Aunque durante un par de días fueron muchas las personas que llegaron a dudar de la llegada a tiempo o no del cuarto disco de estudio de Robe (Los Robe) antes de acabar el año, tal y como anunció ya en la presentación de su gira anterior, finalmente se han cumplido los plazos y términos y Se Nos Lleva El Aire está ya en circulación pública desde el pasado viernes, 15 de diciembre. Nos tienen así de bien acostumbrados desde El Dromedario Records, a cerrar el año con excelente sabor de boca después de que Marea azuzara a Los Potros del Tiempo el 23 de diciembre del pasado curso. Más que suficiente para que fuera proclamado en esta casa como el disco del año en vuestras votaciones (también en la lista editorial le dimos Oro) y casi que no hay duda de que el resultado se va a volver a repetir este año con Robe, a quienes ya estáis votando con tres puntos después de abrir las urnas ayer, y que permanecerán abiertas hasta el 1 de enero (inclusive). La lista editorial de la casa saldrá el 5 de enero, como siempre. Pero antes de todo eso, toca sumergirse en algunas consideraciones, unas objetivas y otras personales, sobre el álbum. Un total de diez temas que vienen con la enjundia habitual y despachando el que viene a ser a la postre el trabajo de canciones inéditas más largo de su carrera. Anda Robe especialmente inspirado en los últimos tiempos y vuelve a la carga con un resultado tan poliédrico que cualquier acercamiento que hagamos sobre el disco puede ser cierto y real y a la vez de lo más incompleto. Imposible hacer un análisis plano y único de un trabajo reflejo (y repleto) de contradicciones, miedos, filosofía rebosante de humanidad… Pasiones, temores, lenguaje explícito marca de la casa y la ensoñación elevada de siempre. La lírica y el estruendo, la socarronería gamberra y la inspiración más preciosista. Robe sigue siendo Robe. Y no hay más.

Para quien aún no tenga copia física del disco vamos con los datos técnicos de rigor. El septeto viene conformado como en los últimos tiempos, con Robe en las canciones, guitarra y voz, Álvaro Rodríguez Barroso en piano y Hammond, David Lerman en bajo, clarinete y coros, Carlitos Pérez en violín y coros, Lorenzo González en la voz, Alber Fuentes en batería y coros y Woody Amores en guitarra y coros.

El bajo y la batería se grabaron en Estudio Uno con Pablo Pulido como ingeniero y Julio Gómez como asistente de grabación. El resto de la grabación se hizo en Tresnueces Estudio, menos “Ininteligible”, que fue grabada y mezclada por Íñigo Extebarrieta para el videoclip que se publicó en 2022. La masterización la hizo José Luis Crespo en Small Room, mientras que la producción y mezcla corre a cargo del propio Álvaro en Tresnueces Estudio.

Como datos complementarios, el diseño de portada, contraportada y página central es de Diego Latorre, las fotos son de Paco Pulido y el diseño gráfico de Iosu Berriobeña o, lo que es lo mismo, el equipo de confianza habitual de los últimos años. De nuevo publicado con El Dromedario, bajo producción ejecutiva de Alén Ayerdi con Jesús García como ayudante de producción y bajo la Editorial B.N.C.A. (Buitre No Come Alpiste). En los agradecimientos encontramos también una adaptación de un texto de Pessoa, que ejerce de marco conceptual.

Después de más de 35 años de trayectoria musical a gran nivel y una quincena de discos es sorprendente corroborar una vez más la capacidad que tiene Robe de hacernos sentir como en casa y, a la vez, ofrecer un amplio abanico de sensaciones nuevas, por más que veamos venir que la canción va a entrar en un momentito de bajada, o en una escalada progresiva, en una resolución de estrofas nuevas antes de la coda que la remata…

No importa. Lo consigue. Una y otra vez. Incluso por más que te enfrentes a la décima escucha consecutiva de un tema… Seguirá descubriéndote un guiño nuevo, un arreglo que no habías percibido, una sonoridad de alguna de su instrumentación  en la que no habías reparado. Se nota incluso en los pliegues de la voz que el color es brutal. Llegando a notas que antes eran impensables, retrasando a veces la entrada vocal para enfatizar el sentido de la palabra (ese «puto» de “El Poder Del Arte”…), jugando también con recursos habituales pero que, como el extremo habilidoso que sabes que te va a hacer el mismo regate de siempre y le sale, siguen funcionando y emocionando.

 Es que si hacemos memoria… Robe tiene cuatro discos de estudio con su nombre y ninguno de los cuatro se parece al otro, por más que Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas  y Destrozares, Canciones Para El Final De Los Tiempos puedan ejercer de ‘dupla’ y que este Se Nos Lleva El Aire pueda tener alguna similitud con Mayéutica, que al final acaba siendo muy puntual.

Tiene esta entrega algo de Para Todos Los Públicos en cuanto que hay en su decena de canciones una variedad plausible pero, ojo, aquí todo tiene mucho más sentido que en aquel, que de alguna forma (y visto con la perspectiva que da el paso del tiempo) sí que se presentaba algo más deslavazado y por momentos mucho más inconexo. Lo que está claro también es que esta colección de canciones abre al máximo el abanico de opciones de cara a la próxima gira que se va a anunciar mañana y que permitirá jugar con dinámicas más excitantes durante todo el concierto e, intuyo, la reducción de la presencia de los dos primeros discos.

El trabajo de la banda vuelve a ser intachable incluso en esa voluntariedad de querer dotar a la mezcla (especialmente en cuanto a la sonoridad de batería y bajo) de una personalidad muy marcada desde el estudio, apostando por una base rítmica algo más expansiva, menos afilada, por decirlo de alguna manera. Una decisión que se antoja acertada teniendo en cuenta que los espectros más agudos vienen recorridos por ese violín, al que casi parece imposible sacarle más registros distintos y más expresividad, y por unas líneas de piano y, sobre todo, Hammond que son una locura por la que dejarse arrastrar. Es evidente que también tiene alguno de los pasajes más duros de la era Robe, con Woody más desatado si cabe para surfear con solos y melodías de todo pelaje, reforzando así esa imprevisibilidad de la que hablaba más arriba.

Hay en el comienzo de “El Hombre Pájaro” mucho del recurso de eterno retorno, de usar escalas y estructuras que ya nos son familiares. Un recurso que se usó en sí mismo para abrir y cerrar La Ley Innata y también en el inicio de Destrozares con su antecesor o la propia Mayéutica. Sin embargo, nos sorprenden al incluir un solo de guitarra tras la primera fase del fraseo, inicio de una escalada donde la banda se incorpora en su intensidad, Loren (siempre Loren) acertado y brillante en la segunda voz. Musicalmente, la ascensión constante evoca a la perfección ese vuelo que se refleja en la portada (de la que obvio el debate sobre su proporción áurea o el elefante de marras/morros. Un tema que representa también el sentido del título del álbum y de las fotos de interior de portada y contraportada (por cierto, esta segunda con aire beatleliano, aunque el paso de peatones se cambia por la naturaleza). Intuyo que apunta a ser la que abra los conciertos cuyas fechas y lugares conoceremos en pocas horas.

Tiene “Viajando Por El Interior” suficientes argumentos para ser una de las canciones más celebradas desde la primera escucha y también lo será en directo. La contundencia de la base rítmica, el alarido de Robe, el solo cortante que recuerda (inevitable) a algunas cosas de los tiempos de Extremoduro y, por esa linde, conecta con algo de ese delirio cruento de los “Poema Sobrecogido” de aquello o, aunque más suave, del “De Manera Urgente” de los Robe. Es uno de los temas en los que se indica en el libreto un verso inspirador (Luis Landero, ‘El Huerto de Emerson’, con el Ulises, sus sirenas y su Ítaca) y se presenta como un asalto brioso y encorajinado ante desengaños y esas búsquedas que nunca tienen fin como laberinto de minotauro o la piedra de Sísifo. En el fragor del estruendo es fantástico el ‘duelo’ que se marcan Carlitos y Woody y se completa con un estribillo pegadizo y una actitud auto-desafiante. A destacar también como se juega con los canales en el grito de guerra. Es en esta canción también cuando vemos a un Robe especialmente suelto a la hora de cantar, dándolo muchísimo sentido a las modulaciones… Cosas que no cambian. El Robe de siempre.

Con las costumbres impuestas de avanzar temas antes de la salida del álbum tiene algo de encontrarse con dos ‘grandes éxitos’ la llegada de “Nada Que Perder” y “A La Orilla Del Río”. Y eso que en el caso de la primera ni siquiera hay un mes de diferencia. Es un tema de línea vitalista y optimista, bailable y pegadiza pero con una música que no rehúye potencia y virtuosismo. Como apunté en su momento es una en las que se aprecia en mayor medida el balance vital que Robe nos viene cantando desde hace tiempo en otros temas. Su relación con las musas y la musa, la asunción del paso del tiempo, la necesidad de vivir el ahora, la sabiduría digerida de que hacer planes a largo plazo tiene cada vez menos sentido… Y, aquí, con uno de los textos que quizá más parece contarnos sus pensamientos sobre Extremoduro. Y, total genialidad, consigue que del texto se puedan sacar dos y hasta tres lecturas diametralmente opuestas. Por cierto, para la ‘prensa rocksa’… No veo ninguna alusión directa y personal a nadie, como se dice en algunos mentideros. O, en ese caso, ¿por qué quedarnos solo con las supuestas pullas y no con las apaciguadoras?

El caso de “A La Orilla Del Río” es distinto porque es la canción inédita que Robe y los suyos interpretaban en la pasada gira, que tampoco esa costumbre ha cambiado en estos treinta y pico años… Muy criticada por algunos en su momento por su aparente ligereza, de melodías juguetonas y descocadas (esto no va con segundas), reconozco que todavía me gusta más en su versión de estudio. Tanto en letra como en música. Como cambia la narración, de tercera a primera persona, los arreglos desenfadados y la exposición tan divertida como de encantadora bisoñez y donde tiene mucho que ver esas segundas voces a lo ópera bufa de Lorenzo. No es necesario detener el mundo con cada canción, se trata de generar emociones y “A La Orilla Del Río” es sin duda una de las más efectivas.

Por situación en el disco y por duración (la más extensa, más de nueve minutos), “El Poder Del Arte” es quizá el corte más pretencioso y lírico de la lista. Como ya se ha dicho en algunos foros, la introducción bebe de las fuentes de Claude Debussy, que con sus preludios fue uno de los compositores clave para servir de nexo entre el clasicismo de siglos anteriores y la posterior modernidad. Esa inspiración clásica se tamiza de un tempo y soniquete agitado, con un rollo entre urbanita y levemente funky (el bajo de Lerman es fundamental en ambos casos). Por cierto que el puente tiene en la alteración de la prosodia algo de dylaniano. La letra nos trae referencias a las drogas que creíamos olvidadas, pero la construcción narrativa es de las más completas del álbum… Hasta en la referencia a ‘Apocalypse Now’ del final.

La segunda parte del álbum arranca con otra de las de golpeo inmediato, «Haz Que Tiemble El Suelo». La base rítmica tiene algo de ascendencia latina que le siente como un guante por lo calorífico de toda la instrumentación, abrasiva y rugiente. El estribillo, de estructura sencilla (que cambiará de la primera a la última vez, del condicional al imperativo), cimbreado además con esos destellos metálicos de guitarra, epata en  su naturaleza más hard rockera e incluso proto heavy metal setentero en su coda. Calificativos tomados siempre de manera abierta porque, como venimos comentando, la naturaleza libre de las composiciones está muy por encima de cualquier sencilla categorización.

En “Puntos Suspensivos” (frikada, palabras que no vienen en la letra del libreto y que se dejan simbolizadas con la propia puntuación) tenemos el segundo de los cortes en los que se preludia con frase en el libreto («Nada sabe de amor quien vuelve vivo», de Antonio Sánchez Zamarreño. Y sin duda que es de lo más inspiradora puesto que encontramos una oda de romanticismo incorregible. En un tema que, quitado el armazón más musculoso, podría conectar si los arreglos fueran otros con las dos primeras entregas de Robe aunque, como ya es conocido, aquí no hay amago a baladas tan canónicas como aquellas o a “Si Te Vas”.

Lo dicho para “Nada Que Perder” y “A La Orilla Del Río” se multiplica de forma abrumadora con “Ininteligible”. Una canción que parece galopar (inevitablemente, ese violín veloz y la sonoridad de las teclas sobre las guitarras nos evocan los tiempos de los mejores Mägo, solo que aquí no hay ‘disfraces’ ni zarandajas, ni los agudos de Andrea, aunque Lorenzo podría jugar en la misma liga si quisiera…), que tiene algún guiño de estos arrebatado – flamenco – rumbosos que tanto les gustas y deja mensajes que dejan poco lugar a la duda. Una fiesta sin concesiones a lo lírico y que ha demostrado funcionar como un tiro en los conciertos. Por cierto, que el libreto, por fin, desvela los versos que han servido para entretener al personal durante más de un año.

Es imposible al ver el título “Adiós, Cielo Azul, Llegó La Tormenta” no acordarse de “Adiós Abanico, Que Llegó El Aire” y tras “A La Orilla Del Río” es la canción más frugal y ligera de Se Nos Lleva El Aire. Incluso se marcan un pasaje sincopado aunque no se atreven del todo a meterse en el reggae más nítido. Mención especial en esta canción, de nuevo, para las líneas de bajo de Lerman, muy en primera en línea, más importante que las guitarras en este corte, que solo alzarán la voz en el solo y remate postrero.

Otro argumento más que dibuja una línea de continuidad de Robe en todas sus épocas es la de cerrar un disco con una ‘gamberrada’ y aquí viene en forma de canción pseudo punky en actitud (pelotas van, pelotas vienen) y rocanrollera en sus aires pizpiretos con “Esto No Está Pasando”, que bien podría subtitularse como «¡No me jodas, no me jodas!». Una frase que pide a gritos una camiseta bien molona. Un cierre alegre y divertido para un álbum que como venimos diciendo, tiene tanta riqueza en sus distintas propuestas y desarrollos que, concluimos como empezamos…

…Robe sigue siendo Robe. (Hasta para negarme ‘la fotico’ –fotino, para personas extremeñas- con el libro de Extrechinato y Tú, el muy ladino).

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Lista de canciones – tracklist:

1. El Hombre Pájaro
2. Viajando Por El Interior
3. Nada Que Perder
4. A La Orilla Del Río
5. El Poder Del Arte
6. Haz Que Tiemble El Suelo
7. Puntos Suspensivos
8. Ininteligible
9. Adiós, Cielo Azul, Llegó La Tormenta
10. Esto No Está Pasando