Kutxi Romero – No Soy De Nadie
Fue en febrero del pasado 2015 cuando me llegaron algunos testimonios que aseguraban que la grabación del disco en solitario de Kutxi Romero era inminente. Incluso me pusieron fecha de entrada al estudio. Desmentido entonces por fuentes cercanas al universo Marea, poco más de un año después tenemos en la calle el que considero primer disco en solitario del vocalista y autor navarro. Es cierto que está el Aquí Huele a Romero, el Raigambre y el Concierto Por El Dravet, pero el primero no deja de ser una compilación de colaboraciones con otras formaciones, el segundo está arropado por una banda que por entonces tenía una trayectoria propia como grupo y el tercero, aunque en él están dos de los temas de este No Soy De Nadie, es la implicación junto a Boni y Aurora Beltrán en un proyecto solidario. Así, como concepto de base, No Soy De Nadie se nos presenta, con un buen puñado de amigos prestando su arte para la causa, como el primer larga duración a solas. Son diez canciones donde hay poco sobresalto, ya que de su voz solo llegan los jirones de terciopelo, quedando la lija para mejor oportunidad… o para el otoño.
El equipo base del disco lo han formado, además de Kutxi, Juanito Lorente y José María Marco Pete, guitarristas y habituales en los últimos dos años. Se ha grabado en la confianza confidente que da hacer las cosas como en casa, en los Estudios Sonido R-5 de Orikain con David Díaz ‘Kolibrí’ encargado de la grabación, producción, mezclas, masterización y todos los botones habidos y por haber, además de colgarse la eléctrica en buena parte de las canciones del álbum. También Alén Ayerdí se ha presentado a la percusión y su compinche de Ciclonautas (y en su día de Ja Ta Já) Javiertxo Pintor en el bajo, con Pedro Fernández Razkin en los coros. Ha habido otras colaboraciones puntuales, pero las iremos desgranando en el repaso de los cortes.
Kutxi Romero ofrece en No Soy De Nadie un disco de mínimos. Entiéndase el concepto. Hablamos de canciones en las que ni los textos ni la música buscan agitar en demasía. No hay una búsqueda notoria por intentar dotar de pomposidad y grandilocuencia con arreglos ampulosos, como sí podríamos apreciar en los detalles preciosistas del de Robe, lo que al final le confiere una linealidad que se convierte en un arma de doble filo. Las letras, como tónica general, superan claramente la línea marcada en los últimos tiempos con Marea.
El eje argumental presenta pilares básicos que se repiten como constantes ‘sís’ del monólogo interior de Joyce en el ‘Ulises’. Hay una mirada latente a los orígenes, tanto familiares, como incluso profesionales y culturales, con especial dedicación al mundo flamenco, aunque esta vez las formas nunca se acercan a este. También hay una velada intención de plasmar un malditismo apático, de asunción de un presente o forma de ser/actuar/pensar que genera, de nuevo doble fila, las bondades y carencias. Hay mucho de catarsis confesional, en muchas ocasiones incluso en forma de diálogo, encerrada en los textos aunque no termina de abrir el canal del pecho. Se apunta el golpe, pero no se consuma en su plenitud. Otra virtud de equilibrio contenido que se equipara a la mencionada sobriedad musical.
‘Vengo Del Mercado’, la que abre la decena, es ya una ‘vieja’ conocida porque es de las que se incluían en el citado directo solidario, en esta ocasión con la colaboración del gran Luter en la acústica. Una buena presentación donde se plasman las múltiples influencias comentadas, de El Drogas a Robe, de Rosendo a La Paquera, a Camarón, Lorca y Miguel Hernández, con retazos de pasado albañil. Tantas referencias para rematar cada estrofa con “vengo repleto de soledad”… pura sinestesia conceptual. Alegre y agudo ribete de guitarra agradecido en ‘Como Quien Da Tabaco’, donde destaca la reserva del estribillo hasta la coda final del corte, recurso que empleará en otro tema más. Quizá los convencionalismos dictarían añadir otro fraseo para repetir de nuevo el buen estribillo, pero en el menos es más, la decisión es la correcta.
Se presenta y se hace más nerviosa ‘Corazón Equino’, gracias a la entrada eléctrica de Kolibrí. Algo de crucificado redentor en el texto para una de las canciones que entran con más facilidad desde la primera escucha. Por su parte, ‘La Sangre Llega Hasta El Cielo’ apunta a melancólica desde el inicio con los aportes de saxofón de Luis Mari Moreno Pirata y la acústica de nuevo de Luter. Es de las más redentoras, con referencia de Antonio Molina mediante, con cierto aire apesadumbrado y hasta suicida. La primera parte de la lista se culmina con ‘El Año Del Conejo’ (1975, nacimiento de Kutxi, lo fue) que refuerza el mensaje del corte anterior, si bien esta vez con más ironía cínica, que siempre tiene algo de vitalista. De nuevo pulsión eléctrica, con colaboración de Juanjo Ojeta.
El segundo tramo lo abre ‘Malnacido’ que sobresale por los sutiles arreglos de cuerda en el violín de Gabri Gainza. En esta ocasión, en lugar de dulcificar, el instrumento aporta una mayor crudeza al mensaje recurrente. De nuevo apuntes de autodestrucción regados en alcohol y flamenco (Agujetas). Autobiográfica en su primera parte y más críptica en la segunda llega ‘Mierda en las Tripas’, con una de mis estrofas preferidas: “Para el dolor, dejé abierta la espita y ni siquiera así lo adormecí. No todo ha sido en vano: los gusanos chuparán estalactitas que traje por ti”. Es la canción más rugosa gracias a las seis cuerdas de Txus Maraví, de la banda de El Drogas. ‘Nicotina y Alquitrán’ es el corte más ‘musicado’ del álbum, especialmente en el estribillo, que bien podría haber formado parte de la nómina de Marea. De nuevo hay otro dardo en dirección contraria, de simbología clara: “Me corta las uñas detrás de una puerta: salió tonto el niño, qué le vas a hacer”.
En el doblete postrero, ‘Del Martillo Al Agua’, flamenco y alcohol vuelven a la escena en otro de mis cortes predilectos en fondo y forma, eléctrica de Mai Medina, también Ciclonautas, con alucinaciones animales de por medio. El final llega con ‘No Me Beses En La Boca’, el epílogo perfecto con ‘Uoho’ sumando su genio, a la diatriba cantada con fuertes dosis de autoflagelación por Kutxi Romero durante todo el metraje. Y es que si el poeta del parche cantaba que “a un beso mío lo llaman ruina”, Romero no deja ni que se produzca. Curioso (y sin duda no casual) que en el videoclip de la canción aparezcan vinilos y referencias apuntadas en el primer corte, a las que no hay cita explícita en esta ocasión. Unión conceptual de alfa y omega, de cuadratura del círculo. La variación de los versos en las estrofas del estribillo, para ofrecer tres caras del mismo concepto es una de las grandes genialidades del álbum.
He sido muy crítico con Kutxi por los últimos pasos dados con Marea, pero este disco me hace recuperar la fe en él, en su mano y hasta en su garganta, porque este sí está bien cantado. Ahora emprenderá una gira en solitario que le ocupará hasta agosto. Para esa fecha ya habrá terminado también la cuantiosa y bulliciosa gira de Ciclonautas… Así que… apuesto a que en el último trimestre del año podremos comprobar cómo anda el nivel de composición con la banda madre.
Mientras tanto, una ronda de cianuro de 37º que reviva nuestra sombra perversa y que suene un disco de El Cabrero mientras tanto.
Tracklist:
- Vengo Del Mercado
- Como Quien Pide Tabaco
- Corazón Equino
- La Sangre Llega Hasta El Cielo
- El Año Del Conejo
- Malnacido
- Mierda En Las Tripas
- Nicotina y Alquitrán
- Del Martillo Al Agua
- No Me Beses En La Boca
Publicado el marzo 28, 2016 en Críticas Discos y etiquetado en Ciclonautas, Críticas Discos, Iñaki Uoho, Kutxi Romero, Luter, Marea, No Soy De Nadie. Guarda el enlace permanente. 8 comentarios.
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