Mägo de Oz – Finisterra Ópera Rock
Es muy complicado no establecer comparaciones entre una y otra obra. Mägo de Oz, acostumbrados con frecuencia a elaborar distintas compilaciones varias de difícil motivación artística, dan un giro más a esa senda con la edición, a propósito de su decimoquinto aniversario, de Finisterra Ópera Rock. Una revisión completa de Finisterra, el trabajo que supuso un punto de inflexión de no-retorno para la banda, para bien y para mal. Para bien de sus bolsillos y del crecimiento en el número de seguidores aquí y allá, y para mal de los puristas del género que se llevaron las manos a la cabeza al ver que un grupo de heavy folk salía de la marginalidad a la que suelen ser sometidos. La historia de siempre, vaya. Para la ocasión, y casi en la misma línea que con aquel Celtic Land, la banda se reúne de una corte imponente de invitados, que pasan por trece cantantes, siete guitarristas, tres baterías, dos bajistas… Casi nada. El resultado, independientemente de que te parezca mejor la original que la revisión, es bombástico, en ocasiones abrumador. Es decir, mayor técnica, medios y experiencia frente a la ingenuidad romántica de aquel momento. Lluevan flores o espadas según el gusto, esta es nuestra visión.
Hay que partir de un hecho innegable, ¿hay alguna revisión de un álbum que haya gustado o superado de forma unánime a su predecesor? Echemos una rápida mirada y pensemos en las versiones de 2004 de Extremoduro, pensemos en el ‘Sesión 2’ de Soziedad Alkohólika, incluso en la maqueta de Gritando En Silencio o el grandes éxitos de Platero y Tú. Es muy difícil transportar la magia de las primeras sensaciones. Podemos mejorar el contenido, la producción o el sonido, pero el vínculo emocional nunca podrá ser el mismo. Ahora bien, consideramos lícito que una banda quiera adaptar las canciones de antaño al sonido actual. Si además lo hace con un gran trabajo (que nos pueda parecer acertado o no) y además se preocupan en revestirlo con las lentejuelas de una amplia pléyade de invitados como en este caso, ¿qué problema hay?
Seguimos. El debate en torno a Jose Andrea o Zeta me parece tan estéril como injusto. Eso no significa que podamos preferir a uno sobre otro, pero creo que es comparara dos planos totalmente distintos, como pudieran ser en su día Víctor García y Ramón Lage en Avalanch. Aunque es cierto que en el primer disco de Zeta se intentó aparejarlos, ha demostrado una personalidad patente con el paso de los discos y conciertos. Su voz es bella, cálida y es cierto que en todo momento parece contemporizar su potencia, pero es que no tiene porque gorgoritear todo el tiempo. Si no aceptamos que los planos son distintos, seguiremos dándonos con una pared todo el tiempo.
Vamos a citar el elenco de invitados antes de entrar al tema a tema: Allá van las voces: Jorge Berceo (Zenobia), Israel Ramos (Alquimia), Manuel Escudero (Sacramento), Ailyn (Sirenia), Carlos Escobedo (Sôber), Cristian Bertoncelli, Leo Jiménez, Toni Menguiano, Pilar Jurado, Sherpa (ex-Barón Rojo), Francis Sarabia, Israel Hernansaíz (7Almas), Diana Navarro. En las guitarras: Paco Ventura (Medina Azahara), Alberto Cereijo (Los Suaves), Javier Vargas, Adrián Pheonix, Antonio Bernardini (Sôber), Manuel Seoane, Dani Castellanos (Easy Ryder). En las baterías: Manuel Reyes (ex Medina Azahara), Manuel Reyes JR (Sôber), Anono (Bürdel King), y bajistas: Niko del Hierro (Saratoga) y Rafa J. Vegas (de Rosendo). Hombre, puestos a pedir se me ocurren numerosos nombres ausentes, pero lo que hay no está nada mal.
El álbum arranca con el habitual prólogo profético, que es recitado por los hijos de Mohamed. La orquestación ha quedado un tanto tosca y la fanfarria rítmica recuerda a banda sonora y el tramo final a cierto toque ‘gaiesco’. En cualquier caso, va en consonancia con la entrada de una siempre efectiva ‘Satania’. Los redobles y rasgueos de guitarras iniciales ya se presentan con unos fantásticos coros orquestales que son puro fuego. Le da un toque mucho más urgente y decadente a un tema por el que siempre he sentido una predilección especial. El trabajo de guitarras durante toda la canción nos llevan a un power metal moderno que engancha. Las seis cuerdas principales están mucho más presentes y la batería marca con redobles extras el puente y el estribillo. El break de bajo sigue siendo brillante, más aún con un superclase como Mainer a cargo de ello. Quizá el cierre de texto final adolece de una subida especial que sí tiene la música.
Con ‘La Cruz de Santiago’ encontramos una de las bombas del disco. Es cierto que pueda pecar de sobresaturación, pero escuchar a Leo Jiménez romper la garganta con rabia sobre la batería intensa de Manu Reyes Junior es emocionante. Una canción que queda algo sepultada en la anterior entrega aquí se le mete zapatilla y gana el combate al abrumar con su barroquismo. Adrián Phoenix pone lustre a las guitarras y la canción no ofrece descanso alguno. Con ‘La Danza del Fuego’ llegamos a una de los puntos clave. La nueva versión ha perdido (con premeditación y alevosía) el dramatismo melancólico de la original, aumentando el carácter festivo de su estribillo, reforzado si cabe con ese flashmob (vilipendiado) de su videoclip. Al respecto, el baile es cutre y sencillo, pero personalmente me gusta ver a una banda que se lo pasa bien.
‘Hasta Que El Cuerpo Aguante’, otra de mis preferidas en su momento, no da el nivel, no ya con la anterior, sino con el resto del conjunto. Entiendo el ofrecimiento a Sherpa de colaborar en este tema, por su carácter juglaresco y lo que representa para la filosofía del argumento, pero su cameo es bastante mejorable, por no decir funesto. ‘El Señor de los Gramillos’ me gusta especialmente porque el carácter industrial que se le ha dado le da un realce que no tiene el original. La colaboración de los Sôber Carlos Escobedo y Bernardini son culpables de ello. ‘Polla Dura No Cree En Dios’ arranca a lo ZZ Top con un aura glam gracias a Anono a las baquetas y la voz pendenciera de Francis Sarabia, habitual de la banda de Santi Campillo, ex M-Clan.
‘Maite Zaitut’ brilla por el empaque rítmico celta de la primera parte, más lineal en su desarrollo eléctrico. Para llegar al final del CD 1 nos encontramos con esa preciosa nana llamada ‘Duerme’, que con la voz de la soprano Pilar Jurado se torna en preciosista. La cálida y perfecta voz de Pilar en una canción de cuna ya nos es conocida por esa hermosa ‘Nana para dormir a un niño que no descansa’. Quizá la música tiene más músculo del que precisa, sobre todo en la machacona rítmica de la parte central, pero el resultado es más que notable. Así ‘Es Hora De Marchar’ cierra la primera parte con una sencilla adaptación que pasa desapercibida.
Así, llegamos a la potente apertura del disco 2, tan simbólica con su ‘Fiesta Pagana’, ‘El Que Quiera Entender Que Entienda’ y ‘Los Renglones Torcidos de Dios’. En la primera, la sorpresa es mucho menor porque nos recuerda en exceso a la versión 2.0. De hecho, parece que muchas pistas se han reutilizado para esta ocasión. En el caso del canto al amor libre destaca la colaboración de dos mastodontes de nuestro rock como Niko del Hierro y Alberto Cereijo. Toni Menguiano pone su melódica voz al servicio de una canción que rompe con un break reggae que recuerda claramente a ‘La Canción de Pedro’, El solo de Cereijo se pone al servicio del tema y es discreto, que no sencillo. Por su parte, el relato de locura pasa por ser la canción más remozada de la veintena, sobre todo en la melodía de su estribillo, donde se alza y reivindica Jorge Berceo de Zenobia, todo un valor al alza. Paco Ventura demuestra que es un guitarrista excepcional (como si no lo supiéramos) también lejos de los arabescos habituales en Medina. La Jethro Tull ‘Kelpie’ en esta ocasión llega a la garganta de Patricia Tapia de Khy, que le da más sentido a uno de los temas más prescindibles del disco original. El solo de teclados sí que se nota que vienen de unas manos Medina, Manuel Ibáñez deja su sello inconfundible.
Una de las joyas de esta revisión es la interpretación de Diana Navarro en ‘Tres Tristes Tigres’, aunque quizá hubiese apuntalado más esa querencia repiquetera de compás. El lirismo pulcro de la malagueña ya se puso al servicio de ‘Aquelarre’ y aquí se muestra más puro si cabe. La instrumental ‘A Costa De Morte’ aumenta su entrada emotiva, retrasando el jolgorio festivo de juglaresca celta. Manolo Escudero de Sacramento pone su empaque agudo y garra hardrockera a ‘La Santa Campaña’, uno de los temas donde más gamberrea la banda, incluyendo la melodía de ‘El Manisero’ de Machín en las flautas de la parte instrumental. La actriz de doblaje Anxos de Cabalga aumenta el tenebrismo de ‘Conxuro’ que pierde en frescura musical, quizá doblegado al gran cuerpo de su voz.
Leo Jiménez repite cameo en ‘Astaroth’. Y claro, uno se pregunta, ¿qué derroteros habría seguido Mägo si hubiese aceptado en su día la oferta de sustituir a Jose? La entrada que realiza en ‘Astaroth’ nos aumenta las ganas de saber. Es uno de los cortes que más similares suenan a la original. La magia de aquella es insuperable porque, posiblemente, sea una de las canciones mejor cantadas por Andrea en toda la discografía de Mägo de Oz. Así, llegamos al final con la entonces canción más larga creada por la banda, los quince minutos de ‘Finisterra’ (que después fueron superados por los veintitantos de esa maravilla llamada ‘La Cantata Del Diablo’). Isra Ramos de Alquimia (La banda de Rionda que, por cierto, ¿por qué narices no está Rionda en este disco?), Christian Bertoncelli que pone su argentinismo al falta de Adrián Barilari y de nuevo Leo y Toni colaboran en este tema coral que supuso una revolución en su día. El hecho de que precisamente las dos últimas revisiones sean las menos llamativas del álbum nos dejan un regusto un tanto amargo.
Hay tantos factores que es complicado dar una conclusión sencilla a este artefacto pero, puedo concluir en que me parece justificado siempre y cuando no lo tomemos ni como un intento de sepultar el pasado, ni mucho menos superarlo. Son dos creaciones con suficientes elementos como para poder disfrutar de ciertos momentos por separado. Especialmente el primer disco y algunas cosas interesantes del segundo.
Tracklist:
- Prólogo
- Satania
- La Cruz De Santiago
- La Danza Del Fuego
- Hasta Que El Cuerpo Aguante
- El Señor De Los Gramillos
- Polla Dura No Cree En Dios
- Maite Zaitut
- Duerme
- Es Hora De Marchar
- Fiesta Pagana
- El Que Quiera Entender Que Entienda
- Los Renglones Torcidos De Dios
- Kelpie
- Tres Tristes Tigres
- A Costa Da Morte
- La Santa Compaña
- Conxuro
- Astaroth
- Finisterra
Publicado el diciembre 10, 2015 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, Finisterra, Finisterra Opera Rock, Mago de Oz. Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.
Me gusta mucho tu objetividad a la hora de hacer críticas. Estoy cansado de ver críticas a Mago de medios que son amigos y ponen siempre notas altísimas hagan lo que hagan. Por otro lado, no creo que sea comparable a los recopilatorios de Extremoduro o Platero y tú. Primero porque las orginales suenan horrible, y segundo, porque no regraban discos enteros, solo algunas canciones.
Creo que este Finisterra no está mal. Pero para mí no era necesario. Es una manera tonta de querer comparar a Zeta con Jose, y en defnitiva, a la banda del 2000 con la de ahora. Tampoco me gusta tantos invitados que llevan, sin dejar a Zeta explotar del todo su voz. Que ojo, aunque a mi me guste mucho Jose, hay que reconocer que Zeta es una gran vocalista. Me parece que Mago debería de dejar de regrabar, además, es que no tiene mucho sentido hacer dos discos con canciones regrabadas en 2 años (2013-2015). Para mí, lo mejor que puede hacer Mago es descansar 2 o 3 años sin discos ni giras, y volver con un discazo.
Ahora sí, coincido contigo en la canción «tres tristes tigres». Ya la original me encanta, pero en este disco Diana Navarro le da otro punto que me maravilla. Y «la cruz de santiago», aunque yo sea muy de esos coros finales de la original, esta le hace mucho mas potente la batería y esa voz de Leo Jiménez.
Por ultimo enhorabuena por la critica y sigue asi!
Gracias Alex. Un abrazo!
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