Enrique Morente y Lagartija Nick – Omega (1996)
Confieso que desde que abrí RockSesión he sentido las ganas y la necesidad de traer este disco a la crítica remember de los viernes. Como en el caso de La Leyenda del Tiempo, de Camarón de la Isla, por buscar un referente equiparable, siempre pensé que no tenía nada nuevo que decir. Que, parafraseando a Los Deltonos con las canciones descartadas para versionar en su Six Pack volumen 2, “el mundo no necesitaba un artículo más sobre este disco”. El imparable pequeño reloj que marca el paso del tiempo manda festejar aniversarios y en este 2016 Omega ha cumplido 20 años. La reedición del álbum, remasterizado de su versión original, con la añadidura del tema que interpretó con Sonic Youth, junto con un segundo disco de temas inéditos, demos y mezclas alternativas y el documental de José Sánchez-Montes y Gervasio Iglesias, me ha infundido el valor para ello. No era necesario, pero es lo debido.
Omega nace de un concepto aparentemente no tan revolucionaria y de opiniones ciclotímicas. La intención de poner música a letras de poetas es algo tan viejo como la música. El propio Morente ya lo había hecho en piezas sueltas con Lorca y, mucho más atrás, con Miguel Hernández. Su fascinación por Leonard Cohen y la devoción común por Federico le llevan a obsesionarse con otras canciones además del ‘Take This Vals’ lorquiano. Este precepto casó con la casualidad encontradiza que Antonio Arias hacía de Enrique en todos los bares, tascas, peñas y lugares que el cantaor frecuentaba. Varios roces hicieron posibles los primeros escarceos en directo durante la gira Vasectomía Tour (ojo, muchas fechas con Def Con Dos, donde figura Jesús Arispont –J-Al Andalus– bajista muchos años de Pata Negra) y, finalmente, la decisión firme de Enrique Morente por lanzarse a grabar el disco con banda de recién adaptado punk estruendoso, lúgubre como sus Bauhaus de los que toman el nombre.
Situemos en perspectiva que 1996 es una fecha en la que ya las fronteras musicales se habían dinamitado. Omega no es la primera fusión entre el flamenco y el rock, como tampoco lo es la citada Leyenda Del Tiempo de Camarón de la Isla. Antes, y especialmente en la Sevilla callejera. Ahí quedan esos tres discos de flamenco y rock progresivo de Triana: El Patio, Hijos del Agobio y Sombra y Luz…, quedan sus antecesores Los Payos, Smash, Gong, Alameda, Veneno, las posteriores más eléctricas de Medina Azahara y otra serie de derivaciones. Es decir, el caldo de cultivo, el soniquete de mezclar ambas cosas llevaba en marcha más de 20 años antes de Omega. Tampoco era el primer ‘desvío’ de Morente de los caminos canónicos del flamenco. Sacromonte (1982) es un claro ejemplo de la libertad creativa que sentía el cantaor. También pasaría lo mismo con el Morente-Sabicas (1990) (guitarrista que grabó en los 60 con Joe Beck) y hasta la Misa Flamenca de 1991 tiene mucho de sacro-transgresor.
En definitiva, claro queda, que Omega no surge de la nada. Lo que sí ocurre es que, por un lado, es el primer cantaor puro en ponerse en ello y que su contexto temporal y espacial ayudó a que el impacto entre la juventud granadina fuera monstruoso. Estamos hablando de una ciudad cuya universidad monopolizaba todavía el prestigio junto a tres o cuatro más y se convertía en punto de encuentro de la juventud de todo el país. Ello permitió que, pese a su mediano tamaño, el número de grupos musicales fuera proporcionalmente superior. Una combinación perfecta que también se vio beneficiada por la explosión ruidosa del grunge, el indie verdaderamente atractivo, el garaje, el rock más experimental… Lagartija Nick estaba ahí, y también había público que quería dejarse sorprender. Además, si unimos la mística de su patrimonio y su casco histórico, no era tan complejo que algo así pudiera cuajar… Siempre gracias a la valentía de Morente y el trabajo incesante de Antonio Arias que, en muchas ocasiones, queda igualado en responsabilidad y talento en el documental estrenado hace unas semanas.
Omega lo que consiguió fue que ese público joven, que inundaba Pedro Antonio de Alarcón y Calle Elvira, se pusiera a escuchar flamenco del de verdad. De repente se convirtió en una de las modas más sanas (quizá de las últimas) que se recuerdan. Como Antonio Chacón, La Niña De Los Peines, Manolo Caracol, Manuel Torres y Manuel Vallejo, las cinco leyendas sampleadas en la gigantesca canción que da título al álbum. Una mezcla de herejía y legitimidad que se tomó Morente para dar paso a la tormenta. Ese desafío en el Teatro Albéniz de Madrid, cuando tras terminar un recital flamenco, Morente, sin avisar a un público purista, saca a la banda y toda la artillería de Omega y la controversia que ello genero aumentaron la leyenda de su malditismo.
‘Omega’, la canción, es un movimiento lírico, mortuorio y magnánimo. Lagartija entra a lo Bauhaus sosteniendo una pulsión lúgubre, sibilina, sobre ella aparecen los primeros juegos vocales de Morente. Los coros parecen simular a una santa compaña que gira en círculo. No hay que olvidar que para tender puentes con el público clásico tira de galones y a filas acuden Miguel Ángel Cortés, Cañizares, Tomatito, Vicente Amigo, Montoyita, El Paquete o Isidro Muñoz. Busca cómplices de la afrenta, como los sampleados. A mitad de la canción la voz del cantaor se queda sola con la batería de Eric Jiménez (que perdería la cabeza después en Los Planetas, como se puede ver también en el documental), que se marca un ritmo de paso de Semana Santa que ahonda en la jondura. La tensión, casi insoportable se acentúa con la aparición, de entre los muertos, de los cinco cantaores mencionados. Un puente vocal y coral lleva hasta el gran estruendo, cercano al noise, que termina de romper la baraja y el quejío. Ya no hay vuelta atrás. En este punto o quitas el disco o tus pupilas y oídos se abren para siempre. La coda final de “tú vienes vendiendo flores” y “se cayeron las estatuas al abrirse la gran puerta” es la guinda que hace que la barca de Caronte llegue a la orilla. Quién sabe de qué lado.
Así, como una aparición entre la niebla, nos llega el ‘Take This Waltz’. Sus teclados atmosféricos, su acordeón (El Bandolero en cajón) realzan el quejido de un Morente que juega entre el ligero recitado y la melodía flamenco. El “ay” es de una belleza tan excelsa que uno no quiere que acabe nunca. En la parte final aparecerá, con un tempo más marcado, las voces de Aurora, su mujer, y Estrella, su hija, a veces colándose también Soleá en algunos momentos del álbum. Es la primera de las incursiones en Cohen con Lorca de nexo. Las otras (saltando el orden del álbum) serán ‘Manhattan’, ‘Sacerdotes’ y ‘Aleluya’. La primera arranca con una batería guerrera, los acordes de guitarras, contemporizados y cíclicos mantienen la tensión con la teatralidad de los coros femeninos. El tiempo parece congelarse y la guitarra de Cañizares brilla y reluce antes de que llegue el rasgueo eléctrico de Juan Codorniu. Una bella bestialidad.
En ‘Sacerdotes’ (‘Priest’ su original), Morente prescinde de la banda y tira de un todavía noqueado Tomatito, que por entonces buscaba su sitio tras la Muerte pocos años antes de Camarón de la Isla. En cualquier caso, la grabación que hace el almeriense en este tema es soberbia, como una luminosidad y falsetas inconfundibles. Tino Di Geraldo pone la magia de su cajón en unos tangos que serían refugio para los clásicos. La cuarta y última pieza con vinculación con el artista canadiense será ‘Aleluya’, que tiene en su sonoridad y en los coros un aura de música sacra y monacal muy poderosa, como lo que buscaría después Neil Young en Le Noise. La batería, limpia y poderosa, junto a la guitarra de Vicente Amigo suceden la cadencia hipnótica del tema.
Cuatro canciones más sacarán la rabia de Morente con el rock de Lagartija Nick. ‘Niña Ahogada en el Pozo’ tiene un crescendo vocal casi imposible. Si la métrica imposible del fraseo ya es intensa, todo en ella es opresivo, como merece el texto, y el collage vocal de coros, segundas y terceras voces yuxtapuesta completan la locura amarga. En ‘Vuelta de Paseo’, además de tener un fragmento cantado por Antonio Arias, juega al despiste con una entrada flamenca con Cañizares, para tornarse a rock a partir del minutos dos. Duras palabras, dura música. Hasta Lorca daría su visto bueno a ese crudo arrope al “asesinado por el cielo” y los coros malditos del último tramo. El último trallazo de Lagartija llegará en ‘Ciudad Sin Sueño’, que comienza con un riff casi amenazante, como una despedida desafiante. El crecimiento de la canción es puro noise, mezclando al mismo plano voces, palmas, percusión y desborde final, con un poso de orientalismo muy acentuado.
Esta nueva edición culmina con la canción en directo interpretada junto a Sonic Youth en el Festival Heineken Greenspace de Valencia en 2005. Aunque va en la línea de Lagartija Nick, el experimento sí que presenta de manera más exagerada dos mundos paralelos que a veces confluyen pero otras no en sus más de ocho minutos.
Si ‘Sacerdotes’ mantenía esa conexión-atención y semi-complacencia para el público menos atrevido, en esa línea también encontramos el ‘Solo Del Pastor Bobo’, unas bulerías limpias donde Juan Antonio Salazar, El Paquete, se encarga de las seis cuerdas. ‘La Aurora de Nueva York’ repite por bulerías, pero esta vez mucho más frágiles, casi por momentos más cercanas a las soleás de donde provienen antes de que el Loco Mateo acelerara su final para que sirviera de remate en el siglo XIX. ‘Adán’ tiene la dificultad de llevar a la soleá versos endecasílabos del soneto de Lorca. Una maestría métrica que solo tiene parangón en la del maestro Calixto Sánchez. Por último dentro de este terreno, ‘Norma y Paraíso de los Negros’ tira al fandango con ascendencia de ida y vuelta. Isidro Muñoz (hermano de Manolo Sanlúcar) le acompaña en el viaje. Aunque ‘Vals en las Ramas’ no tiene a Lagartija, la interpretación de Enrique casi nos hace dudar de ello. He de confesar, como tantas veces en críticas sueltas, que esta canción inspiró un poema con el que llegué a la fase final del concurso de poesía de la Semana Negra de Gijón hace unos cuantos años. (‘Vals de la parca silente’).
En cuanto al segundo álbum de esta reedición, encontramos nuevas mezclas de ‘Aleluya’, ‘Vuelta de Paseo’, ‘Niña Ahogada en un Pozo’ y ‘Omega’. Como tónica general, son revisiones en las que la voz de Morente es traída a un primer plano, más limpio, sin que por ello se sacrifique potencia. Cuestión de medios, aprendizajes y épocas, estas variantes enriquecen y dan matices a las originales. ‘Omega’ es tan grande que hasta también colará la demo del 95, trabajo previo a todo lo que vendría después.
Similares a las demos, ‘Pequeño Vals Vienés’, ‘Ciudad Sin Sueño’ y ‘Vals En Las Ramas’ se presentan como ensayo, a veces con frases atropelladas o vocalizaciones ligeramente punteadas por Enrique, más por marcar el tempo que por realizar una toma válida. ‘Ciudad’ es un corte en directo con el músico marroquí Abdessadeq Cheqara, que moriría muy poco después, y Tomatito, con el influjo andalusí. Los regalos extra se completan con ’Son De Negros En Cuba’, otra muesca más del carácter artístico abierto de Morente, y las entrañables y dolorosas ‘Oye, Esta No Es manera De Decir Adiós’ y ‘Un Poeta Debe Morir’, dos canciones descartadas del metraje final, cuando Enrique, tal y como queda reflejado en el documental, parece dudar de todo. “Te han engañado, te han engañado”, le dirán.
Al final la obra salió adelante y Omega es, por derecho, historia de la música, gracias a que la musa de la creatividad le miró a la cara. Y no se puede decir no. Ya lo cantó él 14 años antes: “si unos ojos te llaman, mira primero donde pones el alma, no llores luego”.
Lista de canciones – tracklist (reedición 20 aniversario):
Disco 1:
- Omega (Poema Para Los Muertos)
- Pequeño Vals Vienés (Take This Waltz)
- Solo Del Pastor Bobo
- Manhattan (First We Take Manhattan)
- La Aurora De Nueva York
- Sacerdotes
- Niña Ahogada en el Pozo (Granada y Newburg)
- Adán
- Vuelta de Paseo
- Vals En Las Ramas
- Aleluya
- Norma y Paraíso de los Negros
- Ciudad Sin Sueño
- Oriente y Occidente (con Sonic Youth – Directo Valencia 2005)
Disco 2
- Omega (Poema para los Muertos) – Demo ‘95
- Pequeño Vals Vienés (Take This Waltz) – Ensayo
- Aleluya – Mezcla Alternativa
- Ciudad – Directo
- Oye, Esta No Es Manera De Decir Adiós – Demo ‘95
- Vuelta de Paseo – Mezcla Alternativa
- Son De Negros En Cuba – Demo ‘96
- Ciudad Sin Sueño – Ensayo
- Vals En Las Ramas – Ensayo
- Niña Ahogada En Un Pozo – Mezcla Alternativa
- Un Cantaor Debe Morir – Demo ‘96
- Omega (Poema Para Los Muertos) – Mezcla Alternativa
Publicado el diciembre 17, 2016 en Críticas Remember y etiquetado en Críticas Remember, Enrique Morente, Lagartija Nick, Leonard Cohen, Omega. Guarda el enlace permanente. 30 comentarios.
No recuerdo si fue en el 98, creo que sí, cuando los vi en un Esparrago Rock en Jerez. El sonido era impresionante, pero lo que más me llamó la atención fue el silencio… el silencio con que todos escuchábamos, transportados, mecidos, entre quejíos, el caer de la caja y los arranques de las cuerdas de la guitarra. Silencio de respeto profundo, de asombro. Y no era por las drogas ehn! Buen remember y también necesario. Saludos.
Gracias Alberto.
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