Por tercer año consecutivo (me arrepiento de no haberlo hecho el primero), vuelven las medallas de RockSesión. Un total de 24 trabajos que se llevan oro, plata y bronce, ocho por categoría, que merecen ser recordados por varios motivos que explico brevemente. (El que quiera explicaciones completas que visite la crítica que, salvo algún caso podéis encontrar en el enlace). He extraído de la lista EP’s que apuntaban a metal (Svuco) por no ser álbumes completos y, sobre todo, directos, que este año ha vuelto a ser prolífico: especialmente destacable es el de Burning, pero también están los dos de Bunbury (uno con Calamaro), Capitán Cobarde, Vetusta Morla, Sublevados, Los Reconoces, Tenpel, Caskarrabias, La Frontero, Los Toreros Muertos, Los Benito o Forraje. También excluyo discos a caballo entre la regrabación y la novedad, claramente Mägo de Oz y su Finisterra Ópera Rock y Loquillo y su Código Rocker, son los dos casos más evidentes. Al lío, esta es la lista de oros, platas y bronces de RockSesión. (El orden de cada categoría es alfabético). PLAYLIST en Spotify.

ORO

Fausto Taranto – El Círculo Primitivo  

El inconfundible maestro de las seis cuerdas, Paco Luque, ha encontrado unos excelentes compañeros de viaje para apretar sus influencias flamencas a lo virtuoso de su metal. Especialmente con un Ismael de la Torre (ihmaele) que pone su quejío y su métrica de flamenco añejo al servicio de un trabajo bombástico y orgásmico. Como el veneno de calle, las canciones se hacen adictivas y se te pegan a la cabeza sin remisión. A veces, de parones de bandas insustituibles (Hora Zulú), salen otras genialidades. Pangloss también está al caer.

 

Gritando En Silencio – La Edad de Mierda

Con Marea y Extremoduro durmiendo el sueño de los justos y La Fuga a la espera de un relanzamiento, el rocanrol sin calificativos posteriores tiene en ellos su principal valor de futuro. El disco no está a la altura de Maldito, pero le basta para llevarse el oro. Las guitarras siguen sonando en su sitio y no tienen miedo de bregar y las emociones son lo bastante creíbles como para romper barreras generacionales. Que no pase tanto tiempo para su próxima entrega y una mejora en las letras debe encumbrarles del todo.

 

Hamlet – La Ira

Nunca han dado un pelotazo comercial ni han sido un grupo que haya fijado la atención de los grandes medios o de las modas masivas, pero su trabajo y dedicación durante más de dos décadas son ejemplares. En cada disco se reinventan de manera creíble, siempre ofrecen algo diferente a lo anterior, pero con las señas de identidad. Tienen el lastre de ser un grupo profundamente metalero en un país que minusvalora el género y eso que se parten la cara en cada concierto. La Ira es otro cañonazo a un historial soberbio.

 

Igor Paskual – Tierra Firme

Lo que en un momento puede ser una bendición a la larga puede ser un lastre. Igor Paskual saltó a la primera línea al ser reclutado por Loquillo para resucitar su banda muerta pero su descaro ya fue probado en Babylon Chat, su inquietud en Equilibrio Inestable y su calidad de texto en sus columnas de opinión. Tierra Firme es la conjunción de todo lo mejor del donostiarra/astur, un disco delicioso, tan amable como provocador, tan visceral como elegante. Debería poder volar solo.

 

Ilegales – La Vida Es Fuego

Jorge Martínez es uno de los grandes nombres de nuestro rock, por más que no tenga cabida en los panegíricos de la movida, del rock radical vasco, del rock progresivo andaluz o del punk catalán. Es decir, líder de una guerra por su cuenta, ha reunido en 2015 a sus músicos más experimentados para dar a luz un disco cuya mayor virtud es que puede estar firmado igualmente en 1980 como en 2020. No hacen falta ni tacos ni velocidad para ser el más duro. Un crack.

 

Iratxo – La Última Bala

Uno de los oros más claros de la lista. El bueno de Juan Manuel Cifuentes lleva años peleando a su manera por hacerse un hueco que, justamente, se ha ganado. Encuadrado en su día en el saco de los Poncho K y Albertucho, el tiempo ha clarificado el panorama diferenciándolo con una versatilidad elogiable y una, quizá contraproducente, incontinencia creativa a la hora de editar cada trabajo. En 2016 mostrará una nueva cara con un disco acústico a punto de salir. Pero letras y corazón seguirán ahí.

 

Robe – Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas

Las ganas de componer, crear y explorar sin límites para un tipo que fue durante tantos años ejemplo de ‘cerril’ es de lo mejor que le ha pasado a nuestro rock en las últimas décadas. Lo delicado de la creación de los temas se lleva a una sonoridad naturista que nos lleva por un viaje sin miedos. Que tenga en su discurso la fuerza para querer dar tiempo a Extremoduro y para seguir también este proyecto nos da a un Robe más vivo, aunque quizá menos enérgico, más ‘santón’ y más reposado. No hay nada de malo en querer envejecer.

 

Somas Cure – Mitos

Aunque ya habían apuntado maneras en sus entregas anteriores, Mitos es la concreción de un metal moderno, con la potencia medida y adictiva de un Fonz descomunal (bien tratado por Leo Jiménez) y una técnica de guitarras y creación de melodías fuera de lo común. De los diez temas, siete son sobresalientes. Si hay algún pero que poner sería la producción de la base rítmica, a la que quizá habría que darle algo más de pegada. Pecata minuta que no empaña el resultado final de un disco que transmite plenitud en cada escucha.

 

PLATA

 

Ciclonautas – Bienvenidos Los Muertos

La banda del baterista de Marea, Alén Ayerdí, el argentino Mai Medina y el virtuoso bajista Txo, vuelve apenas año y medio después de debutar con un trabajo doble (¿Qué Tal?, que ya fue oro). El hecho de la concreción actual, solo diez temas, la experiencia escénica ganada en un gran gira dividida en dos partes, y una mayor expectación les ha hecho perder algo de frescura y sorpresa, pero ganar en empaque, producción y capacidad para seguir destilando stoner y clase en cada corte.

 

Kike Suárez y La Desbandada – Sueño A La Vista

El canallismo de extrarradio tiene en Kike Suárez ‘Babas’ el mejor de sus altavoces. Pone su voz grave al servicio del protagonismo de personajes marginales, pero de los de verdad, no los de postureo sabiniano. Con la sobriedad de Waits, Young o Cohen, Suárez enamora en las formas musicales y en el buen uso de voces femeninas en coros y fraseos. Vals, rumba, reggetón-rock, todo casa en el universo noctámbulo de un artista al que sus otras facetas impiden que el público ajeno al rock lo tome más en serio. Ellos se lo pierden.

 

Lilith – Leche De Rock

Me jode un poco ‘la desnaturalización’ temporal de los discos, pero bien está lo que bien acaba si el resultado es como este. Ha tardado en llegar el tercer disco de Lilith pero nos ofrece a una vocalista excepcional (Agnés Castaño), con un notable estado de gracia en los textos, y con una plausible intencionalidad guitarrera. No hay fisuras en un disco que se deja querer desde la primera escucha. El rocanrol con ganas de pelea y fricción en su versión más incorruptible.

 

Mala Reputación – Eternas Promesas

Abrazados por muchos como una banda combativa al uso en su día, el paso de los discos ha demostrado que los asturianos (como sus compadres de Desakato) no son una formación conformista ni inmóvil. Han explorado sus sonidos perdiendo velocidad a cambio de engarces de guitarra mucho más elaborados, canciones pensadas en su emoción lejos del golpeo inmediato y con una calidad y calidez interpretativa que supera cualquier cerrazón de orejas. Siguen creciendo como banda y la ambición marcará el futuro.

 

Manolo Tena – Casualidades

Otro que ha ‘resucitado’, casi literalmente. Después de superar reconocidas adicciones que le llevaron a tocar fondo, Manolo Tena es uno de esos personajes que suenan a huraño y que el tiempo ha ido metiéndoles polvo porque ‘no interesaba’ hablar de ellos. Este Casualidades viene a ser como el Pulp Fuction de Travolta, el resurgir de un artista olvidado, destilando grandeza en la actitud, en las formas y en las letras. Uno de los mejores, que sigue latiendo.

 

Segismundo Toxicómano – En Defensa Propia

Así se llama la trilogía de Ep’s de la banda de Placi y compañía, que hace unos días ofrecía su último concierto en a saber cuánto tiempo. (Nos negamos a pensar que no habrá más). Tres cortas duración de siete temas compilados en un disco que reflejan el buen estado de forma en el que se encontraba el grupo, tanto en el estudio como también sobre las tablas. Velocidad, ritmos y coros adictivos que no dejan de perder fuerza, y una capacidad infalible para aumentar las pulsaciones. Se les quiere.

 

Toundra – IV

Si ya es difícil que te hagan caso haciendo rocanrol, imaginad si lo tuyo es post-rock/metal instrumental. En ocho años los madrileños se han marcado cuatro joyas que demuestran seso, técnica, capacidad emotiva y una facilidad para captar la atención que ya quisieran para sí más de un vende-historias con micro. IV refuerza esa senda y abre un camino más espectral o espacial que quizá solo sea una casualidad conceptual. Su techo viene marcado por su estilo, pero ellos no lo acusan a la hora de componer.

 

Virgen – Polsaguera

Muy difícil de escuchar, pero gratamente enriquecedor si le echas paciencia. Tuvieron algo de renombre en el mundo hardcore con Por Primera Vez, pero muchos años después se marcan un disco descomunal de letras mínimas, aunque conceptuales, voces huecas, atmosféricas, integradas como un instrumento más en el amasijo de post-rock-cósmico, noise y aridez que despliega el potro desbocado levantando polvo. Suena marciano, ¿verdad? Tan envolvente como opresivo.

 

BRONCE

 

Boni – Incandescente

El bueno de Boni retomó su camino en solitario el pasado año después de dar carpetazo al poco lustroso fin de Barricada, que fue muriendo por fascículos. Incandescente quiso demostrar su doble vertiente, la emotiva y la guitarrera con un disco doble que quizá no mantiene el mismo nivel en todo el metraje pero que nos trae a un artista vivo. Su voz lijosa es patrimonio de nuestro rock y tenerlo sobre los escenarios es lo máximo que le podemos pedir.

 

Cero A La Izquierda – No Ha Dejado De Llover

La revelación a buen seguro de la temporada. Su rocanrol de tempo clásico se despliega tanto en musculosos ejercicios rítmicos como en tran-traneos de escuela plateresca, lo quieran o no. Es precisamente esa mayor rugosidad musical, con ligeras influencias heavys poco disimuladas, la que les aporta un sello diferencial y lo que hace preguntarnos por los derroteros que puede seguir la banda en próximas entregas. La juventud del cuarteto contrasta con su sobrado buen hacer, así que todo lo tienen en su mano.

 

Dikers – Vértigo

Sé que son muy queridos por la afición para a mí nunca terminaron de ofrecerme un disco convincente. Lo mejor de la música es que siempre te puede hacer rectificar y Vértigo lo consigue. Influenciado o no en lo musical por el disco y gira con Miss Octubre y con unos textos por encima de la media de lo que nos tenían acostumbrados, ofrece un disco de rocanrol lejos de modas y, salvo un par de temas, atemporal. Además, la apertura emocional de algunos es tan sobresaliente que es difícil olvidarte.

 

El Cuarto Verde – Metroglobina

Los riojanos son un grupo que en Pulso y, especialmente, Narcoiris, ya habían dado muestras de su gran capacidad enérgica. El rock con guiños accesibles de antaño ha mutado en este Metroglobina a una concreción más nerviosa, con mejor sonido, medios e ideas, este álbum destaca por la imposibilidad de poder categorizarlo en nada. Hasta Rosendo ofrece un cameo que se aleja de su zona de confort. Si han conseguido eso pueden hacer lo que se propongan. Atentos con ellos.

 

José Andrea y Uróboros – Resurrección

Andrea es la voz que nos hizo volar en los mejores tiempos de Mägo de Oz y, por ello, siempre afrontamos su escucha algo condicionados. Por eso quizá nos doliera tanto la decrepitud progresiva antes de salir de la banda, así como un irregular debut. Tras una enfermedad que le ha tenido en la UCI seis meses a punto de ver al guardián de luz, Resurrección nos ofrece riesgo vocal, mejores niveles y una banda a la que José Rubio les ha dado un plus incuestionable. Bienvenido de nuevo.

 

Mi Capitán – Drenad El Sena

Llevo mucho tiempo defendiendo la ‘no denostación’ de lo indie como generalización y Mi Capitán es un buen ejemplo de ello. Músicos de bandas de ese circuito demuestran que no se arrugan en la potencia y se marcan un álbum que es magnífico en sus melodías, en su sonoridad guitarrera, en hacer de los medios tiempos un bello ejercicio de contención y por darle a cada tema los aportes necesarios (qué teclas) para que cada uno pueda ser degustado con lascivia.

 

Óscar Avendaño y Reposado – Burro

Incansable e inquieto trabajador de la música, Óscar Avendaño es desde 2001 el bajista con alma de guitarrista de Siniestro Total, entre otros méritos curriculares. Burro es un disco tan directo y encantador como el animal que le da nombre. Doce cortes llenos de rock, folk y country de querencia americana, más acentuada si cabe por la producción de Hendrik Röver (Los Deltonos). Nobleza en las formas y sin segundas intenciones en la música (sí en las letras), la herradura deja en los oídos la marca del manual de estilo.

 

Yeska – Versos Zurdos

Vuelven casi cinco años después de un más que prometedor Diez Ases En La Manga, donde se rezumaba rocanrol de corte clásico. Versos Zurdos se presenta con las mismas ganas, pero con guitarras mucho más pesadas, voz rugosa pero con sutil capacidad melódica. Pura actitud que viene con las pilas cargadas. Colaboraciones de lujo, sonido estratosférico y una plausible y manifiesta intención por aumentar dinámicas, crecer y dar el golpe en la mesa definitivo. Al alza, sin duda.