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Gabinete Caligari – Camino Soria (1987)

Hubo un tiempo en España en el que la música comercial, la que vendía, no estaba reñida con la calidad. Treinta años han pasado (salió en mayo) de la irrupción de Camino Soria, el tratado de amor y aridez castellana que despachó una de las bandas más importantes del pop-rock del país, encabezados por el tosco pero siempre brillante Jaime Urrutia. Un grande, sin la menor de las dudas. Después de haber hecho evolucionar su oscurantismo gótico a compases de pasodoble y rock, Camino Soria fue toda una sorprendente muestra de grandeza, de madurez y casi solemnidad. El resultado visceral del desamor supurando. Nueve cortes que conforman uno de los mejores discos de nuestra música, de principio a fin. Nueve monumentos al placer de escribir con sentido, de tocar bien, con elegancia, con salero y con un derroche de talento que todavía hoy sigue abrumando cuando uno se sumerge media hora en el viaje. Treinta años de Camino Soria, grabado en letras de oro.

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Doctor Explosión – Vivir Sin Civilizar

Suele ser un ejercicio habitual para las bandas de larga y dilatada trayectoria eso de, llegado el momento propicio, darle una vuelta a las primeras grabaciones del grupo. Los motivos son claros, lógicos y evidentes. Por norma general, los comienzos de las formaciones tienen mucho de frescura y creatividad iniciática pero pocos medios y recursos técnicos para llevarlo a cabo. El paso de los años (si la cosa va para arriba) va dotando a las formaciones de más experiencia, más tiempo, más conocimiento y que, en el estudio, se convierte en una seguridad y sabiduría para conseguir sonar como se quiere. Así, van pasando los discos y discos y, en cada uno de ellos, la espinita clavada de que el (o los) primero (s) no sonaban igual de bien. Es entonces cuando llega ese ejercicio que, no todo es tan sencillo, tiene su particular dificultad en cuanto a su relación con los seguidores. Esos fundamentalistas que dicen siempre aquello de «molaban más al principio», porque se arrojan el derecho superior de ser mejores por haberles conocido antes que tú. A esos siempre les va a parecer que la revisión no hace justicia, que si suena edulcorado, que si tal o cual. Por ahí han pasado Soziedad Alkohólika con Sesión 2, Extremoduro con el Grandes Éxitos y Fracasos, Platero y Tú con Hay Mucho Rock and Roll, Hora Zulú con Limpiar, Fijar y Dar Esplendor y un largo etcétera. Está claro que las rudimentarias grabaciones iniciales siempre tendrán la magia de haber sido las que iniciaron el camino, pero aquí siempre brindamos por estas apuestas. Así, llega Vivir Sin Civilizar, una vigorización del debut de Doctor Explosión, 32 años después.

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XXXVI Candil Rock 2024. Tarque, Volvoreta, Rolenzos. Sábado, 22 de junio

Suma y sigue Candil Rock su pequeña gran historia contando ya su trigésimo sexta edición, pasando todo tipo de avatares a lo largo de su vida, con un receso por pandemia incluido. Desde 2021 se apostó por cambiar el emplazamiento, del campo de fútbol Villa de San Pablo a los aparcamientos del Edificio Polivalente del Paseo del Generalife, anoche la apuesta era casi del todo infrecuente en nuestros días: puro y sencillo rocanrol si más calificativos ni aderezos. El que bebe del blues como fuente de inicio y que se desarrolla con patrones clásicos, unos más americano, otros más autóctono, pero Rock. Y lo hicieron con uno de esos carteles que vienen a reflejar el carácter que ha tenido este festival de día casi desde su fundación. Un gran nombre propio (Tarque), una banda notable pero menos habitual y a la que siempre es complicado ver por estos lares (en este caso los emergentes Volvoreta) y un apoyo a la escena local (Rolenzos). Un festival de modesto formato en Huércal de Almería, pero por el que han pasado prácticamente todos los grandes nombres de nuestro rock. Por ejemplo: El Drogas, Loquillo, Joaquín Sabina, Enemigos, Barón Rojo, Ñu, Hamlet, Burning, Barricada, Mägo de Oz, Ska-P, Warcry, Sôber, Los Suaves, Saratoga, Tierra Santa, Sínkope, Ilegales, Siniestro Total, Fausto Taranto, El Último Ke Zierre, Obús, Lujuria, Gritando En Silencio, Def Con Dos, Canallas, Raimundo Amador, Los Muertos de Cristo, La Polla Records, Boikot, Reincidentes, Porretas, Mártires del Compás, Mojinos Escozíos, Hermanos Dalton… y desde hace mucho, además, con entrada gratuita. Todo gracias al Ayuntamiento de la localidad, a Martín de La Dosis de Candil Radio y con producción de Crash Music. Allí anduvimos. (FOTOS: Juan Jesús Sánchez Santos para RockSesión).

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Los Nikis De La Pradera – Los Nikis De La Pradera

Menuda sorpresa la que viene de la mano de tres de Los Nikis de toda la vida, transformados ahora en Los Nikis De La Pradera. Que lo de conservar el nombre de ‘la banda madre’ no deja de ser un guiño para que quien conociera aquellos sepan que por ahí hay músicos de entonces, pero estilísticamente no hay más similitud que la pátina de comicidad que sigue presente, allí con energía juvenil, aquí con descreimiento de madurez. «Entre los cinco suman más de 300 años», suman desde su promo. Rafa Cabello a la batería, Arturo Pérez a la guitarra acústica y Joaquín Rodríguez a la guitarra eléctrica, acústica y coros, se suman a Mauro Canut (de Los Vegetales, Intronautas o Los Acusicas) a la voz y Nacho Biosca (Ataque de Caspa) al bajo para esta aventura en la que el pop – punk – rock de Los Nikis se viene en un country reposado y polvoriento al ‘chiquitizarse’ con eso de ‘De La Pradera’.  «Sucedió un día cuando iban tan tranquilos paseando por el campo. De pronto ¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Tres relámpagos de golpe y una aparición: un espíritu, una especie de holograma con la forma de Patsy Cline. A ella le bastó con una frase para convertirlos: “Tres acordes y la verdad”, que recitada lenta y solemnemente es capaz de convertir al country a cualquiera. La relación cómica entre este cambio y el crecimiento de sus Índices de Masa Corporal se convierte en el primer vistazo a su renovada dirección musical», arguyen. La propuesta, sin ser un derroche de innovación, sí que se antoja fresquita por la sacudida que hacen de un género tan maniqueo y, a veces, víctima de su auto impuesta sobriedad. Un divertimiento de los que tanto nos gustan pero con otras texturas y matices. Suficiente para que tengan nuestro reconocimiento en forma de crítica.

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Alcalá Norte – Alcalá Norte

Si veinte días después de la salida a la calle del primer larga duración de los madrileños Alcalá Norte todavía no has oído hablar de ellos debes andar muy desconectado de los medios de comunicación musicales. Pocas veces hay una cierta unanimidad a la hora de valorar la irrupción de una formación novel, tantos elogios generalizados a su primer álbum (apenas tenían una demo de octubre de 2020) y una confianza tanto en la independencia de la propuesta como en la autenticidad de los protagonistas. Haciendo un ejercicio superficial de memoria, creo que el último caso medianamente similar en todo ello (que no en lo musical, claro está) es con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba… O incluso Califato ¾. Fueron fogonazos instantáneos. Y es realmente maravilloso que en unos tiempos de sobreexposición, donde parece que todo está resabiado e inventado todavía queden bandas capaces de conseguir esos chispazos. Y a pulmón y riñón, sin influjos de inversión publicitaria detrás. También es cierto que en muchas ocasiones los medios actúan como estímulo-respuesta, corriendo ante quien despierta el interés de unos cuantos para no ser los únicos que se queden atrás y parezcan superados por las tendencias. Aquí, que sabéis que vamos un poco (bastante) por libre, podéis confiar siempre en que si están aquí y os los recomiendo es siguiendo un único criterio artístico. Sin inventar nada Alcalá Norte suena con una frescura y solidez apabullante, con un alcance adictivo sorprendente para ser su primera referencia y con, parece que se lee por ahí, la cabeza muy bien amueblada. Les seguiremos de cerca.

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Jaime Urrutia – Patente De Corso (2002)

El pasado 21 de enero veía la luz una edición en vinilo de este álbum, el debut en solitario de Jaime Urrutia tras darse el lustroso cierre de Gabinete Caligari. Una lanzamiento muy especial si tenemos en cuenta que pese a que en aquellos tiempos estaba el pleno boom OT y de la piratería solo se editó en formato cedé. Patente De Corso fue publicado en 2002 por Dro East West, siendo reeditado poco después con un tema añadido, la versión de “¿Dónde Estás?”, con la participación de Andrés Calamaro, Enrique Bunbury y Loquillo (el cuarteto que también revisitaría por la misma época otras canciones, como “El Hombre De Negro”, pero que nunca llegaron a limar algunos egos para salir juntos de gira) y un DVD adicional con los videoclips y varios vídeos en directo. Para la grabación del disco Jaime Urrutia se rodeó de los que por entonces formaban la banda de directo de Andrés Calamaro, el bajista Candy Caramelo, el batería Niño Bruno (que ambos acabarían siendo de Fito & Fitipaldis un tiempo después, entre otras muchas andanzas) y los guitarristas Julián Kanevski (todavía hoy con la banda de Andrés) y el siempre añorado Guille Martín. Con esos mimbres, y un Jaime terriblemente inspirado en los textos y composiciones, se firmó uno de los álbumes más rotundos y certeros que se recuerdan en el pop rock de nuestro país. Patente De Corso tuvo una más que digna continuación con El Muchacho Eléctrico en 2005 y se mantuvo la popularidad en todo lo alto con ese directo en el habitual formato con invitados de En Joy en 2007 (por orden de aparición: Iván Ferreiro, Pereza, Jorge Drexler, Bunbury, Ariel Rot, Eva Amaral, Loquillo, Dani Martín y Andrés Calamaro). En 2010 llegaría Lo Que No Está Escrito que fue no fue tratado con demasiado cariño casi que por nadie. Como ya hiciera en Camino Soria, hoy aplaudimos a Jaime con su álbum de debut.

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Quique González – Copas De Yate (Vol. I)

Empezaré con una confesión (nada sorprendente, porque creo que es algo que se puede inferir en todas y cada una de las ocasiones que he escrito sobre él). Hay algo en la voz y la música de Quique González que me genera una poderosa nebulosa de nostalgia y dolor que impregna todas las sensaciones, mientras la música, a veces más cuantiosa y nerviosa, en otras más orgánica y funcional, va avivando y acentuando esas emociones. Siempre que me he tenido que enfrentar a un disco suyo para escribir de él me ha supuesto un ejercicio concienzudo de mentalización, de encontrar el momento preciso en el que con el paso de las canciones la cabeza hace ‘clic’ y entonces se te abre su sentido en todo su esplendor. Y entonces conectas con el arte de la propuesta y disfrutas de las cicatrices sonoras aunque, ay, sigan quebrando el ánimo los pliegues de la voz, el acorde preciso, la bajada de baqueta precisa, los pianos acompañando de manera plástica el ritual. Creo que por eso tras más de trescientas críticas remember de viernes jamás he podido hacer frente a otro disco suyo… Bastante tengo con sus novedades. Y si en las últimas fechas viene festejando el vigesimoquinto aniversario de su carrera profesional, con nuevas y flamantes ediciones en vinilo de su inmaculada discografía, también ha querido darle novedad sonora a la fiesta afrontando un pequeño reto personal: el de llevarse a su terreno una colección de canciones de autores y bandas que le gustan, sin caer (demasiado) en lo esperado. Dicho todo lo introductorio, está claro que lo consigue pero, albricias, esta vez duele un poco menos y se agradece el tono más liviano. Lo mejor es que lo del volumen uno (como dijimos el lunes con Hora Zulú, ‘obliga’ a al menos una segunda entrega). Después habrá que ver si esta suelta de lastre contagia sus nuevas composiciones… Estaremos preparados para la inmersión.

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Tam Tam Go! – Espaldas Mojadas (1990)

A estas alturas ya sabréis que aquí le hemos tenido mucho respeto a todas esas bandas que en los ochenta y noventa inundaban las listas de ventas y las radios comerciales de buena música, con la buenas canciones, con su guitarra, bajo, batería con letras con un desarrollo narrativo lógico y otra serie de ingredientes. La lista es amplia y, por resumir, hablamos de una suerte de rock accesible, pop – rock, rock – pop, o como queramos nombrar al asunto, que la idea ya se entiende. Algunos tienen una relación más directa entre sí y otros nada, pero en ese permeable concepto, en términos de mayor o menor potencia, podemos incluir a nombres como La Guardia, La Frontera, Los Rebeldes, Hombres G, Seguridad Social, Celtas Cortos, Pistones, Orquesta Mondragón, El Último De La Fila, Gabinete Caligari, Los Secretos, Nacha Pop, Polanski y El Ardor, Duncan Dhu, Danza Invisible, Manolo Tena, Antonio Flores, Los Nikis, Los Limones, Décima Víctima, El Hombre Gancho, Héroes del Silencio, Revólver, Los Enemigos, Siniestro Total, Loquillo, Los Rodríguez, Los Ronaldos, La Unión, M-Clan, Ilegales, 091, Os Resentidos, Tahúres Zurdos, Piratas… Y, del lado más cercano al pop, siempre estará en esa lista Tam Tam Go!, la banda de los hermanos Nacho y Javier Campillo, que desde Badajoz, previa escala en Gran Bretaña, surgieron en la segunda mitad de los ochenta con un sonido y unas maneras que, aunque reconocibles dentro de ese marasmo de nombres, sí que tenía una sonoridad diferente. Además, es de las pocas bandas que tuvieron un éxito casi mayor a su regreso de un largo parón que en la primera parte de su trayectoria, al que pertenece este tercer disco, Espaldas Mojadas.

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Surfin’ Bichos – Más Allá

Llegué tarde al momento de Surfin’ Bichos, la banda manchega a la que muchos sitúan como germen del indie en España (con ese afán que tiene el indie menos cabal en buscar un pasado lustroso), como pieza bisagra entre el pop de los ochenta y el grunge de los noventa y no sé cuántas cosas más. Llegué a ellos cuando ya conocía a sus dos escisiones, Chucho y a Mercromina, que me interesaban bastante más que los primeros. O quizá fuera por comodidad. Y lo hice porque vine rebotado y cuasi moribundo, después de que la discografía de Javier Corcobado y sus Chatarreros se me clavara en cada una de las vísceras, al que a su vez llegué después de sumergirme en el cancionero de Nacho Vegas. En resumen, un momento de búsqueda de sonidos desgarradores (también Diamanda Galás es de esa época). Claro, con el recorrido relatado Surfin Bichos entró fácil, especialmente el disco Hermanos Carnales (1992), que me pareció extremadamente melodioso para lo truculento de sus historias, donde el incesto, la tergiversación bíblica o el derrotismo campaban a sus anchas en el universo conceptual despachado por Fernando Alfaro. La banda, con motivo del 25 aniversario de aquel álbum, se reunió de nuevo, además de reeditar su discografía con extras y ese tipo de cosas que se suelen hacer cuando alguien le echa ganas y alguien aporta el dinero. Y como ocurriera en su día con la Maniobra de Resurrección de 091, la cosa ha fluido hasta el punto de lanzarse a grabar nuevas canciones. Si de Lapido y cía separaron 24 años Todo Lo Que Vendrá Después de La Otra Vida, 30 años separan a El Amigo De La Tormenta de este Más Allá en el caso de los manchegos. Todo un acontecimiento celebrable.

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Hombres G – Hombres G (singles 1983)

Anda Hombres G en plenas celebraciones del cuarenta aniversario de su primer lanzamiento discográfico. Aquel doble single, de dos temas cada uno, que salieron en julio y octubre de 1983 de mano de Discos Lollipop y que le valieron como piedra de toque para iniciar un camino triunfal indiscutible. La banda de David Summers, al bajo y voz, Dani Mezquita y Rafa Gutiérrez a las guitarras y Javier Molina a la batería no ha parado de girar a ambos lados del charco, llevando su pop-rock de accesibles influencias y melodías a un público que los adora y, los que no, los han empezando a respetar con el paso de los años. Y es que, si nos quitamos de prejuicios y zarandajas varias, negarles el reconocimiento tiene poca base objetiva. Su música adolescente de los inicios sigue funcionando y a ello han sumado experiencia, veteranía y la seguridad que esto te da para poder hacer lo que te venga en gana. Como ocurriera en su momento con bandas como Seguridad Social o Gabinete Caligari, hay en estos cuatro cortes una fuerte esencia de punk más macarra y sin domesticar, algo que luego canalizarían aunque no por ello sin perder un toque corrosivo caiga quien caiga, edulcorado, eso sí, con bellos medios tiempos y baladas románticas. Sobran los motivos para que lleguen al fin al escaparate de críticas remember de los viernes, pero daré tres: su cuarenta aniversario, que quería que estuvieran antes de la inminente edición número 300 de la sección y que es uno de los grupos que tengo asociados a mis primeros recuerdos musicales de lado de mi hermana, que ha cumplido años hace dos días. Paseamos por los inicios y mis recuerdos de Hombres G.

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