Archivo del sitio
Javier Krahe – Valle de Lágrimas (1980)
La música tiene numerosos poderes de su lado. A todos los conocidos asociados a sentimientos, también está el reconstituyente. Cada cual tendrá sus grupos o artistas señalados para ello. Cuando las semanas o los días se ponen difíciles en el ánimo, suelo tirar de uno de los tocayos de los que me siento más orgulloso. Y con quien me lo pasaba ya en grande con apenas cinco o seis años. Al hilo del artículo confidente y repleto de admiración que publiqué con motivo de la muerte de Leonard Cohen, ya reconocía que ese gusto y afición me ha venido por la vía materna. También esta semana ha tenido ese componente para que la crítica remember elegida este viernes sea Krahe. Lo recordaba hace unos días al analizar el Tributo a Sabina, Ni Tan Joven, Ni Tan Viejo. Se le echa de menos en ese banquete en el cancionero de su colega. El caso es que desde aquella bisoñez, este burlón ha sido siempre un guía frente a la estupidez. Un remanso de calma con el que sonreír desde el intelecto, la rima y la métrica cuidada. Después, quiso la fortuna y la noche que compartiera varias noches de conversación tras tres conciertos en el más que recomendable Cervezas del Mundo (conocido también como El Zaguán –ZH2ON-). Sumarían entre las tres noches menos de tres horas, pero lo pasamos tan bien que lo recuerdo como si fuese un familiar. “Tienes la cámara rota, me ha sacado demasiado viejo”, me dijo. Tocayo, no eras viejo, ya eras eterno.
El Mundo de la Tarántula. Pablo Carbonell. Teatro Apolo
A lo largo de los cinco años y medio de vida de esta casa, os he confesado con asiduidad el cariño especial que siempre he sentido por Pablo Carbonell a secas y también con su grupo, Los Toreros Muertos. Son una pieza fundamental, no sólo de mis recuerdos de infancia, sino también, descubierto con el paso de los años, de mi progresivo interés en el mundo de la música. De tanto procrastinar la compra de su libro autobiográfico, ‘El Mundo de la Tarántula’, al final su representación teatral me ha estallado en la cara y anoche cubrí su escala en el Teatro Apolo almeriense. Esta es la crónica realizada para el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería, con varios añadidos más personales.
Fito & Fitipaldis – Huyendo Conmigo De Mí
Sexto disco en estudio de Fito & Fitipaldis. Quizá el que más interrogantes ha generado en una larga espera. Casi seis años lo separan del anterior ‘Antes De Que Cuente Diez’, posiblemente, su entrega más floja. Fito, que entre otras cosas siempre ha sido ‘Un Tipo Listo’, como decía en su anterior banda, decidió que no podía imponer plazos a las musas. Que su autodeterminado continuismo tenía un límite a la hora de crear. Pasados estos años, después de seguir reventando pabellones y plazas de toros y después de agotar en todos los conciertos de la gira de teatros, más íntima, Fito se reconcilia con las musas en ‘Huyendo Conmigo De Mí’. ¿Realmente es más de lo mismo como se puede leer por ahí? Vamos a explicar nuestra versión del disco.
Mamá Ladilla – Requesound (1999)
Sé que muchos habríais elegido el Arzobispofobia (1996), que tiene un aire de marginalidad mucho mayor, más minoritario y con muchos de los trallazos clásicos y archiconocidos del grupo que encabeza (casi que también por tamaño) Juan Abarca. Ese disco contiene ‘Chanquete A Muerto’, ‘Catequista Parroquial’, ‘Tu Fiesta’, ‘Ven’, ‘Aparta Papá’, ‘Flípalo’… ¿Entonces? ¿Por qué Requesound, el tercero? Porque además de estar también muy inspirado en las letras supuso un gigantesco salto musical en la composición de las hilarantes canciones que frecuentan. Batería, bajo y guitarra atruenan en este disco y exploran al máximo cualquier tipo de limitación estilística o técnica. Fue el salto definitivo que convirtió a Mamá Ladilla en mucho más que un grupo chistoso.
Mojinos Escozíos – Semos Unos Máquinas
La banda de Miguel Ángel Rodríguez “El Sevilla” y compañía ha lanzado recientemente su nuevo disco, el decimocuarto de su larga carrera discográfica, que en este caso lleva por título Semos Unos Máquinas. Dieciséis nuevas canciones con el sello inconfundible de la formación: humor en los textos y hard rock con sabor a grandes clásicos en la música. Hay una tendencia bastante extendida por parte de algunos ‘elefantes’ de la crítica musical, que consideran a los grupos de punk, rock o heavy que emplean la ironía, el humor y la hilaridad como centro de su creación, como pertenecientes a un género menor. No estoy de acuerdo. Grupos como Lendakaris Muertos, Juan Abarca con y sin Mamá Ladilla, El Reno Renardo, Gigatrón, Los Gandules, Operación Mutante, Engendro, Daniel Higiénico… y los propios Mojinos Escozíos son necesarios, como lo es Javier Krahe lejos de la distorsión.