemos grupos que no han roto su senda durante más de cuarenta años (Medina Azahara, Asfalto…), casi Obús, Barón (aunque sea con los Castro como continuidad), Ñu con Molina… Ejemplos de constancia que las han visto de todos los colores, crisis o menos crisis, años de bonanza, otros más crudos. Luego los hay que duran poco, desanimados porque la cosa ‘no tira’. Y los hay que firman una espectacular discografía en pocos años de trayectoria, con una influencia descomunal en su género. En ese grupo encontramos a Leño (sólo cinco años), Triana (sólo 8) o Los Rodríguez (sólo 6). Con solo tres discos de estudio (Buena Suerte 1991, Sin Documentos 1993 y Palabras Más, Palabras Menos 1995) y un directo con algún tema inédito (Disco Pirata 1992) su leyenda es gigantesca, como el dream team que los conformaba: Ariel Rot y Julián Infante se reunían de nuevo tras el furor de Tequila (también vida acelerada e intensa, con Alejo Stivel al frente), reclutando a un desconocido Andrés Calamaro desde Argentina y con Germán Vilella a la batería. En la coctelera, el descaro rocanrolero mantenido de la juventud pero con poso de madurez  y desencanto noctámbulo, desengaños y afrentas por tapices de crooner, de balada, de sones latinos o de rumba. Elegancia de teclas y riffs, una potente base rítmica y el alma en brindis constantes.

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Loquillo – Salud y Rock and Roll

loquillo-salud-y-rock-and-roll-portadaLoquillo se saltó la sana costumbre no escrita de registrar el sonido de su banda cada ocho años con el concierto que ofreció el 24 de septiembre del pasado año en unas Las Ventas que agotaron todo el papel semanas antes del concierto. Sin necesidad de invitados ni nada por el estilo. A pelo. El motivo estaba muy claro. Es duro llamar ‘fiasco’ a un trabajo del catalán, pero es cierto que El Creyente no contentó a nadie. De hecho, volviendo a escucharlo uno no entiende muy bien cómo aquel disco tan mal mezclado vio la luz (quizá demasiado obligado por una irregular gira con Ariel Rot y Leiva, que no tuvo los reconocimientos populares esperados, más allá de una distinción de la extinta Rolling Stone…). Que dos años y medio después se sacara otro directo de la manga es la asunción -no tácita- del error. De la decisión se aprovecha por un lado tener grabado el estado de una nueva y renovada formación (sin Stinus, con Mario Cobo) y dos discos por el camino, el evocador Código Rocker y Viento del Este.

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