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Los Discos del Año 2022 de RockSesión

Tómese esta selección como una guía para acercarse a lo que no se conozca. O a darle otra oportunidad a un disco que no te llamó en la primera escucha. Es complicado emplearse a hacer listas así, porque siempre te queda la sensación de dejarte fuera gente que merece estar dentro, por supuesto. Tampoco ayuda el hecho de que por mis oídos pasen trabajos de cualquier género y que esta casa nos vayamos tomando cada vez más licencias… Pese a todo, si escribiera de todo lo que escucho… se nos iría de las manos. Esa apertura hace más difícil seleccionar, ya que no es lo mismo elegir discos de un formato muy reducido y específico que de un prisma que incluye desde la canción de autor al metal. Lo que sí os aseguro es que pocas web de listas pueden decir haber escuchado casi el 90% de los más de 100 discos que habéis votado, más otros tantos que ni aparecen. Empiezo con las exclusiones. Como siempre, no hay EP’s (Mausoleo, Califato ¾, Rosy Finch, El Altar del Holocausto, Javi Robles…) ni directos (Vetusta Morla, M Clan, Depedro, Luz Casal, Los Deltonos…). Tampoco he querido incluir una serie de discos que, aunque nuevos, son regrabaciones de grandes canciones originales de antaño, como los de Calamaro (en este caso con material extra), Boni, Uoho, Ilegales, Flitter… Quiero hacer mención especial a una hornada de bandas rockeras jóvenes, de esas que están nacidas a conservar la llama, si es que no se cansan antes de darse contra un muro (sobre todo Whisky Caravan y también A Deshoras, Descendientes, The Nadies, Impedanzia, El Bombo, Indocentes, Menta, Kitai, Huracán Rose, Pablo Fugitivo…). Hay gente curtida a la que es difícil llegar a sus propios cénits conocidos, pero que se han aplicado a un muy buen nivel este año y una vez más (Airbag, Elefantes, Kaótiko, Manolo García, León Benavente, Warcry, José Antonio García, Nacho Vegas, Loquillo, Gatibu, Sidecars, Viva Suecia, Second, Diego Vasallo, Vega, la valentía anticomercial de Rozalén…). La música y su disfrute son tan subjetivos que se puede hacer otra selección de 24 con los que he citado, de lo más recomendables. La lista intenta equilibrar la amplitud de géneros que tocamos y entre lo previsible y lo meritorio. Intentando valorar especialmente a algunos discos que han podido pasar desapercibido para públicos no específicos, pero que creo que por calidad trascienden su propio círculo de actuación. Dicho esto, vamos, por décimo año: estos son los ochos oros, platas y bronces de RockSesión. Disparen al pianista en twitter.

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Pantocrator – Sálvame

Como vengo escribiendo desde hace muchos años, catalogar a los grupos en sacos genéricos nunca ha tenido un sentido más allá ‘de resumen’ instantáneo pero nunca debe ser tomado como algo excluyente. En los últimos tiempos lo vengo diciendo con eso que se ha venido a llamar ‘indie’, que tira para atrás a las personas rockeras ‘de pro’ que creen que si les gusta un grupo de ese corte van a perder puntos en el rockómetro o algo así. Casos hay a decenas y uno más que viene a sumarse a ellos es la banda que hoy nos ocupa, Pantocrator. Los barceloneses acumulan en su corta vida tres epés de cuatro temas cada uno de ellos y este ‘larga duración’ que nos ocupa, que viene con ocho nuevos cortes. En total, hablamos de una colección de veinte canciones a lo largo de su carrera que vienen a dar un resultado de metraje que apenas alcanza los cuarenta minutos. ¡Ni Lendakaris Muertos, oiga! ¿Y cómo es posible? Porque Pantocrator (por cierto, excelente nombre para un grupo y que aparece cantado en el fantástico e hilarante tema ‘Triceratops’ de Mamá Ladilla), en un ambiente pintado de colorismo y revestido de purpurina, descerraja metralla a toda velocidad de una incuestionable herencia punk (rebautizado para no ahuyentar modernos como power pop) y de tintes garajeros, con unas letras repletas de fina ironía y escarnio, en el caso de las anteriores entregas, y de una gran mala hostia como demuestran en este nuevo artefacto. Un lanzamiento que en sus trece minutos se ha acompañado del lanzamiento de un ‘videoclip’ global que simula la inmundicia de los programas del corazón y el narcisismo y/o insatisfacción que impera en una sociedad desafectada. Menudo trallazo.

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