Conversaciones con Ana Curra – Sara Morales

Hace prácticamente una semana que concluí esta nueva joya que viene a engordar la bibliografía de nuestra música que merece ser guardada, la que da voz a personas que tienen una vida, una historia y una trayectoria profesional digna de ser contada. Pero lo cierto es que se hace complicado cuando casi no hay nada más que añadir. El libro de diez días de conversaciones compartidas por Ana Curra (Los Pegamoides, Parálisis Permanente, Seres Vacíos…) como protagonista y Sara Morales como periodista confidente es tan abrumador en información y sinceridad que casi acaba dejando al lector algo noqueado. En unos tiempos en los que hay quien asegura que ‘los youtubers’ les están comiendo la tostada a los periodistas, encontrar libros como el que nos ocupa (algo extrapolable a toda la colección de la editorial Efe Eme) es un caso ejemplar de la importancia que tiene preservar una cierta y necesaria deontología que se escapa a los neófitos de la comunicación. Se confunde alcance con calidad, facilidad en el consumo con profesionalidad, inmediatez frente a reflexión. Porque no hay otra manera de afrontar un ‘material sensible’ como el que se va revelando con el paso de las páginas en este volumen. La historia de una joven que pronto se sintió diferente. Desde la niñez hasta incluso en sus pasos en la música, puesto que era una ‘ilustrada’ en piano clásico en la sencillez formal de la Movida. Una persona que jugó con la muerte desde sus canciones y en la estética pero a la que pronto le vio la cara de cerca en más de una ocasión, llevándose cada tiempo a personas fundamentales de su vida personal y profesional. Tras años de mutismo y discreción, siempre de enorme respeto, Ana decide hablar, Sara es su instrumento y este libro el resultado.

Otra de las palabras que definen este joven imprescindible es generosidad. Cualquiera que ha estado con la grabadora en mano (o en la mesa) lo sabe. Tú puedes documentarte durante meses, trabajar en ello durante semanas, preparar un cuestionario equilibrado, entre la ambición y el lógico proceso narrativo, pero, al final, si la persona entrevistada no está por la labor no hay nada que hacer. Es entonces cuando los planos de la conversación nunca están al mismo nivel, cuando las respuestas huidizas le restan sentido a las siguientes… Y no hay manera. Nada de eso ocurre aquí es aquí donde esa generosidad por parte de Curra se hace plausible. Y no tarda demasiado en aparecer y en ser notoria, más allá de la propia aprobación para realizar este libro. Pero para que todo fluya también es necesario un interlocutor que sepa escuchar y seguir tirando de la conversación sin brusquedad y con limpieza, labor que Sara realiza con maestría.

Ana entra de lleno en recuerdos desconocidos hasta la fecha de su pasado, explica sus versiones de los hechos en todos y cada uno de los hitos más destacados de su vida, llena de luces y de muchas más sombras en forma de siniestros azares que, por ende, derivan a tocar fondo y a no levantar cabeza. Ana Curra analiza la vida y el contexto en el que se desarrolló con una mirada de experiencia sin idealización, sin delirios de grandeza y sin demasiados rencores, pese a todo.

Habla desde el cariño de su paso por Alaska y Los Pegamoides, narra el nacimiento de Parálisis Permanente, su rápida ascensión y su inmediata disolución en el momento en el que Eduardo Benavente dejó de respirar, el intento de seguir activa con Seres Vacíos, su experimentación con otras colaboraciones, sus viajes repletos de trascendencia espiritual (como el México) o también su forma de ver la vida y el cosmos, la sexualidad, el feminismo, la educación o el mero hecho creativo.

Leer algunas de estas páginas ayudan a comprender y a empatizar con su protagonista. Porque quien pasa por un trance así no puede hacer otra cosa que sobrevivir, en la plena expresión de la palabra. Con compañeros como Alberto García Alix, El Ángel –también fallecido- o César Scappa. Y ayuda a entender procesos como los diez años de silencio de la vida pública (centrados en su trabajo como profesora de conservatorio y en salir de su pozo personal) o que, con toda justicia y derecho, decidiera emprender aquella gira en la que por fin El Acto, el único elepé que publicó Parálisis Permanente, tuviera una presentación en directo que sirviera para elevar su recuerdo y como catarsis y liberación personal.

Este libro tiene mucho de cerrar ese proceso y nosotros somos testigos porque entramos en la historia desde el primer momento. Leer con tanta verdad una vida tan agitada deja esa sensación de noqueo de la que se tarda (también) días en salir. La magia de la lectura, de la generosidad y de los buenos profesionales. Bravo.

Crítica remember publicada en enero de 2015: Parálisis Permanente – El Acto (1982)

Publicado el octubre 19, 2021 en Actualidad y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 7 comentarios.

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