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#Mis10de Leonard Cohen
¿Dónde está la salvación que el mortal busca?, cantaba Roberto Iniesta en una de las canciones viscerales de los primeros discos de Extremoduro (a quienes este fin de semana, entre otras cosas, debería haber visto por tercera y cuarta vez en esta aplazada gira de despedida). Quizá la única manera sea conseguir el tres en raya que supone la paz de corazón, cabeza y alma. No es poca cosa si por el viaje llevas acumuladas ‘muchas lanzas’, como canta el otro poeta Kutxi Romero con Marea, “y sus trozos fabricaron mi esperanza, tan sedienta porque al fondo de mi alma hay un pozo pero la soga no alcanza”. #Mis10de hoy vuelven a ser una necesidad. Quizá mi vida entera esté en esta web y en otras creaciones musicales a las que les doy acceso a muy pocos elegidos. Culmino la presentación con un fragmento del artículo que escribí por la muerte del canadiense, que también os comparto también aquí, al completo: Vivo con la obra de Leonard Cohen desde que tengo memoria musical. Me es grato ir encontrando a personas que, sin saber por qué, sintieron fascinación por él también desde niños. Entonces no se entienden los motivos, claro, pero da una sensación de comunidad reconfortante. Uno de los ilustres de esa lista es Igor Paskual, pero también muchos amigos tuiteros que durante años han confesado esa iniciación. Como en el caso del músico, fue mi madre la que lo escuchaba con frecuencia y, como mi tocayo Krahe, forma parte de mis recuerdos de las tardes de colegio mientras hacía los deberes (sin quejarme, sin quejarse). Ironía fina, tanto Krahe, como Cohen: voces cavernosas, cantantes tardíos, por casualidad hasta la H intercalada y, de postre, Javier casado con una canadiense. Recuerdo un casette, una cinta, ‘de las buenas’, de las negras, con sonidos que nunca le había escuchado a nadie. Llévenme al final.
Enrique Morente y Lagartija Nick – Omega (1996)
Confieso que desde que abrí RockSesión he sentido las ganas y la necesidad de traer este disco a la crítica remember de los viernes. Como en el caso de La Leyenda del Tiempo, de Camarón de la Isla, por buscar un referente equiparable, siempre pensé que no tenía nada nuevo que decir. Que, parafraseando a Los Deltonos con las canciones descartadas para versionar en su Six Pack volumen 2, “el mundo no necesitaba un artículo más sobre este disco”. El imparable pequeño reloj que marca el paso del tiempo manda festejar aniversarios y en este 2016 Omega ha cumplido 20 años. La reedición del álbum, remasterizado de su versión original, con la añadidura del tema que interpretó con Sonic Youth, junto con un segundo disco de temas inéditos, demos y mezclas alternativas y el documental de José Sánchez-Montes y Gervasio Iglesias, me ha infundido el valor para ello. No era necesario, pero es lo debido.
Leonard Cohen (1934-2016)
La crítica remember de este viernes no tiene disco. Podría coger cualquiera de sus catorce trabajos de estudio, sus directos, sus recopilatorios… Todo lo que grababa tenía un halo de magia que casi se hacía corpórea, se podía tocar mientras uno se dejaba acariciar con la voz grave, inconfundible, densa como la sangre del corazón. Pero no, es otra cosa. Durante todo el día habréis escuchado ya a decenas de personas mostrar su respeto hacia la figura de un artista único. Habréis ojeado numerosos artículos (unos más atinados que otros), sabréis de músicos o escritores o famosos, a secas, de reconocida devoción y otros que, por sorpresa, parecen citarlo hoy por primera vez… Lo de siempre. Al enterarme esta madrugada de la muerte del canadiense y tras superar el dolor inicial, decidí dedicarle estas palabras por una pura necesidad personal. Leonard Cohen ha hecho bella hasta su muerte. Con su carta a Marianne Ihlen, con un disco en el umbral… Con la sensación de haberse ido antes, pero querer hacer las cosas con la elegancia que siempre ha destilado. De fuertes convicciones creyentes y a la vez mujeriego y conquistador, su muerte es una de esas pérdidas que llevan consigo muchas emociones propias. Líneas que brotan, copa de vino, vinilo al fondo.
Bunbury – Palosanto
Cada lanzamiento discográfico de Bunbury va acompañado, casi sin excepción, de un gran halo de misterio y expectación, ya que el maño nos tiene acostumbrados a hacer discos muy diferentes entre sí, a no acomodarse en el territorio explorado con anterioridad. Con el mérito indiscutible de ser siempre del todo reconocible. Son canciones compuestas en un periodo muy extenso (2010-2013) ya que Bunbury tuvo que afrontar el robo de su portátil y por tanto tuvo que reconstruir algunas canciones. Como no hay mal que por bien no venga, el desencanto le hizo embarcarse en otro proyecto que tenía aparcado, Licenciado Cantinas, su reconocimiento poderoso y sangrante a las influencias latinas y su gira agotadora. Después de todo eso y con una prolongada estabilidad personal, desde esa calma interior, nace Palosanto que se ha presentado como un álbum casi conceptual dividido en dos partes, en las que se incita a la revolución social y a los pequeños cambios y revoluciones personales. Un álbum que pretendía ser para todos…
Bob Dylan – Tempest
Hay contados casos, grupos o solistas que son leyenda viva de la historia del rock, en los que el simple hecho de que lancen un disco con nuevas canciones ya es motivo de celebración. Y más si hablamos de Bob Dylan y no es un disco de villancicos… ‘Tempest’ es (en el marasmo de números gigantescos) su trigésimo quinto álbum en estudio y si cometes la rareza en estos días de comprarlo, no te defraudará. No es poco.