Hora Zulú – Miraveh (Volumen I)

Publicado por elchayi

Por fin. El pasado viernes (3 de noviembre) vio la luz Miraveh, el nuevo proyecto de Hora Zulú formado por cuatro temas y dos intros que mis oídos han tenido la suerte de venir escuchando de manera habitual, en su versión premezclada (obra del querido y añorado Manuel Ángel Mart) y en una sola pista de diecipico minutos de corrido, hace más de dos años. Fue en verano de 2021 cuando los señores Paco Luque (guitarras eléctricas, bajos, teclados, loops y composición musical), Aitor Velázquez (voz y letras) y Javi Cordovilla (batería y percusión) me confiaron la escucha de ese ‘nuevo juguete’ que tenían entre manos. «Nos hemos visto tantas veces en listas de rock o metal flamenco, sin tener ninguna canción puramente flamenca, que me daba hasta apuro. Así que nos pusimos y salió Miraveh», me explicaron entonces. De hecho es que, tal y como ocurrió en su día con Pedrá, que era un proyecto propio en sí mismo distinto a Extremoduro pero que tuvo que salir casi dos años después bajo su marca porque si no, no había tutía, Miraveh también iba a ser al principio un sello de marca propia, al margen de Hora Zulú, dada la gran cantidad de colaboraciones que había de por medio. Sea como fuere creo que es más acertado que al final se haya como tal, bajo el nombre de la banda a la que primero admiré al nivel de otros grandes y a la que con el paso de los años tuve el gusto de considerar amiga. Por si ya no bastaba con lo hecho hasta ahora (me duele la boca de recomendarlos allá por donde ande), Hora Zulú eleva todavía más su propia leyenda.

Como ya apuntaba, ha sido un proceso largo. El disco se graba en Kbyo Estudios de Padul en Granada (los de Ernesto Cabello, su segundo guitarrista muchos años y que se ha encargado de edición y asistencia de grabación), en BomTrack Estudios de Úbeda (habitual para las voces) y Estudio Demiurgo de Granada entre los meses de mayo de 2021 y abril de 2023, bajo los mandos de Mart, David Fidel Castro, Sergio Vera y Paco Luque. Las premezclas son de Mart, la mezcla y masterización definitiva de David Fidel Castro. La producción es de Paco Luque que firma toda la música, como Aitor las letras.

Como viene siendo habitual en las últimas entregas, el diseño de portada y contraportada parte de una pintura (la de Limpiar, Fijar y Dar Esplendor era de Raúl Ruiz ‘El Niño de las Pinturas’), en este caso de un óleo sobre lienzo de Bernardino Sánchez Bayo, con fotografía de Clara Torres, todo ello perfilado por Javi Cordovilla (quien, recordamos, es el autor por ejemplo de la foto del disco El Que La Lleva La Entiende.

Las palmas y jaleos de la bailaora Fuensanta La Moneta y el guitarrista Lolo de la Encarna -firma todas las españolas del disco, salvo un corte, como veremos- (a quienes los metaleros conocimos por sus colaboraciones anteriores con Fausto Taranto) dan la bienvenida en la “Intro Fuego”, subtitulado como “Miraveh” que acabará siendo, como la pescadilla y el círculo de fuego eterno, alfa y omega, la primera y la última de las palabras pronunciadas en el disco. Una falseta por tangos y arpegiada con gusto y clase va desarrollándose entre el aumento de intensidad y jaleos, sumado al taconeo de La Moneta hasta que llega la explosión de distorsión tras el postrero “¡Viva Graná!”.

Igual que Benjamín Prado le echó valor para dar la otra cara de la moneda de “19 Días y 500 Noches” con la versión femenina de “19 Días y 500 Noches Después”, Aitor también se aventura con el reto de parafrasear a “La Niña De Fuego” de Manolo Caracol para firmar “El Niño De Fuego”. Aunque aquí, más que provocar incendios el protagonista los padece, con dolor estoico de desamor, donde se suceden algunas referencias clásicas de Aitor, como los de la cultura griega y sus dioses (siempre en plural) y esos rescoldos que también se hacían ceniza en “Que Me Mata”, por ejemplo. El estribillo, tremendamente pegadizo y flamenco con la voz de Ana María Luque (hermana de Paco, a quien ya escuchamos en “Volvió A Darme Por Buscar” o “Mis Barraqueras”), se sucede como un mantra entre las alusiones de dolor de la narración donde siempre hay referencia al combustible elemento… Así, hasta llegar a una coda incendiaria, nunca mejor dicho, con un recitado más sobrio (si cabe) de Aitor, que ofrece la clave y la condena del presente condenado por el pasado.

Juan Pinilla es uno de esos cantaores jóvenes que no tienen el gancho mediático de Pedro El Granaíno o Israel Fernández, pero que lleva tiempo destacando por tener gran amplitud de registros y un notable conocimiento de los cantes (es un caso parecido al de David Pino, por ejemplo) que recupera el palo en desuso de las temporeras (cante de agricultores, como los cantes de trilla eran de los ganaderos y pastores) para firmar la “Intro Patio”.

Así llegamos a “En Aquel Patio”, un corte cuya letra parece ser la continuación de aquel famoso poema que tuve la suerte de que Aitor me recitara cara a cara en 2013 y que después acabó siendo “Aquello Pa Ti Se Queda” de su proyecto paralelo Pangloss. («Aun recuerdo bien la fecha, fue a finales de febrero. / Daban verde los jazmines, daban blanco los luceros»). El texto nos regala referencia a Santa Teresa de Jesús y un estribillo capitaneado por la señorial intensidad de Alicia Morales que hiela el corazón por su afilada y ponzoñosa lírica y por esa cadencia lenta y tortuosa que hace más vívido el dolor. «Y al final no hay más que hablar / si no voy a olvidarte qué más da / Me quedé sin voluntad / se vino a reír de mi la soledad».

“Augurios De Agorero” (además de jugar con la sonoridad frugal de la aliteración) es un corte más atmosférico y etéreo en su ambientación, ya que tira más de flamencas (en este caso son de Álvaro Martinete) y de una percusión más sutil, con las dobles voces que se cruzan y armonizan en un tarareo creciente y cada vez más desgarrado por parte de Alicia Morales. La letra presenta un salmo entre la confesión y la redención, con licencias poéticas incluidas (Ya lo decían en “A Ver Si Me Entiendes”, manejando a su antojo el lenguaje).

Con un engarce musical de continuidad nos llega la “Alegoría Del Gran Misterio” de extensa letra (a la que le encuentro varias referencias a otras canciones del legado de Hora Zulú, siendo “Camarada” la más evidente) y una naturaleza formal que nos recuerda a veces a “Aspirante A Estilita” en sus partes más reposadas y melódicas y casi que a “Coplas De Negra Inquietud” cuando las guitarras eléctricas arrecian.

Pero hay mucho más que comentar de la canción. Además de la voz de Carmen Molina haciendo quiebros llenos de melismas en los coros y doblando la voz en el estribillo, al que sucede un nuevo taconeo de La Moneta. Es maravillosa la integración de esos latva y bulgari (dos instrumentos tradicionales turcos) que graba Pablo González y que conectan tan bien con el rollo Orphaned Land, pero también con las experimentaciones de Gualberto e, incluso, Juan Peña El Lebrijano con la Orquesta Andalusí de Tánger en una coda en la que perderse y no volver jamás.

Y no importa que los números de escuchas no sean mareantes, ni que aquellos que se rompen la camisa con el flamenqueo cuando una estrella mainstream lo utiliza ignoren esta colección de canciones abrumadora… Miraveh es por derecho una obra maestra lo miremos de dentro a fuera o de fuera a dentro. Por las formas musicales, por los arreglos (flamencos, arabescos u orientales), por las autorreferencias (más o menos disimuladas en los textos), por las hechuras y porque el que la lleva la entiende.

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