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Sabina – Lo Niego Todo
Compañero del mismo canalleo que Peret, Sabina nunca ha estado muerto, sino casi siempre de parranda, salvo en aquella recuperación del susto marichalero. Y es que da la impresión que cada a cada álbum publicado, el jiennense parece resucitar y/o despedirse, según apetencia del oyente y/u opinador. Como dato objetivo, es cierto que jamás Joaquín había dejado pasar tanto tiempo sin publicar un nuevo disco al uso (Recordemos que a mitad de camino está La Orquesta del Titanic, con Serrat). Más de siete años se antojaban a algo así como una prejubilación, abocado al tiempo que hace que los cuarenta y diez ya se aproximen a cuarenta y treinta. Por ahí anda Serrat con sus “fa vint anys que dic que fa vint anys que tinc vint anys” también caduco. El caso es que, nunca entregadas las armas de su pluma, Joaquín Sabina se ha marcado el disco muy apoyado en nombres propios como Leiva, encargado de los mandos del sonido, producción y varias melodías, Benjamín Prado dando lustre con su culturalismo a las palabras, el destacado regreso de Olga Román en los coros, las guitarras de Carlos Raya, los cameos de Ariel Rot y Rubén Pozo, César Pop, Pablo Milanés… Casi una obra coral.
El Drogas – Un Día Nada Más
En alguna de las ya más de 750 críticas, crónicas, remembers y demás que tiene esta página web os he comentado alguna vez el importante carácter iniciador en el rocanrol que tuvo mi hermano (diez años mayor que yo). Uno de los recuerdos más divertidos asociados a la música era cómo mencionaba al directo de Bruce Springsteen y la E Street Band de 1986, el triple CD y 5 LP’s Live/1975-85 como “el tesoro”. Valga esta torpe introducción retrospectiva para situar qué nos encontramos en este Un Día Nada Más de El Drogas. Un doble CD y doble DVD (divididos en El Drogas y La Rhythm’n’Blues Band y Los Disparos del Doctor Gas) en directo, con una edición de auténtico lujo con sendos libretos a todo color, y una colección de una veintena de invitados en una noche histórica. ¿Acaso alguien tiene semejante poder de convocatoria en nuestro rock? Quizá Rosendo, pero su pudor y prudencia jamás le dejarían hacer tantas peticiones. El Drogas hizo sonar el cuerno y había que acudir a llamada. La del 2 de julio en La Ciudadela de Pamplona fue una noche histórica gracias a un tipo tan agradecido como carismático.
Vikxie – Adrenalina
‘Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar’ es una de las películas más disparatadas de Woody Allen, que allá por los años 70 (1972), en pleno cénit del movimiento hippie, decidió despachar siete capítulos llenos de tabúes sobre la sexualidad humana. Valga esta coloquial expresión para situarnos ante el nuevo disco en estudio de Vikxie, esto es, Víctor Morillo Torres; esto es, el primo de Leiva. ¿Y qué tiene que ver? Parafraseen ahora que el disco del exPereza lleva en la calle cerca de un mes y mútenla en ‘El disco que esperaban de Leiva y no se encontraron’. (ojo, este salió antes). Y es que ajeno a presiones de cualquier tipo, ni pretensiones grandilocuentes hacia una trascendencia artista superior, Vikxie se marca en este cuarto capítulo doce cortes en los que no hay tanto devaneo estilístico como en su antecesor Algo Está Cambiando (que me gustó más de lo que podía prever). Un conjunto veloz, compacto, más rockero y directo.
Leiva – Monstruos
Rompe Leiva con la tipografía de la carpeta de portada en su tercera entrega en solitario desde que las andanzas de Pereza decidieran bifurcarse en caminos diferentes. Al menos en la del título del disco, no en la de su nombre que, como un martillo pilón, busca refrendarse como un referente indiscutible del rock masivo, aunque se nos presente más delicado. Sin duda lo es, tal y como se demuestra con las expectativas que rodean cada uno de sus lanzamientos. Tras un desnaturalizado Diciembre y un notabilísimo y atinado Pólvora, el tercer trabajo del madrileño viene a cerrar lo que denomina como una trilogía, si bien las similitudes propiamente dichas son escasas. En esta ocasión se aleja de los mandos para dárselos en su totalidad a Carlos Raya (que coprodujo el anterior), que tira de Joe Blaney para la ingeniería. Dos nombres propios intachables, pero de una personalidad y ‘modus operandi’ tan marcados (sobre todo en la interpretación guitarrera de Raya) que el peso es muy alto en el resultado final. Hay menos sobresaltos sonoros en el álbum que tira de minimalismo seco en guitarras y arreglos. Poquitos, los justos, mucho hammond y naturalidad en la forma de cantar. No es un paso atrás, pero es un paso más corto.
Le Punk – La Logia De La Canalla (2003)
Hace unos días hablaba de nuevo, al hilo de la aparición de unas maquetas grabadas en el estudio en directo, de Buenas Noches Rose. Una banda de talentos gigantes como Rubén Pozo, Jordi Skywalker (en este caso mal canalizado, recordad que cogió una carreta y se fue a caballo a Francia, si bien se marcó otro discazo en su regreso) y Alfredo Fernández, Alfa. Antes de emprender carrera en solitario bajo dicha cabecera, Alfa conjuntó en el cambio de milenio a una banda llamada Le Punk, completada en los tiempos de este primer disco por Joe Eceiza, de Malos Pelos (ambos tocaban juntos en Perros de Paja), ambos a las guitarras, Daniel Fernández al bajo, y David Rico, Datz, a la batería que, por cierto, entró sustituyendo a un tipo llamado José Miguel Conejo… Leiva. Después de granjearse una notoria fama en locales nocturnos, la banda decide autofinanciarse la salida de su carta de presentación, La Logia de la Canalla. Un disco de rock bastardo, de tango y de pasodoble, de swing y bohemia. De crapulismo y malas compañías. Una jodida maravilla.
Brasi. Teatro Apolo. 25 de septiembre
Igual que ocurre con Leño o Rosendo y el rock urbano; con Extremoduro y el rock poeta; Triana y Medina Azahara y el rock andaluz; Joan Manuel Serrat y los cantautores; o Vetusta Morla y el indie resultón; hay nombres que marcan a toda una legión de grupos y vocalistas que hacen que sus influencias sean tan marcadas, que es difícil o tomarlos en serio o diferenciar sus propuestas. Pereza y, desgajando el dúo, Leiva en particular han generado un camino claro por el que muchos jóvenes músicos quieren andar. Algunos andan siguiendo la estela sin mirar a los lados, por miedo a caer, pero los hay que tan solo aprovechan el pavimento para, a partir de ahí, crecer y buscar su propio camino. Anoche, el cantante almeriense Brasi presentaba en el Teatro Apolo de la ciudad su álbum debut Marcaje al Hombre, un disco de diez temas que bebe del universo Pereza, algo de Fito y levemente de Sabina. Pero el directo demostró que había algo más.
Lichis – Modo Avión
Seis años parecen demasiado tiempo de silencio discográfico para un artista del verbo y la gracia de Miguel Ángel Hernández ‘Lichis’, que se hizo un (gran) nombre en esto de la música como líder, voz y alma de La Cabra Mecánica. Desprendido de las zarandajas de la rumba y las querencias latinas que desplegó a lo largo de su sobresaliente discografía, su primer trabajo en solitario se presenta en diez cortes y treinta y cuatro minutos, que tienen la enjundia precisa, la mala leche medida, la catarsis justa para sacudirse malos rollos personales, temores artísticos y mostrar su lado más anglosajón, sus querencias por el rock americano, los sonidos más orgánicos. Pongan su mente en modo avión y vamos a sumergirnos.
Leiva – Pólvora
Hay casos puntuales, al menos a mí me pasa, en los que el personaje musical te cae mejor que la música que hace. Nunca tuve demasiada devoción por Pereza (y si al final me gustan varias canciones fue casi después de su escisión), y de entre Leiva y Rubén, en sus primeros álbumes en solitario, me quedé con el del segundo. Quizá por aquello de haber formado parte de aquella superbanda llamada Buenas Noches, Rose, tan infravalorada y tan gigantesca. Leiva siempre me generó simpatía, por actitud, por coherencia en sus palabras… No es poco. Pero su música, y en especial la de su primer disco en solitario, me dejó bastante frío, quizá la culpa la tiene el título, por aquello de Diciembre (la gracieta estaba fácil). Ahora regresa con este Pólvora y… ¿Han cambiado las sensaciones?
Vikxie – Algo Está Cambiando
He de confesar que no tenía grandes esperanzas en este disco cuando decidí meterlo en el reproductor y darle al play. Había escuchado (lo reconozco) muy por encima las entregas anteriores de Víctor M. Torres, más conocido como Vikxie, y no me había terminado de conquistar más allá de un par de temas resultones por disco. Quizá tenga que ver que no me gustan demasiado Sidecars, donde milita uno de sus primos, y que Leiva (también primo) es la mitad de Pereza que me gusta menos. (Sí, soy de los raros que le gusta más el disco de Rubén). O no, porque siempre que me enfrento a la crítica de un disco lo hago sin prejuicios (lo que no quita para tener ‘intuiciones’, son cosas diferentes). Hago toda esta introducción porque, al final, con Algo Está Cambiando se ha producido uno de esos mágicos momentos en los que el crítico musical tiene que envainársela y reconocer que el resultado multiplica con creces lo que esperaba.
Quique González – Delantera Mítica
Para grabar su noveno álbum, quizá uno de los esperados con más ansia, Quique González ha repetido muchas cosas. Repite estudio de grabación y productor, en Nashville y con Brad Jones a los mandos, repite discográfica (Last Tour Records), varios músicos, como Will Kimbrough, Chris Carmichael y Tyson Rogers (acompañantes de clásicos como Emmylou Harris), repite la colaboración puntual de César Pop y de Leiva en la composición de algunos temas y por repetir repite hasta fotógrafo. ¿Significa todo esto que Delantera Mítica es una continuación al uso de Daiquiri Blues?