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Rosalía – Lux

Siento aportar un grano de arena más a la sobreexposición que se viene produciendo desde la publicación del cuarto disco de Rosalía pero comprenderán que después de haber roto aquí sendas lanzas (pese a algunas chanzas) con reseñas sobre El Mal Querer y Motomami (por cierto, bastante respaldadas, incluso por la propia artista con mensajes privados a través del viejo Twitter) no haga lo propio con este Lux que viene, por otra parte, a refrendar bastantes impresiones de futuro comentadas en dichos artículos y en el del Estreno mundial de Motomami Tour, que tuve el azar de contemplar. Y al igual que cuando se tiene una zona irritada cualquier roce molesta, comprendo que la sobrecarga de estímulos sobre un tema que a alguien no le interese pueda provocar rechazo, pero desde luego que no justifica esa oleada reaccionaria de hate que tiene nula argumentación en la mayoría de casos. ¿Significa eso que te tenga que gustar el disco por narices? Claro que no. Pero si lanzamos bilis a una artista de 33 años (edad de crucifixión) que ha estado trabajando tres en un álbum, que a su vez representa un ejercicio nada acomodaticio y con una importante dosis de riesgo y valentía –seguir la vía urbana para hacer caja le hubiese sido igual de rentable, quizá más-, que sigue defendiendo el concepto de disco como unidad narrativa, que pese a aquellos que hablaban del apocalipsis de los instrumentistas ha contado con más de un centenar de músicos para la grabación y que, además, da un giro de tuerca –aunque sea con solo plantearlo- a la perversión iconoclasta de nuestro tiempo para mirar un poco al interior (con fe o sin ella)… ¿Qué hacemos con quienes no aportan nada? Y, dicho todo esto, tampoco voy a caer en la beatificación. Ni es la primera en hacer discos por movimientos, ni en usar recursos líricos, orquestales y operísticos en un disco pop, ni muchas otras tantas cosas. Adelante (si quieres).

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Minicríticas de discos y singles: del 27 de octubre al 2 de noviembre (2025-42)

Cada lunes llega la compilación de las minicríticas de discos y singles compartidas en las distintas redes sociales (elchayi) durante la semana anterior. Cualquier música, cualquier estilo.

Protagonistas de esta semana: Turbulento, Finnway, Rosalía, Gorka Urbizu, Mon Laferte, Miss Caffeina, Iñigo Quintero, Pareidolia, Jueves Negro y Sumo Cyco (en la imagen). Salud.

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Carolina Durante – Elige Tu Propia Aventura

Una de las muchas cosas apasionantes de dedicarse a esto del periodismo musical es ‘acompañar’ a una banda desde sus primeros pasos discográficos, viendo su evolución y trabajo disco a disco, haciendo que la instantánea o fotografía que pueda dejar un lanzamiento concreto vaya cogiendo matices y desarrollo argumental más completo con el paso del tiempo y las publicaciones. Tras el archiconocido pelotazo iniciático de “Cayetano” (al que hasta Lendakaris Muertos le han hecho doble guiño en su último ¿disco? Mucho Asco (Casi) Todo) se sobrepusieron con indisimulada indiferencia en su buen primer larga duración de 2019. Mantenido el nivel y el hype… Dieron un paso (quizá demasiado presuroso visto en perspectiva, dadas las edades) a una cierta circunspección y solemnidad en Cuatro Chavales (2022), con puede que demasiada prisa para que ‘les tomaran en serio’ (le dimos un plata en los Discos del Año de entonces). Pasados otro par de años es precisamente ahora cuando, sin pensarlo ni pretenderlo, consiguen ese efecto, con un disco mucho más naturalizado, estilizado. Los códigos fundacionales siguen siendo los mismos, eso sin duda. La capa nihilista, la humorística, entre la desgana de quien pasa de opiniones y la certeza de que lo que hacen es objetivamente bueno. Elige Tu Propia Aventura es la secuencia lógica de siete años de carrera y de un buscar no encasillarse pero tampoco por ello ocupar territorios que no son los suyos, por formas y por edad. Todo llegará. Los hitos van haciendo la guía del dibujo (como aquellos de puntos con números) y el de Carolina Durante promete más satisfacciones en el futuro.

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Los Discos del Año 2022 de RockSesión

Tómese esta selección como una guía para acercarse a lo que no se conozca. O a darle otra oportunidad a un disco que no te llamó en la primera escucha. Es complicado emplearse a hacer listas así, porque siempre te queda la sensación de dejarte fuera gente que merece estar dentro, por supuesto. Tampoco ayuda el hecho de que por mis oídos pasen trabajos de cualquier género y que esta casa nos vayamos tomando cada vez más licencias… Pese a todo, si escribiera de todo lo que escucho… se nos iría de las manos. Esa apertura hace más difícil seleccionar, ya que no es lo mismo elegir discos de un formato muy reducido y específico que de un prisma que incluye desde la canción de autor al metal. Lo que sí os aseguro es que pocas web de listas pueden decir haber escuchado casi el 90% de los más de 100 discos que habéis votado, más otros tantos que ni aparecen. Empiezo con las exclusiones. Como siempre, no hay EP’s (Mausoleo, Califato ¾, Rosy Finch, El Altar del Holocausto, Javi Robles…) ni directos (Vetusta Morla, M Clan, Depedro, Luz Casal, Los Deltonos…). Tampoco he querido incluir una serie de discos que, aunque nuevos, son regrabaciones de grandes canciones originales de antaño, como los de Calamaro (en este caso con material extra), Boni, Uoho, Ilegales, Flitter… Quiero hacer mención especial a una hornada de bandas rockeras jóvenes, de esas que están nacidas a conservar la llama, si es que no se cansan antes de darse contra un muro (sobre todo Whisky Caravan y también A Deshoras, Descendientes, The Nadies, Impedanzia, El Bombo, Indocentes, Menta, Kitai, Huracán Rose, Pablo Fugitivo…). Hay gente curtida a la que es difícil llegar a sus propios cénits conocidos, pero que se han aplicado a un muy buen nivel este año y una vez más (Airbag, Elefantes, Kaótiko, Manolo García, León Benavente, Warcry, José Antonio García, Nacho Vegas, Loquillo, Gatibu, Sidecars, Viva Suecia, Second, Diego Vasallo, Vega, la valentía anticomercial de Rozalén…). La música y su disfrute son tan subjetivos que se puede hacer otra selección de 24 con los que he citado, de lo más recomendables. La lista intenta equilibrar la amplitud de géneros que tocamos y entre lo previsible y lo meritorio. Intentando valorar especialmente a algunos discos que han podido pasar desapercibido para públicos no específicos, pero que creo que por calidad trascienden su propio círculo de actuación. Dicho esto, vamos, por décimo año: estos son los ochos oros, platas y bronces de RockSesión. Disparen al pianista en twitter.

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Rosalía. Estreno de Motomami Tour. Almería. 6 de julio

Un mes después de la publicación del tercer elepé de Rosalía, Motomami, se anunciaban las fechas de una cuantiosa gira mundial, con la que la artista daba el salto con una agenda tan ambiciosa que contempla la visita de 17 países en seis meses. Un periplo que, bingo, comenzó anoche en Almería, convertida desde el primer día en foco de atención por todos los rosaliers – motomamis – motopapis para tener las primeras informaciones sobre cómo es el nuevo espectáculo de la artista. Os confieso que, después de llevar más de ocho años llevando la comunicación y prensa del Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería a través de la agencia para la que trabajo, siento mucho de satisfacción por ello. Sobre todo porque ‘pequeña pero firme’, que diría Extremoduro en ‘Sucede’, Almería fue una de las primeras ciudades del país que apostó sin ambages por la #CulturaSegura. Dos días después de acabar el confinamiento ya tuve que cubrir mi primer concierto. Solo en ese verano se celebraron más de 40 conciertos, cuando en el resto de España era un solar. Al siguiente verano, todavía con mascarillas obligatorias, distanciamientos, sentados y todas las medidas que hoy parecen ser un pesadilla distópica, se habían celebrado más de 120 conciertos, obras de teatro y un largo etcétera. Por eso, a mí lo de anoche me sabe un poquito mejor. Porque es un premio, trabajado, a muchos meses de compromiso con la cultura, igual que entiendo el compromiso hacia lectores o ciudadanos. Ya lo decía también Neruda, aquello de “cumpliendo con mi oficio, piedra con piedra, pluma a pluma. Pasa el invierno y deja sitios abandonados, habitaciones muertas: yo trabajo y trabajo”. Y allí anduvimos, en el estreno mundial de la gira de un ciclón llamado Rosalía. (FOTOS: José Antonio Holgado para el Área de Cultura – Contraportada).

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Rosalía – Motomami

Prometo que después de ‘desahogarme’ en su día con la crítica kilométrica de El Mal Querer en noviembre de 2018 e, incluso, con la de C Tangana de marzo de 2021, no tenía pensado volver a salirme tanto de guion en la línea, ya de por sí amplísima, de RockSesión. Al final, tras consultarlo con una encuesta no vinculante en Twitter este pasado fin de semana (en la que las dos opciones del ‘sí’ ganaron a las dos opciones del no por un 56,5 % – 43,5%) me lanzo a escribir unas líneas sobre el tercer larga duración de Rosalía tras el citado El Mal Querer y Los Ángeles, de 2017. Convertidas las redes sociales en una amplia barra de bar en la que todo el mundo suelta su granito de arena sobre cualquier tema sin preguntarse antes si va a aportar algo constructivo al asunto –no hablo ya siquiera de respeto, educación o conocimiento en la materia-, como bien sabréis y habréis podido leer cada vez que se ha compartido alguna novedad, un fragmento o un nuevo tema del disco, hasta su lanzamiento definitivo el pasado viernes, todo lo que hace Rosalía (convertida, objetivamente, en una estrella internacional admirada en todo el mundo con tan solo 28 años) parece venir aparejado a una especie de manteo público donde parece que quien hace la gracia más ofensiva es el que gana. Llamadme defensor de causas perdidas (algún amigo ya me lo decía desde hace muchos años) pero a mí esas cosas me siguen enervando porque es sano, lógico y respetable que no todo tenga que gustarte a algo por imposición promocional o por seguir la corriente del agua, pero de ahí a las faltas de respeto y a echar por tierra el trabajo de casi tres años de una artista que dice pasar 14 horas en el estudio hasta dejar cada arreglo como quiere y que cuando tiene que preparar una coreografía se pasa 4 o 5 horas bailando durante un mes y medio, pues qué quieren que les diga, prefiero a una persona que se esfuerza en ‘crear’ justo eso en ‘lo que cree’, que quien, con la excusa del no me gusta, ofende y ridiculiza.

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Rosalía – El Mal Querer

Aunque las fronteras estilísticas de esta casa son bastante permeables y laxas, es cierto que, a priori, no tenía pensado escribir sobre este El Mal Querer, el segundo larga duración de la artista catalana Rosalía. Aquí os suelo traer muchas cosas claramente rockeras, metaleras, heavys o punkis, con alguna licencia personal cuando considero que por actitud o matices, se puede encuadrar colindante o merece especial atención por el público de estos sectores. Por un lado, para guardar una línea editorial algo coherente y, por otro, porque dados mis amplios gustos e investigaciones musicales podría caer en el peligro de que acabara escribiendo de todo menos de Rock (en mayúscula, englobando toda distorsión guitarrera). Uno de los estilos que más frecuento es el flamenco, escuchado con naturalidad desde la infancia y profundizando en él con dedicación casi obsesiva durante más de una década, consciente de que es imposible abarcar toda su inmensa grandeza. Pero ahí vamos, con lo suficiente para que enerven algunos comentarios que uno oye o lee. La ignorancia es atrevida. Asociado a ello, hay tantos aspectos que comentar del fenómeno Rosalía, de su imagen, de todo lo que está generando, que decidí hacerla. Aunque lleva mucho más. Con una estructura como la de su álbum. Si son 11 canciones/capítulos, os lo divido en 11 temas/ejes argumentales. Dejen prejuicios y bilis en la entrada y también el hype y el fanatismo. Lee el resto de esta entrada